El rol del contador público en Colombia frente a la Dian ha ido escalando a una especie de “desafío” debido al papel que deben cumplir los profesionales contables en el país, con base en las responsabilidades legales que se le han ido asignando.
Aunque el contador público es una especie de mediador entre la Dian, los empresarios y las personas naturales, el ejercicio profesional ha ido cayendo bajo una lupa coactiva, al punto de darle un tratamiento de cómplice.
No son pocas las controversias que de manera constante se presentan, en múltiples aspectos, y todas convergen en entorpecerles el trabajo.
Entre algunos de los problemas creados por la misma Dian está el relacionado con un sistema informático obsoleto, y que generalmente esta fuera de las condiciones óptimas que debería prestar, para facilitar el trabajo a los contables y de paso a las empresas y particulares en Colombia.
En este aspecto, en pocas ocasiones, los contadores públicos tienen que trabajar de manera “primitiva”. Sin embargo, a la hora de exigir el cumplimiento de las normas, la Dian es implacable con los contadores públicos.
Los problemas devenidos de la falta de modernización se han visto de forma más acusada en este periodo de pandemia, donde la atención presencial en las oficinas de la entidad se trasladó al sistema virtual: “los sistemas colapsan y eso obliga a que los contadores públicos tengan que ir hasta las oficinas de la Dian para obtener soluciones o trabajar desde sus casas”.
El ineficiente sistema informático de la Dian que está en “proceso de modernización” retrasa el trabajo de los contadores públicos: “Pasamos horas y a veces hasta días esperando que la página web funcione para cumplir con las obligaciones, el problema es que luego las sanciones recaen sobre nosotros”.
De tal manera que se ven avocados a un sistema de sanciones injusto; es un régimen sancionatorio casi criminal, a quienes ejercen esta profesión, que repito viene a ser el “mediador” de las empresas y las personas naturales ante la Dian. Hay sanciones que tienen hasta carácter confiscatorio.
Lejos de facilitarles el trabajo, el estado se convirtió en un ente que vigila para sancionar y no para ayudar a corregir los problemas, de tal manera que la actividad del contador público parece que constantemente está bajo “sospecha” ahogada en un mar de sanciones. Actitud de cierta forma desagradecida de la Dian.
No digo con esto que la actividad no sea regulada, ni mucho menos que no haya sanciones para quienes no generan números reales y honestos. Lo que digo es que no nos pongan trabas para el ejercicio de nuestra profesión.
Otra cuestión que desde el estado ha venido acrecentando el trabajo del contador público y, sin embargo, no le genera más ganancias es el reporte de la información exógena, que aumentó la cantidad de trabajo que debe realizar el contador público, y siempre por el mismo costo. A partir de allí, por cuenta de la Dian el trabajo del contador público no ha hecho más que incrementarse en cantidad para seguir devengando lo mismo; porque generó un abaratamiento en el trabajo.
La tarea del profesional contable es imprescindible para la sociedad, y tan importante como el médico de familia, el abogado privado, entre otras profesiones.
Llevar en orden los números de las empresas y las personas naturales no es un trabajo sencillo, y menos cuando el usuario ve en nosotros alguien que viene a “salvarlo” de ese mar de documentos contables que hay que poner en orden.
Llegó la hora para que la Dian se haga un examen y modifique sus relaciones con la profesión contable haciéndolas más amigables y brindarles un mejor trato.
A la Dian hay que quitarle las funciones sancionatorias contra los contadores públicos y que dicho régimen sancionatorio se concentre en la Junta Central de Contadores, siempre que sean como consecuencia del ejercicio profesional.
Reitero mi voluntad irrestricta de reivindicar la profesión contable desde el Congreso de la República, y dar la batalla para brindar a mis colegas los instrumentos para hacer más amable la actividad contable. Y como dijo el filósofo de La Junta: “se las dejo ahí”…