Por Hernán Baquero Bracho
En el evangelio de Mateo (13, 36-43) está la parábola del título de esta columna, cuando los discípulos se acercaron a Jesús a decirle: “Acláranos la parábola de la cizaña en el campo”. Él les contestó: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo; el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.
Hermosa parábola que se hace presente con lo que está sucediendo, no solo en Colombia, sino en La Guajira y Villanueva no se escapa de esta vorágine que como la mala hierba, crece de manera silvestre, esa cizaña de forma desbordada en nuestro pueblo. Como la cizaña que son los partidarios del odio, de la calumnia, de la mentira, de la mala información, mala energía, que pareciera el mismo demonio, tiene sus cizañadores que se encargan de recoger esa mala semilla, para irrigarla en todo el municipio para que florezca el caos y la desolación, y de manera rauda puedan reinar dentro de esos parámetros anteriormente señalados que es el alimento preferido de ellos, que les alimenta el alma y el corazón que ya lo tienen encallecidos de tanta maldad y odio.
Los cizañadores de marras de La Guajira y en especial de Villanueva, han sembrado esa cizaña que, como la mala hierba de un cultivo, quiere apropiarse de la buena semilla, que es la gente buena de este municipio, de gente bella, noble y querida, ante todo, temerosa de Dios, pero que hasta ahora no han podido, porque esa misma gente buena les ha venido aplicando la matamaleza apropiada, para extirparla de nuestros corazones a través de las oraciones.
La cizaña que floreció y trajo malas cosechas en tiempos pasados, como fue la subversión y el paramilitarismo, fue extirpada gracias a las buenas acciones de los gobiernos de la época, a la matamaleza que también le aplicaron los siempre recordados sacerdotes Raimundo y Augusto Ovalle Quintero, quienes con su ejército de buenos cristianos, les devolvieron la fe a nuestro pueblo y los cizañadores fueron cortados de raíz y volvió la paz a la tierra Cuna de Acordeones, dejando una estela de viudas y de huérfanos todo por la mala hierba que se sembró durante dos décadas y que los cizañadores como enviados del mismo demonio, recogieron según ellos una buena cosecha que se convirtió en la perdición y en la desolación de un pueblo lleno de grandeza y de historia.
Superada esa mala cosecha, han vuelto de nuevo otros cizañadores, que con la cizaña de la política, quieren repetir la historia, llevándose hasta de por medio la grandeza y la historia de Villanueva. Son los nuevos cizañadores que han encontrado su caldo de cultivo a través de las redes sociales su mejor postre para sembrar esa cizaña maldita, plagada de odios, mentiras, desinformación y que como los alacranes desean que nos comamos unos a los otros, sin importar las consecuencias de sus actos malévolos. Esos cizañadores que se alegran del mal ajeno, que ríen hasta la saciedad de sus injurias y calumnias, son como la parábola de la cizaña de San Mateo, donde a ellos se les devolverá lo que desean para los demás y entonces vendrá el llanto y el rechinar de dientes, porque los justos continuarán brillando como el sol a través de sus buenas acciones respaldadas con un millón de oraciones. Que así sea.