Desde que se acabaron las casetas privadas en los pueblos y se implementaron los bailes populares en los parques, se viene presentando un problema concurrente con nuestros músicos vallenatos y es la confrontación sobre los turnos de presentación de cada grupo musical. Para nadie es un secreto que en fiestas patronales y festivales de toda índole que se realizan en corregimientos y cabeceras municipales a lo largo y ancho del Caribe colombiano, son los alcaldes quienes contratan, ahora mediante la modalidad de los ‘operadores’, a las agrupaciones musicales que amenizan la fiesta.
Una situación grave que se viene presentando con nuestros músicos vallenatos es que se volvió costumbre vender dos, tres y hasta cuatro bailes en una misma fecha, en distintos pueblos. Por poner un ejemplo el grupo acuerda tocar en Becerril a las diez de la noche, a la una de la madrugada en Chiriguaná y a las cuatro de la mañana en Chimichagua.
Es bastante común que lo que estaba programado para iniciar a una determinada hora, por múltiples razones se tenga que correr una o dos horas, lo cual hace que la agrupación no cumpla con las presentaciones en los horarios acordados. Esto también puede obedecer a imprevistos en los desplazamientos, como accidentes en la vía o cualquier otro contratiempo.
El asunto se complica porque a las otras agrupaciones musicales también se les presenta inconvenientes similares y se han dado casos en los que los músicos se han enfrentado, incluso a golpes, en la misma tarima, por el turno. Es un problema bastante complejo si tenemos en cuenta que en muchos de esos eventos se realizan concursos folclóricos, presentaciones de danzas y bailes. Muchas veces se tienen que sacrificar artistas locales para cederle el turno a una agrupación que tiene problemas con el horario y allí es donde los conflictos se incrementan y se vuelven inmanejables.
Ya se han dado casos de artistas que no se han podido presentar, porque se les cruzan los horarios y tienen compromisos en lugares bien distantes, lo cual se vuelve inmanejable. Los organizadores quedan mal con el pueblo, ya se han pagado anticipos y se ha incurrido en gastos por parte de la agrupación. En fin, esto se podría evitar y simplemente obedece a la falta de una buena planeación, pero además es consecuencia del afán que tienen muchos por hacerse ricos lo más rápido posible y supuestamente aprovechar su cuarto de hora.
Como dice el adagio popular, del afán no queda sino el cansancio, esta mala costumbre que viene haciendo carrera, ha traído accidentes, demandas, incumplimientos, peleas, enemistades e inclusive muchos artistas por andar corriendo sacrifican su buen nombre y no hacen buenas presentaciones que es por lo que deberían propugnar.
En esta columna ya hemos abordado el tema en varias oportunidades y hoy le reiteramos a quienes organizan festivales vallenatos en los pueblos, que no tiene ningún sentido que los concursos folclóricos se sigan haciendo en parques a pleno medio día, sin público por supuesto, mientras en las noches se sigan presentando la rapiña y conflicto de los horarios entre los artistas contratados.
Colofón: Hay un buen ambiente y gran expectativa con la versión 58 del Festival de la Leyenda Vallenata, homenaje a Omar Geles. Un ingrediente especial es el anuncio de su participación que ha hecho el excelente acordeonero Iván Zuleta, lo cual le pone pimienta al concurso de acordeoneros profesionales, que sin duda es una de los grandes atractivos del festival. Es cierto que la dinastía Zuleta merece tener por lo menos un rey. Amanecerá y veremos.