En esas bodas de plata sonaron todos los acordeones haciéndoles honores a Enrique y a Rosita y luego el cura en la misa los colmó de bendiciones”, ‘Las bodas de plata’, Armando Zabaleta.
Este día lunes 8 de abril no es un día normal en el calendario santoral por la potísima razón que se celebran los primeros veinticinco años de vida sacerdotal de mi gran amigo el presbítero Jefferson De Jesús Ariza Ojeda quien por obra del Espíritu Santo es el párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen en el municipio de Maicao, un buen pastor de nuestra santa y madre iglesia Católica, Apostólica y Romana; un ser humano excepcional y con serias aspiraciones de ser ungido como santo cuando termine su circulación por este mundo.
Suficientes motivos hay para que hoy la Diócesis de Riohacha, Maicao y el cielo estén de fiesta y con el corazón vestido de púrpura y fantasía; su labor pastoral al servicio de la gente llevando consuelo ante la tragedia ajena, una voz de aliento a los afligidos y una orientación oportuna cuando la vida de sus semejantes es corcho en remolino lo han hecho merecedor de la admiración de sus conciudadanos y es agradable ante los ojos del altísimo, misión encomendada por el que todo lo puede desde el día de su nacimiento porque no es casual que haya venido a este mundo el domingo 28 de octubre de 1973, día de San Judas Tadeo, primo hermano de Jesús de Nazaret, hijo de una de las mujeres que acompañaron a la Virgen María junto a Jesús en el calvario.
Tampoco es mera casualidad que llegara a la tierra donde enterraron su ombligo el séptimo día de la semana, que dicen las Santas Escrituras que Dios lo escogió para renovar sus fuerzas, estaba de descanso, por eso tuvo suficiente tiempo para colocar la fresa al postre en el vientre grávido de su madre para que trajera a este mundo una criatura con vocación catecúmena y sacerdotal para dar cima y altura a la Iglesia en la tierra.
Evidentemente se cumplen los primeros veinticinco años desde aquel 8 de abril de 1999, desde aquel día cuando el padre Jefferson dio el Sí, protocolizando su compromiso sacerdotal con la complacencia de su familia, de sus amigos y la bendición del Espíritu Santo para iniciar esa relación de mutuo pechiche y complacencias con toda la feligresía en todos aquellos lugares a donde ha realizado su labor pastoral, y no podíamos esperar menos de él porque el día de su ordenación se estaba celebrando en España el ‘Día de San Dionisio de Corinto’ y hemos sabido que el significado de Dionisio es “El que se consagra ante Dios en la adversidad”.
Ese es él, nada le ha salido gratuito, ha construido ladrillo a ladrillo su buen nombre y logrado tener una fanaticada que lo escucha y lo respeta y para lograrlo ha tenido que afrontar muchas peripecias sin dudar nunca de la condescendencia de Dios para él, lo que ha fortalecido su íntima convicción para su total consagración al servicio del Señor.
Nuestro aprecio y consideración para él ha sido desde el día que nos vimos por primera vez permanente, incondicional y sostenida, no solo porque somos hermanos en la fe, y tomamos chiquitos agua de la misma corriente de la quebrada de Moreno que pasa por Monguí y Machobayo, sino porque por nuestras venas corre sangre de la misma gente ya que la abuela de mi padre era ‘la vieja Aya’, Adelaida Ojeda, madre de mi abuelo José Manuel Acosta Ojeda, una sobreviviente de la pandemia de Gripe Española cuando vio morir tres de sus hijos, hatonuevera de cepa, razones de peso para que haya llegado al corazón de nuestra familia para quedarse.
En el barrio El Carmen de Maicao huele a incienso mirra y sahumerio durante estas veinticuatro horas de alabanzas por la larga vida y fecundo porvenir que le brindará el pueblo al cura de la misa sabrosa; al prelado consejero de cabecera para las cabecitas locas; al Sacerdote que con la prédica enseña y con su predicación bendice, al digno representante de Pedro en la tierra del ‘viejo de la barba de maíz’.
Hoy la mismísima Virgen habrá de susurrar junto a sus oídos palabras de felicitación, de estímulo y de absolución, y desde el cielo los querubines dejarán escuchar con los vientos conmemorativas melodías para alegrar el alma colectiva, así es, la música endulzará en esta fecha y por el gran motivo el oído colectivo que agradecido acompañará esta magna celebración porque la música y el sacerdocio no son incompatibles sino complementarios.
Prueba de la relación umbilical entre lo musical y la Curia son las canciones vallenatas que muy seguramente harán bailar a Jefferson en las cuales nuestros compositores de música vallenata se han referido a los guías espirituales de nosotros, así podemos citar aquellas que hoy vienen a nuestra mente, además de la mencionada en la parte introductoria.
Por ejemplo, Rafael Escalona en ‘La custodia de Badillo’ sostuvo que “A mi compa Colá Guerra cuando tenga fiesta, hombre, que abra bien los ojos para vigilar, con una cuarenta y cinco en la puerta de la iglesia y a ninguno con sotana que lo deje entrar, y al terminar la misa que se ponga del cura pa’ abajo a requisar”. El mismo Escalona en la canción ‘El Casado’ dijo que “Soy un hombre completo de los pies a la cabeza y si alguno lo duda que me venga a medir, yo salí completico de la iglesia, nadita me quito el padre Joaquín”.
Calixto Ochoa en ‘Los Altares de Valencia’ manifestó que “Yo no vi pero la gente me dijo y por eso vengo a preguntarle, quiero que me diga el padre Pachito para donde iba a llevar los Altares”, el mismo Calixto después le hizo al padre Pachito una canción de desagravio la cual tituló ‘Perdóneme padre’ en la que le dijo “Yo tengo que confesarme porque hablé mal de un padre siendo un hombre tan honrado, por culpa de un comentario yo tuve que hacer un disco y hoy sé que todo es falso lo que decían de Pachito”.
En la canción ‘Mi sentencia’, que grabaron ‘Emilianito’ y Jorge Oñate, Wilson Sánchez Molina dijo así: “Recuerdo que un veintinueve de junio fue cuando un cura dictó mi sentencia, se apoderó sin piedad y sin clemencia la maldición que en el alma he llevado”.
La tapa de la cajeta la colocó Roberto Calderón en la canción ‘Esta es mi historia’ cuando dijo así: “Terminó el padre la misa ya casados están, preparado estaba todo y especial la luna en esa noche de amores, contestaron las preguntas de aquel ritual, dijo el padre ¿quién se opone?”.
Padre con la renovación de sus votos creo que ahora si perdió Libia Peñaranda las esperanzas de que usted rompiera el celibato con ella…¡Dios lo bendiga hoy y siempre!