Toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad; esto lo ordena la Constitución y de eso no cabe la menor duda; pero ¿cómo lo han reglamentado y la ha interpretado este Gobierno y los otros anteriores?.
Hoy por hoy no sabemos cuánto cuesta en pesos constantes y sonantes sostener el sector, difícil cuantificarlo, hace mucho rato, ¡años! Le faltan recursos al sector y esto se viene agravando por mucho paternalismo gubernamental, por los tentáculos de la corrupción que también infiltró al sector desde los inicios de la Ley 100 (buena pero corruptamente aplicada) sumando a los fallos de jueces y órdenes de la misma Corte Constitucional quienes fallaron y fallan a que todos los tratamientos deberían ser cubiertos y esto desató una población multiconsultante sin razón muchas veces y sin necesitar el servicio, un servicio mal utilizado en un alto porcentaje.
¿Qué existe un derecho? Sí, pero a qué costo, ¿cuánto costó unificar los planes subsidiado y contributivo?, ¿Se analizó un marco fiscal para ello? Muchos colombianos confiamos en nuestro sistema y esa confianza aumentó la demanda de los servicios en un alto porcentaje, eso disparó los costos y los ajustes financieros que se hacían tarde o no se hacían, como sucede en este Gobierno, como el de los presupuestos máximos que es un valor mínimo que el Gobierno debe pagar para financiar servicios no cubiertos por el plan de beneficios.
La corrupción en algunas instituciones como, proveedores, hospitales y clínicas que sobrefacturaban con la complicidad de algunas EPS responsables por las auditorias de facturas, que pasaban pero con un costo, la famosa ‘coima’; la telemedicina, pos covid, la tecnología debieron disminuir los costos pero no, sumado a los precios exagerados de los medicamentos y los jueces fallando a favor de la tutela muchas veces temerarias; como la salud es un derecho hay va creciendo el hueco.
Los servicios prestados por clínicas y hospitales en la pandemia, generaron grandes gastos que influyeron de una manera directa en la red pública y privada (hospitales y Clínicas) sobre todo los servicios de cirugías represados por prohibición en la era Covid. En los años 2.022 y 2.023 se le da una estocada peligrosa al sector con otras liquidaciones e intervenciones a las EPS con más afiliados en el país y con cierto prestigio; los afiliados de las liquidadas con enfermedades de alto costo fueron trasladadas a otras EPS sin ajustar el monto por afiliados a unas EPS que en su momento conservaban alguna sostenibilidad financiera.
Un ataque a un sistema que funciona, sin tener un remplazo claro, sostenible en el tiempo, que garantice una salud con calidad y oportunidad, caminamos al abismo, si con todos los hallazgos encontrados en las EPS y creer que con intervenciones y liquidaciones se resuelve el problema, estamos equivocados de la seca a la meca. Que hay que sacar del mercado a las EPS malas, hay que hacerlo, pero no hay que desconocer que hacer desaparecer quien hace el control a los prestadores, amarremos no los pantalones, porque lo que viene es peor que la factura de la luz, quedamos a la deriva porque los precios de medicamentos para tratamientos, los insumos y dispositivos se dispararán y no habrá un Chapulín que dirá y ahora quien me puede salvar.
Tal vez la estocada no la sentiremos con tanto dolor en lo que falta de este Gobierno, ni quizás en el que venga, pero que sucederá con los colombianos en los próximos 8 o 10 años?; EPS gestoras sin un papel, el control quien lo hará? Quien le hará seguimiento a los tratamientos entregados incompletos o no entregados?
¿Existirán los gurú en la SuperSalud y Ministerio de Salud para responderle a los colombianos por su salud? Son muchos los interrogantes, que no dan espera; en todo el país se prestan más de mil millones de servicios de salud al año, auditar y ordenar el pago de estas facturas se necesita un sistema de auditoria robusto y eficiente, si no se tiene, veremos sin lugar a dudas no un foco de corrupción si no una máquina de corrupción; el caso de los carro tanques le quedara en pañales.
¿Será que la historia de este griego se identifica con algunos mandos medios de gobiernos nuestros y que los afectaron o afectan?; el de Falaris de Agrigento quien vivió en la Grecia del siglo VI a.C. y gobernó la isla de Sicilia dejando importantes obras tales como estructuras de conducción de agua corriente, algunos caminos y el templo de Zeus en la Acrópolis.
No obstante, su inmensa egolatría, el desmesurado culto a su propia personalidad y su obsesión por el poder y el control sin límites, lo condujeron a autoproclamarse emperador vitalicio, pese a las advertencias de unos pocos y la creciente atrocidad y brutalidad de las decisiones y actos de la tiranía de su Gobierno, terminaron convirtiéndolo por siempre en símbolo de crueldad y tortura; si lo traemos a nuestro entorno, nos enfrentamos a una crisis sin precedentes, donde la que pagará los platos rotos será la salud de los Colombianos.