Villanueva, la tierra bella, hoy convertida en cuna de acordeones por toda la trascendencia en su recorrido por el folclor guajiro en el presente llamado vallenato, siempre ha estado rodeada de una aureola que como las ninfas de la mitología griega, ha sido protegida por el ser supremo y por miles de ángeles en todos los tiempos de lo que ha sido y se ha constituido su historia basada en leyendas pero también en realidades que ocurrieron y continúan ocurriendo en su inmarcesible canto que como la sirena, se siente su eco en lontananza.
Sí, es la magia de Villanueva que ya en la real academia española era conocida como un poblado de indígenas por allá a partir de 1530. Luego fue fundada sobre esa población indígena en el año de 1562 por el encomendero Luis de Villanueva, de ahí su nombre y cien años después se cambió su nombre de San Luis de Villanueva por Santo Tomás de Villanueva.
La magia de Villanueva siempre ha estado presente en su devenir histórico. Cuando los españoles se establecieron en esta tierra por unas décadas, hicieron sus cultivos en lo que hoy se conoce como San Pedro y sus alrededores, además de lo que se conoce también como la Sarahita, todas ellas tierras muy fértiles y por eso fe que trajeron en el año de 1640 al Ingeniero Pedro de Zambrano para que en primera instancia desviara el río Villanueva, que por los indígenas pobladores se le conocía como el río Mekene y su cauce natural era por lo que hoy se conoce como La Granja Roja del exparlamentario Román Gómez Ovalle, de ahí la cantidad de piedras inmensas que adornan este paraje y seguía su curso por lo que se conoce como Calle de las Piedras, bajando por el ceibote y siguiendo su curso a las tierras ya mencionadas.
Pues si el ingeniero Pedro de Zambrano desvió el río y canalizó las acequias para que los cultivos de los españoles obtuvieran mejores cosechas, pero además los españoles trajeron esclavos para las tareas diarias de estos cultivos. La descendencia de estos esclavos, se establecieron en lo que es hoy el barrio El Hormigueral, de ahí que la mayoría de sus pobladores son de color negro. En esa época comenzaron a llegar los misioneros españoles, que ya en inicios de 1570 a 1590 comenzaron a construir la iglesia donde se encuentra actualmente con palma de cócora, esta fue quemada por los indígenas en 1581.
Después de tanta trascendencia y años, llega la magia del folclor en 1979, con la creación del Festival Cuna de Acordones, que en el presente llega a sus 44 años de creado. Esta es la magia de Villanueva que ni los oropeles de la política, ni los fanáticos de la subversión y del paramilitarismo le han podido quitar, porque las ninfas de este paraíso terrenal continúan protegiéndolo de las malas influencias y de la gente toxica que ha tenido este pueblo en más de 400 años. ¡Viva la magia de Villanueva!