Stephen Hawking afirmó siempre que solo somos una raza de primates en un planeta menor de una estrella ordinaria pero podemos interpretar y entender el universo.
Lo anterior se puede interpretar como que los seres humanos somos animales pues hacemos parte de este reino aunque con diferencias como que razonamos, pensamos, escuchamos canciones de otros humanos y reímos.
En el comienzo lo que nos separó de ellos definitivamente fue que empezamos a enterrar nuestros muertos, a llorarlos, tener un lugar sagrado donde ir a visitarlos, llevarles flores. También decirles cosas que no tuvimos valor de decirles en vida.
Sin embargo, en cuestión de cuidar los cachorros somos muy similares, solo en algunos animales se ve violencia entre la madre y su cría. Pero en la gran mayoría de animales del mundo incluidos nosotros está latente el instinto animal de la preservación de la especie. A esto se suma que en el mundo salvaje, la hiena, por ejemplo, defiende a muerte sus cachorros, las leonas, las elefantas, igual. Lo mismo en las perras, gatas, gallinas, en los domésticos. Todas luchan por sus cachorros, acá florece el instinto de madre. El instinto animal al que me refiero es el que hace que en cada grupo, familia, bandada, cardumen o manada este presente preservar la especie. Cuidar sus cachorros, es labor de la hembra, eso no se aprende, viene ligado al ser.
Los humanos avanzamos un poco más y empezamos a cubrirlos con piedras para evitar que fueran devorados por los depredadores o aves de rapiña; posteriormente a enterrarlos en lugares sagrados o los humanos más modernos a cremarlos con el fin de seguir haciendo un homenaje a esa persona especial que hoy no está en este reino de los vivos.
Lo que es necesario recordar que para morir solo es necesario estar vivos, pues la muerte siempre nos respira en la nuca y siempre llega en el momento menos indicado y que no estamos preparados para este evento por mucho que la religión nos diga que vamos para el reino de los cielos donde todo es felicidad.
Aunque en nuestro país se celebra el día de los muertos el 2 de noviembre cuando se les recuerda con nostalgia y se ve muchas personas en los cementerios acompañando sus seres queridos que están en este campo santo donde se les pide, se les da gracias, se perdona y se pide perdón ya que la vida no es lo mismo sin ellos.
En síntesis, las personas estudiosas de la presencia y del poder de estar presentes en el aquí y el ahora nos recuerdan que tarde o temprano se morirá. No se debe recordar un día o una semana ni una temporada; se debe recordar siempre que se partirá, es decir, se morirá, es inevitable. El espíritu debe liberarse del cuerpo tarde o temprano así que no debemos apegarnos a nada ni a nadie. Esto le dará a la persona humildad y podrá vivir más intensamente.
Para concluir, aunque pienso como lo hacía nuestro nobel de literatura “uno no es donde nace sino donde comienza a tener sus muertos”; por lo general ocurre muchas veces que cuando surge esta calamidad familiar de perder a un ser querido casi siempre nos coge sin dinero. Entonces se vuelve todo un calvario este ritual. Por lo anterior, dentro del cooperativismo surge en Colombia poder afiliarnos a una asociación mutual donde podemos en módicas sumas mensuales ir pagando estos gastos de un evento que tarde o temprano va a tocar nuestra puerta. No podemos olvidar que la muerte también trae responsabilidades debido a que muchas veces por un mal cálculo se dejan una serie de bienes o deudas que va a involucrar a nuestra familia.