Las prácticas milenarias del uso del fuego ‘Quemas’ en el sector rural con fines de cultivar, representan un riesgo por los daños provocados en la calidad del aire, la pérdida de biodiversidad y el empobrecimiento de los suelos de cultivo. “Es mejor sembrar poquito, pero sembrar bien”. Esta frase resume la conclusión de un gran aprendizaje para los productores de Villanueva y de los propietarios de fincas en la Serranía del Perijá, para que realicen de una manera correcta las prácticas de las quemas.
Durante varias semanas fueron muchos los esfuerzos conjuntos que permitieron contener las llamas y evitar la propagación, protegiendo tanto a la comunidad como a los ecosistemas de Potrero Grande, Orozul y el Cerro del Padre, en el municipio de Villanueva (Sur de La Guajira). Seguridad alimentaria, clima y desarrollo son tres temas que no se abordan de manera conjunta en el diseño de estrategias, aunque su relación parezca evidente y desde la teoría es relativamente fácil entender los vínculos entre ellos. Paradójicamente, a raíz del cambio climático su articulación es cada vez más clara; la necesidad de respuestas integrales es incuestionable. Villanueva ni los municipios de la península son ajenos a esta realidad. De acuerdo con el índice de riesgo climático global, la Corporación Autónoma Regional de La Guajira, indicó que alrededor del 46% del Departamento presenta un riesgo medio-alto, para la ocurrencia de incendios forestales.
Esto se debe a una mezcla de realidades socio-culturales, económicas y ambientales. Entre ellas, se puede mencionar los altos niveles de pobreza, la desigualdad y la discriminación de la población rural e indígena; las dificultades para garantizar la seguridad alimentaria de un amplio porcentaje de la población, la degradación de suelos y aguas; la disminución de los recursos forestales con consecuencias directas sobre la biodiversidad, la dependencia de actividades agrícolas y la situación geográfica, todos estos factores exponen a La Guajira a fenómenos climáticos como sequías entre otros fenómenos, situación que se ha experimentado de manera dramática en las últimas semanas en el ecosistema Serranía del Perijá.
Pese a que durante los últimos años los índices de pobreza en La Guajira han disminuido, esta afecta todavía a un alto porcentaje de la población; somos el cuarto Departamento con mayor incidencia de pobreza y la más alta en la región Caribe, muchos se encuentran en condiciones de pobreza extrema. Esto se ve reflejado en la persistencia de la desnutrición crónica en el país, que afecta a muchos niños y niñas menores de cinco años y que es tristemente conocida por ser una de las más alta de Colombia, sin mencionar la muerte por situaciones asociadas a la desnutrición en la población infantil indígena.
La quema de vegetación se realiza a diario para destruir grandes áreas de tierras cultivables; por supuesto, estos incendios no solo acaban con los árboles: matan y desplazan a la vida silvestre, alteran los ciclos del agua y la fertilidad del suelo, y ponen en peligro la vida y el sustento de las comunidades locales. Las quemas que también están ligadas a la deforestación y la seguridad alimentaria, amenazan la producción de alimentos al degradar los suelos y alterar los ciclos del agua. La relación entre la quema, la deforestación y la seguridad alimentaria será una de las principales preocupaciones de la próxima generación, con el aumento de la población y la tasa de aumento de los requisitos de recursos.
Es obligación de todas las alcaldías a través de La Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo de Desastres (Uaegrd) reiterar a los agricultores y ciudadanos en general abstenerse de realizar quemas u otro tipo de prácticas en áreas de cultivo, ya que durante la temporada seca los fuertes vientos facilitan la ocurrencia de incendios forestales, como viene ocurriendo en este ecosistema. La Serranía del Perijá es la segunda fábrica natural de agua de la región Caribe, después de la Sierra Nevada de Santa Marta. Los ríos que ahí nacen, nutren muchos acueductos de la zona y son una fortaleza para la seguridad alimentaria de la región.