Aunque no lo reconocemos, consideramos común “el estar siempre criticando”. Esta predisposición, de juzgar y emitir juicios, muchas veces sin información y conocimiento correspondientes nos hace culpables y no nos permite avanzar hacia la verdad. Creo que este defecto lo tenemos como desahogo; por decir algo o por no estar callados. Lo cierto es que con la presentación del proyecto de ley para la Reforma a la Salud, del presidente Petro, ha sido un torbellino de críticas, como lluvias apocalípticas, agua y fuego, oponiéndose al cambio.
Los cambios generan incertidumbre y miedo. Obnubilan el entendimiento y no podemos ver con claridad la verdad. Es necesario entender que en cualquier momento suceden y para adaptarnos a ellos debemos cambiar nosotros. Las personas inteligentes son capaces de adelantarse a esos cambios, porque somos los que nos enfrentaremos a ellos. Nos sentimos cómodos en el sistema actual, pero puede suceder como en “la rana y el agua hirviendo”; a medida que el agua subía la temperatura, la rana se adaptaba, hasta que el agua calentó demasiado y no pudo saltar.
Hoy nos ocupa el proyecto de Reforma a la Salud, criticada y rechazada tajantemente, por los llamados “patriotas”, se fueron lanza en ristre contra el cambio. ¿Por las modificaciones a las EPS? Los interesados para que no se haga la reforma son los Gaviria, los Vargas Lleras, los Cepeda, Pastrana y hasta Jorge Robledo. Sin embargo, cabe resaltar, algunos aspectos, por qué es necesario modificar las Entidades Prestadoras de Salud, que entre chanzas alguien dijo que eran “entidades para saquear”.
Desde que la ley 100 de 1993 modificó el sistema de seguridad social, supuestamente para garantizar la calidad de vida acorde con la dignidad humana de las personas, inició el saqueo más grande a Colombia: las EPS. Estas entidades son las responsables de registros y afiliaciones al sistema de salud pública, pero también están encargadas de administrar los recursos financieros, aportados por el Estado; los administradores tienen libertad de disponer de esos billonarios recursos para distribuirlos entre hospitales y clínicas que prestan el servicio.
Las EPS, encargadas de los pagos a los hospitales y clínicas, que en su mayoría son de los mismos dueños y accionistas. Por esta razón, es importante destacar los inconvenientes administrativos y económicos que han tenido con las IPS, ocasionando un grave deterioro en las instituciones prestadoras de salud, muchos hospitales han cerrado debido a las deudas por sus servicios no pagadas por las EPS.
No se alcanza a resumir el alcance y percance de los descalabros, económicos y financieros a la salud del pueblo colombiano; desde 2003 al 2015 se han liquidado 102 EPS, según Supersalud, dejando deudas a la Nación por más de 23.3 billones de pesos, entre las EPS activas, en proceso de liquidación y liquidadas. Además de todo lo anterior, ¿por qué razón, si las EPS son tan buenas, los usuarios reclaman por medio de tutelas? Y no es mentira: las estadísticas dicen que en 2021 se presentaron 92.499 y en 2022 109.825, de acuerdo a los informes del defensor del Pueblo, Carlos Camargo.
Es inaudito que las estadísticas anteriores (30% de información), los patriotas, decían que las EPS debían eliminarse, hoy desaprueban esa reforma. Iván Duque, en campaña (mayo 2018) acotó “impulsaremos la Reforma a la Salud, sacaremos de funcionamiento las malas EPS”. Lo mismo dijo Jorge Robledo, con doble moral y un solo discurso, manifestó en julio de 2011: “los cobros de estas entidades son la principal fuente para desangrar la salud”. Y así, Vargas Lleras con su hermano, Cepeda en Barranquilla, y los que están detrás del telón.
Lo peor de todo y causa tristeza es que muchos de los que hacemos filas impetramos tutelas, solicitamos exámenes y remisiones, servimos de ‘Sancho Panza’ para que los corruptos sigan haciendo de las suyas.
Jamás vimos, a estos patriotas, tanta vehemencia y publicidad mentirosa, en una campaña en contra de Reforma a la Salud. Duque no hizo los cambios; Robledo, cambió de bando; Vargas Lleras, con rabo de paja: por los contratos de su hermano Enrique. Esto demuestra que “la ropa de nuestros dirigentes y gobernantes tiene muchos bolsillos”, lo dice Bertolt Brecht, escritor y dramaturgo alemán.