Invadiendo terreno de mis colegas Hernán Baquero y el ‘Nene ‘Acosta – graduados de doctos en vallenatología – y a riesgo de cometer una herejía voy a referirme a la evolución de la música vallenata, contrastando el vallenato clásico con el llamado de la ‘Nueva Ola’, y tengo que decir que siendo yo de la generación 60 el recuerdo que tengo de la música vallenata de esa época es la que tocaba ‘Alejo’ Durán, ‘Juancho’ Polo, Calixto Ochoa y Alfredo Gutiérrez, con quienes crecí escuchando su música y por eso soy del vallenato de la vieja guardia.
Me gusta el vallenato clásico porque es natural, conserva sus raíces autóctonas que lo inspiran, me sabe y huele al campo, es narrativo de las costumbres y tradiciones populares, las vivencias del hombre costeño; porque le canta a la naturaleza, al amor, la mujer, la amistad, la alegría y el dolor. Es un vallenato con alma, sentimiento y sabor rural, si se me permite la expresión es un vallenato “corroncho”.
En los 70 ‘Los Zuleta’, Jorge Oñate, Diomedes Díaz y el Binomio de Oro le dieron al vallenato un estilo más moderno, producto de un sonido mejor elaborado en los estudios de grabación y otros instrumentos agregados, así como la aparición del cantante separado del acordeonero. Este vallenato moderno no se desliga del todo de sus raíces y esencia originales.
En los 90 Carlos Vives con su pinta de hippie rockero toma el vallenato clásico y lo adapta a una especie de Rock criollo, lanzando el álbum ‘Clásicos de la provincia’ un compendio de los mejores vallenatos clásicos donde destaca ‘La gota fría’ del viejo Emiliano Zuleta, logrando posicionar el vallenato en el concierto internacional y marcando una diferencia con el vallenato clásico y el moderno.
La tercera evolución surge con la llegada del nuevo milenio cuando irrumpen los jóvenes de la ‘Nueva Ola’, quienes a diferencia de los juglares tradicionales tienen una influencia más urbana por la culturización de la ciudad. Fueron artistas que emigraron a las grandes urbes a estudiar dejando atrás sus costumbres provincianas, modo de ser, de vestir, hablar y pensar. Destacan en este grupo Kaleth Morales como precursor del nuevo estilo, Silvestre Dangond, Luifer Cuello y ‘Pipe’ Peláez. El vallenato de la ‘Nueva Ola’ es interpretado por jóvenes caribonitos que adoptaron otras formas y costumbres, cuidan su presentación, algunos fueron a la universidad, visten y hablan como la gente joven que gusta de su música aunque las letras de sus canciones no digan mucho. Es un vallenato comercial, distinto del clásico y del moderno.
La canción ‘El Verano’ de Alejo Durán que dice: “Vengo a decirles compañeros míos ¡Llegó el verano!… ¡Llegó el verano! Luego verán los arboles llorando viendo rodar sus vestidos”, es una hermosa poesía costumbrista hecha canción que utiliza la metáfora para describir el vestido de los árboles que son sus hojas verdes en el invierno, que mueren cuando llega la sequía. En el tema de moda ‘Me tiene pechichón’ de Silvestre Dangond, este canta: “Ay, ay,..Me tiene pechichón chón, chón, Me tiene sabrosón són, són..”.
En los versos anteriores podemos contrastar el vallenato clásico con uno típico de la ‘Nueva Ola’ y apreciar como el primero tiene poesía, letra y música, mientras el segundo es un estribillo pegajoso para bailar y brincar como le gusta a la muchachada que se “espeluca” con esta música, más de estilo y gusto urbano. El vallenato tradicional se destaca por la poesía de sus letras, armonía musical y metáforas lindas, mientras el vallenato de la ‘Nueva Ola’ sin importar tanto la calidad de sus letras es más un producto comercial creado para vender, por eso las canciones viejas perduran por su calidad no así las de la ‘Nueva Ola’ que son pasajeras y se olvidan rápido.
A partir de nuevos instrumentos a los originales de caja, guacharaca y acordeón arrancó la evolución del vallenato. El vallenato como fenómeno cultural dejó de ser marginal, de un contexto rural evolucionó a uno más universal gracias al talento de los viejos juglares y a nuevos intérpretes que lo han llevado a ser aceptado por todas las clases sociales, similar a lo que sucedió con el Tango argentino que de los arrabales populares del gran Buenos Aires saltó a las marquesinas de los grandes teatros. La evolución del vallenato es un proceso natural de cambio que sufre todo fenómeno cultural para adaptarse a otras realidades y épocas donde la música no es la excepción, por eso no se puede comparar el vallenato clásico con el nuevo porque son de tiempos y contextos diferentes, sencillamente cada uno es bueno para su tiempo y generación.
Las redes sociales y plataformas digitales han contribuido a la divulgación masiva y a la evolución del vallenato facilitando la fusión con otros artistas y géneros musicales, y festivales como el de Francisco el Hombre han promocionado a jóvenes talentos y contribuido también hacia un nuevo vallenato. Gracias a su evolución, que ha sido algo bueno, el vallenato hoy se escucha y baila en gran parte del mundo, pero la vieja guardia seguimos fiel al vallenato clásico y la juventud brincando, bailando y recochando con la ‘Nueva Ola’; y como todo tiempo pasado fue mejor, yo me quedo con mi vallenato tradicional en compañía de mi compadre Old Parr.