Actualmente el sistema de salud colombiano se financia con parafiscales, son las cotizaciones de los trabajadores del sector formal que financian buena parte de los gastos en salud del país; en 1995, cuando el país salía de la era del Seguro Social a la que nos quiere devolver esta reforma, sólo el 29,2% de los colombianos contaba con aseguramiento en salud, en 2023 la cobertura ascendía al 99%.
¿Por qué se necesita una reforma a la salud? Los síntomas: percepción negativa, desconfianza y falta de legitimidad en el sistema, negación de servicios y barreras de acceso, problemas de flujo de recursos esto es una realidad que no se puede esconder y parte de esto es responsabilidad de algunas EPS no todas. El sistema de salud tiene sus defensores y sus detractores; lo paradójico es que, al nivel del diagnóstico, y a pesar de sus visiones diferentes, las dos partes tienen razón; así están las dos caras de una moneda.
El Ministerio de Salud y Protección Social tiene razón cuando dice que el sistema de salud colombiano ofrece mucho a sus usuarios, en particular da acceso a tratamientos relativamente recientes, a pesar de que son tratamientos costosos y que, por otro lado, los colombianos pagan una fracción muy baja directamente de sus bolsillos. Los gastos de bolsillo, determinados por los mecanismos de copago y las cuotas moderadoras que son muy bajas en el sistema, lo que implica que, para un hogar colombiano es casi imposible ‘quebrarse’ por las consecuencias financieras de los riesgos de salud, el Ministerio tiene razón de subrayar lo anterior, dado que es un atributo muy positivo del sistema de salud colombiano, incluso que países desarrollados podrían envidiar.
Los opositores del sistema de salud tienen algunas críticas válidas; la realidad es que muchos usuarios del sistema de salud enfrentan en Colombia unas situaciones, que son más parecidas a una experiencia sacada de un libro de García Márquez que a otra cosa. Las trabas administrativas, generalmente igual de dañinas que innecesarias, impuestas por algunas EPS a sus usuarios, o la negación de tratamientos que deberían cubrir, los tiempos de espera demasiado largos para la consecución de una cita que puede ser urgente hace que en diferentes encuestas los usuarios se declaren insatisfechos con la calidad de la atención recibida y del sistema de salud en su conjunto.
Es muy importante que el Congreso, sea muy responsable y se mantenga firme ante la realidad, que implica defender un derecho fundamental de todos los colombianos como lo es la salud; el actual sistema de salud es el avance social más significativo de los últimos 40 años, a pesar de los esfuerzos que algunos hagan por convencernos de lo contrario con propaganda engañosa, acá no cabe meterle política a esto hay que ser muy serios y muy responsables en las decisiones de fondo; es la salud de los colombianos lo que está en juego, es la vida y de que hay que hacer ajustes hay que hacerlos, pero con toda la responsabilidad.Una de las pocas métricas en las que somos competitivos respecto a los países más desarrollados del mundo es nuestra red de prestadores privados, nuestras clínicas, que siempre están consistentemente entre los mejores, y en sus instalaciones se da otro fenómeno que hay que resaltar con mayúscula: se atienden por igual personas sin importar su estrato o sus ingresos, resuelven más del 70% de las necesidades en salud de los colombianos y no las han tenido en cuenta para que haga aportes en esta reforma.
El Exministro de salud Alejandro Gaviria desde los tiempos en los que lideraba la cartera, ha comentado que en Colombia ya existen varios sistemas sin EPS, basados en pagadores únicos estatales; los de regímenes especiales (las Fuerzas Armadas, el magisterio, el Inpec, entre otros), y todos ellos presentan un rendimiento inferior al del sistema que incluye a las EPS; estos sistemas estatales registran un mayor número de quejas por afiliado y muestran indicadores financieros más desfavorables: entre 2012 y 2016, el sistema de salud de las Fuerzas Armadas, completamente público, tuvo un déficit superior a los $700.000 millones para sus 679 mil usuarios, lo cual, por afiliado, superaba el déficit promedio del sistema de salud general.
La experiencia de Colombia con pagadores únicos en salud ha sido, por decir lo menos, nefasta; una reforma a la salud que pretende devolvernos a un pasado sin EPS, sin ofrecer alternativas mejores, solo puede ser explicada por una obstinación ideológica por encima del bienestar de los colombianos.
Las consecuencias podrían ser desastrosas e irreversibles, poniendo en riesgo la salud de todos. El hecho cierto es que en esta zozobra que se está viviendo, esta incertidumbre, está llevando al sistema de salud al colapso; no importa si la reforma no pasa en el Senado, porque para entonces las EPS ya no tendrán el músculo para moverse por la falta de un flujo de caja que le permita al sistema funcionar y los colombianos ahí, polarizados, utilizados como bobos útiles y otros que no son tan bobos, esperando como voy yo ahí.