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“Yo siempre ruego a nuestra patrona que es la gran Virgen de Los Remedios que cuide siempre toda su zona y que la maldad no llegue a sus predios, aquí te canta Lenin para que gocen tus hijos, por ti luchare hasta el fin como todo un buen guajiro”
Grato iniciar nuestra crónica con motivos de la celebración de la fiesta madre de los festejos riohacheros con la preliminar transcripción del aparte correspondiente de la canción titulada ‘Riohacha’, de la autoría de Lenin Buenos Suárez que fue incluida en el LP ‘Mi viejo baúl’ grabado en 1971 por Ismael Rudas con su acordeón y su voz en la cual invoca la protección de la ‘Vieja Mello’ para su pueblo, y rememora la leyenda de la presunta maldición del padre Pedro Espejo a la ciudad.
Una vez más, la ciudad capital de La Guajira se viste de gala para iniciar y llevar a su culminación las fiestas patronales de su Virgen advocación de La Candelaria, ya ella susurró a los oídos del lugar más septentrional de Colombia las palabras dulces de la absolución y sus bendiciones y la ha bañado con la sangre de su hijo para limpiar su cuerpo y su alma para que ninguna desgracia la pueda detener en su propósito de volver a ser un buen vividero y cuna de hombres y mujeres decentes; es dos de febrero y nuestro corazón lo sabe, la sensación de alegría colectiva es contagiosa, el olor a pólvora y whisky nos recuerda que el alma popular está de fiesta y vestida de fantasía.
Hoy los sastres, las modistas, tejedoras de guayaberas y las diseñadoras de moda están con los ojos más pesados que frijoles de noche por el trasnocho, han dormido poco durante los días precedentes porque la celebración patronal es exigente, el escenario es el escogido por muchas y muchos para mirar, admirar y para ser admirados y admiradas, lo que exige un atuendo acorde con las circunstancias.
Decía mi padre que para verle la cara a la Virgen hay que vestirse a la altura de su grandeza porque es un momento muy sublime de categoría y protocolo exigente, por eso se preparaba con suficiente anticipación, una semana antes ya estaba guindado su nuevo vestido entero de saco, chaleco y corbatín para asistir al Tedeum y encontrarse y reencontrarse con sus amigos de invierno y de verano; hoy para la defensa decorosa de su legado allí estaremos, no para pedirle a la Virgen sino para darle gracias porque todo nos lo ha dado comenzando por la dicha de ser prolongación de la existencia de ese caballero de los talones a la mollera inteligente y leal y mi madre consentidora, emprendedora y abnegada que predicaron con el ejemplo de honestidad, que nos enseñaron a creer en Dios sobre todas las cosas y a valorar la riqueza intangible de la fe y el conocimiento.
No es el dos de febrero un día cualquiera en el calendario santoral. La Reina vitalicia de los altares riohacheros llegó a la ciudad para quedarse y por afortunada equivocación, ya que por orden de la Reina Isabel la Católica, Felipe II su nieto envió en dos cajas de madera sendas imágenes, una de la Virgen de Los Remedios destinada a Santa Marta y la otra para la Inmaculada Concepción para Riohacha.
Al puerto samario llegaron los dos guacales y por error fueron cambiados y así quedó el asunto y de acuerdo a las creencias de los estudiosos de las Santas Escrituras esa era la voluntad de la santísima Virgen y no se podía contrariar. Ese acontecimiento inesperado e insuperable sucedió en 1570.
Así estaba escrito. Vino a estas tierras para salvar a la ciudad de los eventuales ataques de piratas y corsarios a quienes después de haberse parapetado en cercanías de Camarones para atacar, se les apareció la mujer con la criatura en brazos que los aterrorizó.
Igual, milagrosa y buena, impidió que el mar Caribe embravecido, engreído en su utopía y sabedor de su inminente reino, devorara la ciudad durante la noche tempestuosa del 14 de mayo de 1663; aquel día emulando a Jesús cuando parecía naufragar con sus discípulos, reprendió los vientos y las olas y el mar volvió a la calma y después les preguntó ¿A dónde está tu fe?
De la misma manera ante lo que parecía inevitable, la desaparición de Riohacha y ya devorada la Calle de la Platería, los feligreses desesperados tuvieron la gracia de sacarla a ella del templo y llevarla de frente al león recién despertado, bravo y envalentonado, y ella dejó caer su corona de oro. De inmediato el mar se detuvo y la calma estuvo de nuevo, de ello dieron su testimonio pretéritos cronistas, presumimos que lo que se presentó que pudo ser un maremoto.
Sus milagros son muchísimos. El más reciente fue la liberación por parte de unos delincuentes de mi amigo Moisés Henríquez, privado de su libertad con fines extorsivos y liberado precisamente un 2 de febrero para que pudiera estar con los suyos después de haberse encomendado a ella; allí estuvo para dar su testimonio. No es casual que gente que no tiene en esta vida nada que perder, haya accedido a poner fin a su secuestro precisamente durante la celebración de ese día caro al espíritu de los buenos riohacheros.
Fue ella también la que durante la Segunda Guerra Mundial en 1943 salvó de la muerte en el campo de batalla a Miguel Pugliese, inmigrante Italiano que estando radicado en Riohacha fue llamado a las filas por el Gobierno de su país y tuvo que viajar allá para incorporarse y después de haber sido derrotado su Ejército, quedó en el piso y se hizo el muerto, y clamó la protección de su vida a la Virgen; así se salvó porque los aliados presentes en el lugar le propinaban tiro de gracia a quienes habían sobrevivido. A Riohacha regresó sano y salvo y dio su testimonio.
Hay más milagros porque en 1945 Pedro Pimienta Ramírez cuando preparaba su desplazamiento a la región de Arroyo Arena a donde estaba ejecutando unas obras, fue advertido por Florencia Valdeblánquez, su esposa, que no fuera porque era vísperas de la fiesta de la Virgen de Los Remedios. Él contestó ¿Tú crees en los santos que mean? Ella le dijo “Te va a castigar la Virgen”, él se fue, y desde que se internó por los caminos reales perdió la ubicación, duró dos días perdido y sin comer, desesperado pidió ayuda a ‘La Mello’ y se quedó dormido esa noche y soñó que una mujer con un niño cargado le ofreció un té, él lo tomó, y al despertar ya estaba orientado y fue recogido por Ramon Cayetano Toncel en una volqueta y lo llevó de regreso a casa. Al llegar, contó lo sucedido y su testimonio lo hizo conocer el padre José Agustín Mackenzie durante La Octava de la Virgen.
Tampoco podemos olvidar que se cumplen 215 años desde aquel día cuando el libertador de los mares, el almirante José Prudencio Padilla quedó cautivo ante los ojos de Dios por los encantos, donaire y la valentía de su novia Pabla Pérez Tapia, una hembra cartagenera de inteligencia brillante y cuerpo despampanante que lo atrapó hasta llevarlo al altar, él como fiel devoto de la Virgen de su pueblo, lo único que exigió para ese momento sublime fue que debía ser como sucedió el 2 de febrero de 1809, la pareja ideal llegó tiesa y maja al altar y contrajeron matrimonio en la Catedral Primada de Cartagena de Indias dejando así extendido en el recuerdo de todos la gran enseñanza que el pundonor, el amor y la fe no son incompatibles sino por el contrario complementarios.
¡¡Virgen de Los Remedios cuídanos y abre los ojos a tu pueblo ante las amenazas de tantas tempestades!!