La costumbre sanjuanera de entregar el corazón se evidencia más en el mes de diciembre cuando el pueblo sanjuanero se viste con atuendo de festival. Ya comienza el Festival Nacional de Compositores, versión número 45, del 9 al 11 de diciembre, en homenaje en esta ocasión a la composición vallenata.
Este es el certamen que mejor le hace marketing a la tierra prolifera de compositores de música vallenata. Es esta la vitrina donde se coloca en escena con todo el estado del arte, el arte de crear, arreglar, montar y componer una canción a ritmo de caja, guacharaca y acordeón alemán.
La musa es el propio pueblo, su naturaleza y sus costumbres. La Luna Sanjuanera, el Río Cesar y su hermoso valle, la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, lo mismo que, la Reserva Forestal Protectora de Cañaverales y sus aguas diamantinas, hacen parte de esta grata costumbre de entregar el corazón. Sus calles y amplias avenidas llenas de encantos, alegrías y poesías, hacen de San Juan un pueblo mágico y exótico que inspira a sus hombres y mujeres a cantarle a la vida y al amor. Sus centros poblados, corregimientos y veredas, se constituyen también en la ruta de donde nacen las canciones, pa la cordillera arriba está Guayabal y allí nació La Guayabalera de Isaac Carrillo.
En la ruta de La Junta, entre pencas de fique, lomas y sabanas nace la idea pionera de serenatear en la ventana marroncita adonde duerme la mujer adorada del cantor campesino llamado Diomedes Díaz, el Cacique de La Junta. Del mismo modo, con guitarra en mano y aspeado en un viejo ventanal a la luz de la luna de diciembre, Roberto Calderón le cantó a la costumbre sanjuanera de entregar el corazón y se convirtió en el trovero y cantor de este pueblo con su canción Luna Sanjuanera. La Lengua Sanjuanera, canción que hiciera celebre el maestro Rafael Escalona en la voz y acordeón de Alfredo Gutiérrez, marcó la impronta de este pueblo como un municipio que come prójimo y en el diario acontecer habla de la humanidad y los sucesos del día a día con pasión desenfrenada. En San Juan compone canciones desde el más humilde ciudadano hasta el más eminente de la sociedad, aquí no hay estrato, ni edad, ni género que impida abrazarse con la musa y contarle al mundo en cuatro o más versos, de que está hecha la tierra de donde nacen las canciones del vallenato. En este pueblo quien no ha hecho una copla, un verso de cuatro palabras o no tararea una canción vallenata con un silbido armonioso no es sanjuanero.
La inspiración nace de contemplar la belleza de la mujer, desde sus curvas de reinas en su cuerpo torneado, hasta sus ojos de cielo y sus labios carmín que enamoran al poeta con las cabelleras azabaches que descuelgan por sus caderas. La contienda del repentismo y los versos en décima y cuatro palabras para contrapuntear y armar una piquería mostrando la destreza para defenderse y responder con el verso oportuno y a la mano, también hace parte de la costumbre de entregar al corazón. Hoy recordamos a El Curita Vega y a Rubén Toncel, El Turpial de Pondorito, verseando con alguien. Lo mismo, vemos a Alcides Manjarrez y a José Félix Ariza, haciendo respetar nuestro patio con el concurso de piquería en el Festival.
Las calles de San Juan llenas de alegría y de colorido con bailes de Piloneras, la caja, guacharaca y acordeón, lo mismo que, La Guitarra en el hombro, son el escenario de diciembre en la víspera del festival. El saludo efusivo, el abrazo espontáneo, los brazos abiertos para recibir a paisanos y vecinos con un trago de licor, la hospitalidad, la gastronomía típica de la sazón local, también dan cuenta de un pueblo que tomó la canción vallenata como el producto de su esencia vital que moviliza la economía y el sector cultural y le ha dado fama y renombre al municipio de San Juan.
Las típicas peleas de gallos, la exposición de bovinos y ovinos, las parrandas debajo del palo de mango, la parrilla de compositores de la más alta gama y el reencuentro de amigos de la vieja guardia y el folclor, también hacen parte de la vieja y tradicional costumbre de entregar el corazón. San Juan es Tierra de Poetas y compositores, de ensueño y fascinación, y en diciembre, abre sus puertas y sube el telón para rendirle culto y homenaje a su majestad la canción vallenata.