En días pasados me abordó una conocida señora, se le notaba algo de angustia y ansiedad en su rostro, me dijo:
-“Señor Jorge, usted sabe que mi hijo toca acordeón, pero también está estudiando en la universidad, ayúdeme con este dilema que tengo”.
Solo alcancé a responder, algo desconcertado:
– ¿Cuéntame Patricia?
– “No encuentro qué hacer, de una parte, al muchacho le va bien en la universidad y va por la mitad de la carrera, y de otra, está tocando muy bien el acordeón y usted sabe que se avecina el festival vallenato del pueblo y el está emocionado porque quiere participar en esta versión”.
Continúa la señora con la misma cara de angustia, como esperando que yo le diera una respuesta anticipada.
-“…imagínese señor Jorge que ya ahorramos y conseguimos la plata para pagar la matrícula del próximo semestre, pero también me gustaría premiarlo, apoyándolo para que participe en el festival del pueblo y la verdad no sé qué hacer, ¿usted qué dice, será que arriesgo lo del semestre en los gastos del concurso, qué tal que se gane el festival?”.
Ahora la preocupación de mi amiga se me trasladó en su totalidad, de manera inconscientemente terminé rascándome la cabeza, intentando buscar una respuesta adecuada y entonces le pregunté también ansioso:
-¿Señora Patricia, y el muchacho si toca bien acordeón como para ganarse ese concurso?
Me respondió sin titubeos:
-“Mire señor Jorge, si yo tuviera la garantía de que el jurado no está arreglado y va a darle el puntaje que el muchacho se merece, yo invertía la plata del semestre a ojo cerrado, porque con el premio la recuperábamos, el asunto es que me dicen que últimamente en estos festivales traen jurados y concursantes ya con todo cuadrado”.
Se me ocurrió preguntarle entonces: -¿Y cuánto es lo que tiene que invertir en el muchacho para que participe?, hagamos cuentas sobre los premios a ver si quedando de tercero le queda para el pago del semestre.
-“Bueno, para pagarle al cajero y al guacharaquero son tres millones de pesos y me gasto otros $2’000.000 millones en pasajes y el instructor que lo va a preparar por 10 días, entonces ahí se me van los $5’000.000 millones que tengo para el pago de la universidad. Ahora, los premios son seis millones de pesos el primero; $4’000.000 millones el segundo y tres millones de pesos el tercero”.
Nos encontrábamos en plena vía pública, bajo un palo de mango, pero aún así la temperatura estaba insoportable, me limpié el sudor de la frente y mirando a doña Patricia a los ojos le dije:
-¿Sabe qué? no lo piense más, váyase ahora al banco y páguele la matrícula del semestre a ese muchacho, dígale que ahora que termine su carrera concursa en todos los festivales que quiera.
La señora madre del muchacho acordeonero, la única opción de recuperar los cinco millones de pesos que arriesgaría en los gastos de participación, era que el muchacho obtuviera el primer lugar del concurso, lo cual sería casi un milagro, sin padrinos, sin roscas y sin plata para lobby.
Colofón: ¿Dónde están los artistas vallenatos que aspiran en esta oportunidad a cargos de elección popular local? Sé que mi amigo, buen compositor y catedrático Luis Carlos López quiere ser alcalde de Manaure, Cesar, y me cuentan que tiene buenas opciones, lo mismo pasa con Ivón Rosana Manjarrez, la hija de mi compadre ‘Rafa’ Manjarrez en La Jagua del Pilar, La Guajira. Nuestro amigo Miguel Morales, que le gusta la Alcaldía de Valledupar, no ha salido al ruedo aún, ¿Será que se le mide?