«La vida le depara al hombre retos importantes, que tiene que saber sortearlos pa’ vivir tranquilo; hoy dicen que ‘Poncho’ Zuleta es aquel cantante que conserva sus tradiciones y no cambia de estilo. Y mientras ‘Poncho’ viva, el vallenato no cambiará de caudal, aunque hay muchos que sí lo han querido desviar, pero ya con el tiempo eso se va olvidando…”.
El aparte transcrito preliminarmente corresponde a la canción titulada ‘Puro vallenato’ de la autoría de Robert Oñate que fue incluida por ‘Kabeto’ Zuleta y ‘Luchito’ Daza en el álbum titulado con el nombre de esa obra musical que salió en febrero de 2012 interpretada a cuatro voces por él con sus hermanos Héctor y Andrés y su padre el hombre de las frunas. Fue un trabajo discográfico de aquellos que, no obstante que fueron grabados con esmero, buenas voces y un acordeón agradable al oído no tuvo la trascendencia ni la promoción que todos esperábamos.
En estos días cuando los protagonistas de la industria del espectáculo, particularmente los músicos y los empresarios andan más contentos que avispa potrocita sobre matica de tomates, se han suscitado miles de comentarios elogiosos para una canción de la autoría de ‘Chiche’ Maestre el patillalero, la cual se está bailando y cantando en todos los bailes, recochas, fogatas, paseos y verbenas de Carnaval y a donde sea con una afortunada interpretación de Élder Dayán con el acordeón de Lucas Dangond. Es de aquellas letras hermosas que cautivan y con desgarradora narración conmueven el corazón y erizan el pellejo de los oídos inteligentes, nos referimos a ‘Reina Guajira’, lo que está sucediendo con esa canción nos está dando la razón cuando hemos manifestado por radio y es nuestras crónicas que las agrupaciones nuevas estaban equivocadas cuando creen que para pegar, para proyectarse, para triunfar tienen que copiarse del género champetero.
Algunos colegas investigadores, folcloristas, y programadores de radio dentro y fuera de nuestros alares no estuvieron de acuerdo con mi apreciación cuando manifesté por distintos medios que el público estaba pidiendo letra, que el consumidor de música vallenata estaba exigiendo menos brincadera y más canciones de aquellas que posicionaron el género vallenato como el más vendido y de mayor penetración nacional, igual como el de mayor proyección en el exterior, comenté que el avance de la música popular tenía entre otras explicaciones que ellos ocuparon “con buenas letras” el espacio que el vallenato dejó en el interior del país fundamentalmente por dar prevalencia al ritmo sobre el contenido, cosa que aquel en lo local es exitosísimo y pegajoso pero para allá lo que se vende es otra cosa, y dando alcance a mis palabras escribí una columna el 9 de febrero de 2023 que titule ‘Me vale ver… ¡Vamos del vallenato de las letras sublimes, ¡al desastre total!’.Manifesté entre otras cosas lo siguiente: “Lo que está sucediendo en todo el país con ‘Me quito el nombre’, la canción de Roberto Calderón que, en Barranquilla está en el primer lugar del Hit Parade en la radio, no es producto del azar, es la respuesta del público, harto de escuchar cánticos livianos. Es la reacción de las nuevas generaciones, que no están dispuestas a seguir tragando entero, saben de letras y al escuchar lo que se hacía en el pasado, inédito a sus oídos, lo valoran, lo acogen y les gusta”.
Evidentemente, el tiempo me está dando la razón. ‘El Chiche’ está dando sopa y seco con su obra ‘La reina guajira’, con un tema romántico, conmovedor y evocador de los amores del pasado, acogido con entusiasmo por jóvenes y generaciones que les antecedieron que vale la pena escuchar porque además el vástago del ‘Cacique de La Junta’ sacó su casta para exhibir una afinación exuberante y un sentimiento que evidencia que siente el canto que le encomendaron compartir con los melómanos de Colombia y el mundo.
Los guajiros nos sentimos particularmente honrados con que nuestras mujeres y el nombre de nuestra tierra haya vuelto a ser importante en lo que se está grabando, eso nos trae a la mente otras canciones exitosas que refiriéndose al amor, al desamor, a los amigos y al contrabando mencionaban a La Guajira, fueron y siguen siendo recurrentes en la radio colombiana como ‘El contrabandista’ de Sergio Moya, ‘La golondrina’ y ‘El almirante Padilla’ de Escalona, ‘El cardón guajiro’ de Leandro, ‘Orgullo guajiro, ‘Documental guajiro’ y ‘El cantor de Fonseca’ de Carlos Huertas, ‘Maricela’ y de Luis Enrique Martínez, ‘Volví a llorar’ de Amílcar Calderón, ‘Benditos versos’, ‘Desenlace’ y ‘En la tierra mía’ de ‘Rafa’ Manjarrez, ‘El cantor de los indios’ y ‘Yo soy el indio’ de Romualdo, ‘El guajiro enamorado’ William López, ‘A mi guajira’, ‘Con el alma en la mano’ de Marciano Martínez.
‘Vengo de La Guajira’ de Hernán Urbina Joiro, ‘La vida de ‘Poncho’’ de ‘Poncho’ Zuleta, ‘Grito en La Guajira’ de ‘Beto’ Murgas, ‘Caminos de mi pueblo’ de Edén Vizcaino, ‘Soy guajiro’ de Julio Oñate Martínez. Y muchas más.
Nuestros reconocimientos a Silvestre Dangond, ‘Churo’ Díaz, ‘Rafa’ Pérez y Élder Dayán, entre otros de las nuevas generaciones que han puesto nuevamente los pies sobre la tierra, pusieron el oído al suelo y convencidos que la brincadera gusta pero no a todo el mundo han incluido en sus nuevas producciones algunas canciones que merecen ser escuchadas, desde luego lo de ‘Reina guajira’ merece un capítulo especial.
Doblemos rodillas ante Dios para que los otros intérpretes que están de moda le sigan los pasos y sigan grabando las bellísimas canciones que siguen haciendo los compositores fieles al vallenato que la Unesco declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Todos tenemos el compromiso ineludible de actuar en la defensa del verdadero vallenato, y quienes quieran irse por los atajos están ejerciendo su derecho de hacer de su rabo un pote pero que le pongan nombre a esas locuras, porque estoy de acuerdo con Rita Fernández Padilla cuando dijo en un conversatorio en el cual interactuamos en San Juan que “No todo lo que se toca con acordeón es vallenato”. Hasta que llegue porque un súbito mareo me ha interrumpido. Dios los bendiga.