Se leerá extraño el título de esta columna, no suelo escribir desde narrativas expeditamente desgarradas de dolor, sin embargo, estas letras no estaban planeadas y no hubiese querido escribirlas nunca, pero la vida nos entrega cada aprendizaje y hay que recibirlo con respeto y gratitud.
Esto lo escribí en el trancón generado por el represamiento de tractomulas a las afueras de Puerto Brisa, en jurisdicción del municipio de Dibulla, y por el accidente fatal que silenció la vida de tres mujeres (madre e hijas) Ligia Paola Ramírez Barragán y sus hijas Gianella y Sharith que eran estudiantes de Medicina; una situación que inevitablemente impacta el espíritu y nos recuerda lo que muchas veces olvidamos –que somos seres vulnerables y nuestra existencia no se limita a lo material–.
Ahí estaba yo, de conductora reflexiva haciéndome miles de preguntas en mi retorno del retiro que tuve en la sierra y en un lindo hotel de Palomino por celebración de mi cumpleaños, retiro propicio para seguir activando mis sentidos espirituales, regalarme amor y volver a reconectar con mi esencia; iba con mi familia y dialogamos respecto a que ese y muchos accidentes viales que suceden diariamente en La Guajira pueden ser evitables, no existe seguridad vial (vías terciarias en pésimo estado), irresponsabilidad de los conductores a las señales de tránsito, prepotencia de quienes transitan en carros grandes, entre otras razones que ponen en riesgo muchas vidas.
En este sentido, es preciso hablar de las ‘mulas’ estacionadas y en movimientos peligrosos sin ningún protocolo logístico alrededor de Puerto Brisa; escuché a muchas personas decir que el accidente fue la crónica de una muerte anunciada y lastimosamente fueron 3 muertes que duelen y mucho, que despiertan la empatía hasta del más indiferente ser humano y que llevan a considerar que es momento de que se tomen medidas efectivas y no limitarse a declaraciones de los funcionarios de las diferentes entidades o sectores involucrados, cada uno buscando justificarse y “quedar bien”, esto no se trata de quedar bien y de decir –X o Y entidad es la responsable– esto implica la unión de acciones que sean efectivas y que no cobren una vida más.
No pueden seguir las tractomulas con roles de dominio irracional, en el que adelantan en curvas e invaden carriles sin importarle la vida de quienes vienen confiados en la vía que le corresponde, estacionando sus gigantes automotores sin tener en cuenta el trancón que generen o conduciendo a velocidades que dejen a todos en peligro de ser estripados como ocurrió el día 6 de diciembre con una madre e hijas que regresaban al seno de su familia a pasar las vacaciones y el tiempo de Navidad, es que no y no se pueden normalizar que unos asuman el poder perverso que pone en riesgo a terceros.
Acá ya no se trata de acciones preventivas porque la tragedia ya ocurrió, sino de grandes estrategias correctivas y de no repetición para que ninguna persona más sea la cuota de tragedias que se pudieron evitar, estamos en un sistema capitalista y arrogante que deja a unos pocos en situación de privilegio y a otros muchos en condición de vulnerables.
Basta de normalizar los accidentes y las tragedias como temas que estremecen y tienen efectos mediáticos que siguen robando la paz de la ciudadanía, necesitamos despertar y ejercer veeduría hacia todos los entes, no es normal que sigamos siendo sujetos cosificados alejados de nuestra naturaleza de ser sujetos y sujetas de derechos, es que no se exigen regalos, sino que se pide la garantía de derechos que necesitamos todos y todas.
Esta es mi reflexión desde la empatía, el dolor, la reflexión y mi velita encendida por una guajira en equidad social en la que se proteja a su gente antes que a intereses particulares y capitalistas.
Cierro estas letras con el llamado a hacer más y a excusarnos menos, repito, no se trata de quedar bien, sino de hacer las cosas tan bien que no tengamos que buscar justificaciones y argumentos que siempre serán fallidos ante las tragedias que pudieron ser evitadas, basta de declaraciones como estas:
“Se había pedido a la Policía de carreteras que ejerciera acciones preventivas y sancionatorias para esas ‘mulas’ parqueadas ahí, y colocaran comparendos porque estábamos a punto de tener un accidente… y ocurrió”, indicó el director de Transporte de la Gobernación de La Guajira.
Puerto Brisa debe ser un escenario de esperanzas, sostenibilidad y grandes beneficios para nuestro territorio y no un caos logístico que convierta en todo un desafío transitar a sus alrededores.
Mi abrazo especial a la familia de las 3 mujeres fallecidas y la reiteración de mi compromiso en el aporte a la transformación social de La Guajira. Velita encendida por la vida.