La crisis político-institucional que nuevamente vive La Guajira con la nulidad de la credencial del gobernador Nemesio Roys, evidencia con claridad meridiana que estamos frente a un nuevo escenario que requiere un nuevo programa de gobierno y un nuevo Plan de Desarrollo Departamental, como consecuencia de las próximas elecciones atípicas y el voto programático.
Como bien lo decía mi abuela, vuelve el perro y muerde el cuero. En ese nuevo modelo de desarrollo que deberá proponerse, además del enfoque diferencial, deberán identificarse de manera concreta los problemas recurrentes y estructurales que no le han permitido a la población disfrutar de un mejor bienestar, ni mejores índices de desarrollo humano, ni mejorar su calidad de vida, para seguir enfrentándolos como el gran desafío a superar.
Hay que reconocer que el gobernador tenía una clara visión del desarrollo del Departamento, y que, el Plan de Desarrollo ‘Unidos Por el Cambio’, convocaba a todo el territorio y su población, con su idea motivadora de cambio. Esperamos que no quede como muchos otros planes, adornando los anaqueles de la biblioteca departamental con anuncios incumplidos, sino que haya quien le dé continuidad.
Ahora debe formularse un nuevo Plan de Desarrollo como un instrumento estructurante y de primer nivel con un horizonte de largo plazo.
Este nuevo Plan de Desarrollo en el direccionamiento político y estratégico deberá asociar las estrategias y programas banderas para la focalización del gasto público en los requerimientos de inversión social y en el mejoramiento de la calidad de vida de la gente.
La crisis humanitaria asociada con la pandemia del Covid-19, el crecimiento desbordante de las trampas de pobreza, la falta de un empleo digno y decente para la población y la poca capacidad adquisitiva, confabulados con una alta tasa migratoria y de víctimas del conflicto, indican que hay que voltear la mirada hacia la gente y hacia lo social.
El Departamento del 2040 debe apuntarle a la reconstrucción del tejido social. La población está empobrecida y necesita que se le apoye con proyectos productivos y de emprendimiento, hasta convertirnos en un departamento emprendedor y agropensante. Requerimos de gobernantes futuristas que sean visionarios y progresistas y que inviertan recursos y esfuerzos en el desarrollo de la sociedad del conocimiento y en el emprendimiento, con carácter sostenible. Nada de pan para hoy y hambre para mañana.
El nuevo Plan de Desarrollo para el 2021-2023, sería la herramienta atípica de planificación estratégica que defina las acciones esenciales para el proyecto de desarrollo social y económico del Departamento en esta coyuntura pandémica. Además, sería la carta de navegación con énfasis en un nuevo orden departamental en medio de la crisis y las angustias de la pandemia y la postpandemia donde se consignen en términos generales los lineamientos, los objetivos y los criterios de desarrollo con una nueva visión de largo plazo.
Esta herramienta de planificación debe ser de carácter propositivo y que contenga las intenciones generales a futuro del gobierno atípico que llegue al palacio de la marina y de la sociedad civil que lo valide.
Así mismo, que permita la revisión, monitoreo, evaluación y articulación con el Plan de Desarrollo que se encontraba en ejecución, lo mismo que, su adaptación de acuerdo con las necesidades de la dinámica del desarrollo en el nuevo orden mundial, nacional y departamental, en armonía con la academia y la propia sociedad civil que va demandando su precisa adecuación.
El marco de referencia deberá apoyarse no solamente en los planes de desarrollo que le anteceden, sino también en el Plan de Acuerdo estratégico departamental en ciencia, tecnología e innovación y su articulación con el Plan Nacional de Desarrollo precisando una visión compartida con metas ambiciosas pero aterrizadas.
El cambio debe continuar, es verdad, pero más allá de los discursos y las ejecutorias. Insisto en que, los guajiros debemos pensar en grande, rompiendo barreras mentales y saliéndonos de la convencionalidad y la rutina para transformar este entorno que nos rodea y nos arrebata la fe y la esperanza.
Apuntándole a seguir cambiándole la imagen a La Guajira, apostándole a megaproyectos de impacto y transformación de largo plazo, diversificando nuestra materia prima y generando valor agregado a nuestros cuantiosos recursos naturales para que se vea la siembra de las regalías.
En adelante, debemos transformar agresivamente a La Guajira en los sectores, agropecuario y agroindustrial, medioambiental, turístico, los recursos del mar y el océano, las energías renovables, la logística y los hidrocarburos, esa debe ser la gran apuesta.