“Yo tengo que confesarme, pa’ sacarme este pecado; porque hablé muy mal de un padre, siendo un hombre tan honrado. Por culpa de un comentario, yo tuve que hacer un disco y hoy sé que todo era falso, lo que decían de ‘Pachito”. A propósito del tema que ocupa nuestra atención vino a mi mente la canción de desagravio que Calixto Ochoa hizo en 1967 ‘Perdón Padre Pachito’, por haber grabado inicialmente la canción titulada ‘Los altares de Valencia’ en la cual dijo que él iba a hacer con los altares de la Parroquia de su pueblo “lo que hizo Judas con Jesucristo…a venderlos”, precisamente 58 años después, también en La Guajira tenemos un prelado ‘Pachito’ que funge como máxima autoridad episcopal en lo que desde el 4 de diciembre de 1952 hasta el 16 de julio de 1988 se denominaba Vicariato Apostólico de La Guajira.
Evidentemente monseñor Francisco Antonio Ceballos Escobar, obispo de la Diócesis de Riohacha, en buena hora ha convocado a un diálogo social para buscar una salida a las múltiples crisis que hoy agobian a La Guajira y a los guajiros, su palabra es en este momento crucial para la más importante de las ‘IAS’ que es la ciudadanía como el foco cabezón de tres pilas que se enciende en el momento de la súbita oscuridad, no solo es necesario, pertinente y conveniente ese diálogo sino urgente antes que la península implosione agobiada por tantos motivos para la desesperanza.
Es indiscutible que como ya lo habíamos dicho, nuestro Departamento (Aclaro no la Gobernación) es en este momento un corcho bien liviano en medio de un endiablado remolino que si no se le presta atención se convertirá en tornado, todo potenciado por la corrupción, las ambiciones, la envidia y la indiferencia, no hay que decirse mentiras la maldición para nuestro terruño ha sido lo que para otros lugares es una bendición, que Dios haya guardado en su suelo un día de inspiración recursos naturales no renovables que producen riqueza económica pero que por desgracia nos ha colocado en la triste realidad de la pobreza moral.
No hay duda que se requiere un diálogo sincero porque ya lo ‘genuino’ lo perratearon porque los que más hablan de él son los predigitadores del maculado manejo de los recursos públicos, los cómplices de los saqueadores que se aprovechan de las minorías para engordar los bolsillos de algunos criollos y de muchos forasteros, toca sincerarse, poner las cartas sobre la mesa y hacer un acto de contrición porque ya está bueno.
El diálogo es el mejor medio para tender puentes entre personas que piensan diferente, es el instrumento eficaz para aunar esfuerzos frente a las posibilidades que se tienen de lograr objetivos comunes y de beneficio colectivo y es eficaz además para desarmar los espíritus de tal manera que la fuerza de los argumentos vuelva a ser más importante que el argumento de la fuerza, no es posible que en este Departamento que por su situación geográfica ofrece tantas potencialidades para su desarrollo socioeconómico haya tanta miseria, los recursos no han faltado lo que sucede es que han sobrado manos indelicadas porque desgraciadamente y tal como ya lo hemos dicho en otras oportunidades los proyectos económicos al haber sustituido los proyectos políticos han convertido al Estado en fuente de enriquecimientos injustificados y de incuria oficial llevándose por delante los principios éticos justamente heredados de nuestros mayores.
Pensamos que el diálogo, con cafecito o sin él, debe incluir en la agenda la necesidad de gestionar la creación de una Comisión de la Verdad para establecer con meridiana claridad y con toda transparencia qué pasó aquí porque nadie entiende por qué razón en La Guajira nuestros hermanos wayuú se siguen muriendo de sed si el Gobierno nacional con el aplauso de sus áulicos locales propicio el endeudamiento del Departamento con un crédito multimillonario en dólares para un embeleco con serias sospechas de concierto para delinquir al que llamaron rimbombantemente ‘La revolución del agua’, iniciativa supuestamente destinada a garantizar el acceso a agua potable, mejorar la salud y la desnutrición y la dignidad de nuestras comunidades indígenas, inexplicablemente sus supuestos beneficiarios siguen muriendo de hambre y de sed.
Igual en sucesivos gobiernos se han destinado recursos muy representativos para la seguridad alimentaria de los niños niñas y personas de la tercera edad, pero hace parte del paisaje la desnutrición que nos avergüenza a todos no obstante que además llegan puntuales las transferencias de recursos de los Resguardos Indígenas, esa vaina merece una explicación y consideramos que con toda la plata que aún se sigue invirtiendo en diagnósticos, sobrediagnósticos, fletes de carros, viáticos, refrigerios y almuerzos que se han gastado y se siguen gastando ningún perro estaría durmiendo en los fogones de las rancherías en las comunidades wayuú.
Monseñor debería solicitar que se abra la discusión entre todos mirándonos a los ojos y se examine peso a peso qué se hizo, qué se está haciendo y qué se va a hacer con tanta plata que ha llegado, qué se ha invertido y qué se está ejecutando con destinación especifica a agua potable, seguridad alimentaria y salud en las comunidades indígenas de La Guajira porque lo que se está presentando es inexplicable, los derechos constitucionales fundamentales existenciales están siendo objeto de violación sistemática y colectiva mientras los anuncios de nuevos programas, inversiones y comisiones de viajeros ocupan todos los días titulares en radio, la prensa y televisión, como si fueran más importantes los contratos que la vida de miles de inermes seres humanos.
Tenemos justificadas razones para el optimismo, tenemos fe que ese ejercicio ecuménico a varias manos contribuirá al restablecimiento del orden y el rescate del valor de la solidaridad en la región, los enemigos de los pobres no pueden seguir siendo los mismos pobres, se requiere un alto en el camino, las instituciones del Estado deben estar al servicio de los derechos e intereses colectivos y los ciudadanos en su derecho de reclamarlos no pueden violentar los derechos constitucionales fundamentales de sus semejantes, el tema de los cierres viales le acabaron la paciencia a la gente, la indiferencia de muchos sectores sociales frente a las penurias de sus conciudadanos debe llegar a su fin, se requieren esfuerzos de todos, de lo contrario la olla de presión social estallará y decía mi abuelo que lo bueno es para el dueño y lo malo se reparte.
¡Hay que acompañar a monseñor ‘Pachito’ en su cruzada por la sensibilidad social y el diálogo verdadero y eficaz!