Por Hernán Baquero Bracho
Es de conocimiento público que La Guajira está pasando por el peor momento de su historia institucional. Los hechos que se han venido dando en los últimos años y específicamente en los últimos meses, indican que como el enfermo terminal, necesita de una quimioterapia urgente para salvar las células buenas y extirpar las malas. La cosa no está fácil pero si nos unimos en un solo clamor de seguro saldremos de cuidados intensivos.
Para ello necesitamos eliminar esas células malas que no son otras, que las plagas que han azotado a nuestro Departamento por décadas.
La primera plaga nos la inculcó el mismo país con sus desafueros y abandono por décadas y que hoy continuamos inmersos en ese rezago social en que los gobiernos de turnos nos han ignorado y tratado como expósitos de la patria. Hoy por decirlo de una manera bíblica surgió nuestro José el de los sueños, encarnado en la figura del parlamentario Alfredo Deluque Zuleta, quien en reunión reciente con el presidente Duque le recordó y le planteó la agenda que el Gobierno nacional debe tener con La Guajira, en especial la construcción de la vía perimetral para que la península muestre su riqueza turística, que debe ser el nuevo norte de nuestro Departamento.
La segunda plaga que va adherida entre el Gobierno nacional y gran parte de la diligencia departamental es la pobreza y la extrema pobreza, donde siempre hemos estado por encima de la media nacional, lo que ha conllevado al hambre y la sed milenaria que hemos sufrido todos, pero especialmente nuestra nación wayuú.
La tercera plaga ha sido el analfabetismo que en pleno siglo XXI continúa con la misma fuerza, donde la ignorancia campea por doquier.
La cuarta plaga con ese analfabetismo ha sido y por otros factores la mala calidad educativa que nos mantiene sumidos en el ostracismo y en el más profundo subdesarrollo. Sin conocimiento y sin información una región siempre andará a la deriva.
Con estas dos plagas les precede la quinta como es el desempleo alarmante que siempre ha estado por encima de la media nacional así las cifras del Dane expresen lo contrario y lo más triste es que sin una preparación con calidad en su fuerza de trabajo, las multinacionales que han hecho presencia en nuestro suelo han cumplido el papel de los famosos faraones egipcios y nos han mantenido de una manera disfrazada en la más profunda esclavitud.
Con todas esas plagas que nos han azotado, viene la sexta como es la mala calidad de vida, donde enumerar tantos entuertos daría para cuatro cuartillas, por tantos desafueros, donde el NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas) ha predominado siempre.
La séptima plaga es la desnutrición que ha hecho mella en la población infantil, donde la niñez indígena ha llevado la peor parte y por décadas se han venido muriendo por física hambre, cuando los usurpadores y asesinos de marras se han quedado con el dinero de los niños wayuú, arhuacos, koguis y wiwas, y hoy como escándalo nacional se ha denunciado todos estos casos aberrantes y casi se han convertido en un crimen de lesa humanidad.
La octava plaga que ha acabado con nuestros recursos naturales es la destrucción del medio ambiente que de manera impía tiene asolado los nacederos de vertientes hídricas, la flora y la fauna y pareciera que ‘La Profecía’ de la canción del inmortal compositor villanuevero Julio Oñate Martínez se estuviera cumpliendo a cabalidad.
La novena plaga es la corrupción alarmante, que reina en toda La Guajira, donde los recursos públicos han sido dilapidados, se los han robado de manera descarada y en la mayoría de los guajiros lo único que hay es dolor, pobreza y lástima.
La décima plaga es la estigmatización en que el Gobierno nacional nos tiene a todos nosotros como si fuéramos las peores ratas del universo. Hoy no sé si para desgracia o para nuestro propio bien, el gobierno nacional ha intervenido a La Guajira, aunque nos hemos desligado con el sector salud, gracias a las buenas acciones del gobernador Nemesio Roys y los representantes Alfredo Deluque y María Cristina Soto. ¡Válgame Dios!