Me llamó la atención y me puso a reflexionar una sentencia de ‘Emilianito’ Zuleta respecto a la digitación de los acordeoneros, sobre todo los jóvenes. Dijo públicamente y con categoría y seguridad: “Los acordeoneros de ahora porque digitan más rápido se creen mejores acordeoneros”.
Eso no lo dijo cualquiera y no es una expresión cualquiera. Obligaba inmediatamente la fuerza de la expresión analizarla, descomponerla y volverla a componer, e investigar para finalmente concluir y formarse sus propios criterios quienes hicieran ese ejercicio. Asumo que ese análisis no lo puede hacer cualquiera; debe ser quien tenga conocimiento o afición por el desenvolvimiento de este arte. Ojo, esta es una presunción suntuosa mía o podría decirse que, hasta discriminadora, pero es que tampoco, si uno quiere tener conceptos válidos o ajustados al empirismo o a la ejecución profesional de un acordeón, no puede ser este un análisis espurio o promiscuo de manera que pierda valor, y no aporte a la explosión cultural que se propone el Ministerio de Cultura.
Puesta la sentencia de ‘Emilianito’ al lado de la magia creativa e innata de Juan Humberto Rois Zúñiga, uno de entrada podría pensar que esa sentencia tocaría el virtuosismo de ‘Juancho’ Rois. Yo hice mi análisis y ¿por qué concluí que no toca la creatividad y virtuosismo de ‘Juancho’ Rois en la ejecución rápida del acordeón?
Concluí por las siguientes razones que son el sumum de mi análisis e investigación de campo y observacional:
Primera razón: Por razones físicas. Para la ejecución del acordeón ‘Juancho’ Rois tenía una estructura muscular digital que le permitía mantener un andante o ritmo en una ejecución de manera estándar e invariable porque no sufría fatiga fácilmente, por eso, por esas razones morfológicas o de biotipo no se adelantaba o atrasaba; él comenzaba su pieza musical en una velocidad y generalmente la mantenía idem a lo largo de la ejecución o interpretación y no terminaba en otra velocidad o andante. Eso era concentración, y por tener un sistema muscular como el de él, que además de estar debidamente entrenado, estaba muy condicionado para controlarlo cognitivamente. Todo lo anterior es la combinación de funciones mentales superiores o cognitivas con inteligencia innata y privilegio físicomotriz. De estas 3 cualidades y privilegios, muchos tienen unas, pero pocos las tienen todas. Entre esos pocos están ‘Juancho’ Rois y otros reconocidos maestros.
Segunda razón: Precisión y melodía. Otras de sus grandes virtudes. Era otro casi perfecto en la ejecución.
Ojo, aquí quiero hacer una acotación: me estoy refiriendo a la ejecución en vivo, en parranda, en casetas, en espectáculos musicales con actuaciones en vivo y en directo. Y hago esta aclaración porque otra cosa es frente a un micrófono de una sala de grabación, hoy, donde después la magia de la tecnología hace ‘milagros’.
La tecnología existente en la época que ‘Juancho’ actuaba y grababa, solo permitía mejorar o corregir algunos indicadores de sonoridad y técnica musical, pero de falta de creatividad y ejecución inteligente, ¡nanay!
Hecha esta acotación comento por qué la hice: porque ha sido base fundamental para mi análisis, la respetuosa comparación entre lo que hacía ‘Juancho’ y lo que hacen hoy jóvenes acordeonistas. ‘Juancho’ era casi perfecto en la ejecución de un pase o en la construcción de un puente a cualquier velocidad de ejecución, y la casi perfección consistía en que -en lenguaje de un lego en materia de ejecución de un acordeón- en que un pase tenía principio y fin bien definidos; no traslapaba una nota sobre otra al terminar ese pase y comenzar el otro; siempre un pase era acorde bonito, melodioso, de sonoridad creativa y de gran valor agregado para quien lo escuchaba porque era agradable para el oído; eran sus pases dotados de versatilidad y ejecución limpia, y además, eran muestra de inteligencia musical, de talento y calidad en la espontaneidad. Es decir, era su ejecución apreciable, comprensible y técnicamente de magistral factura, de gran valía artística.
Tercera razón: La velocidad al digitar. Quizás la parte central de la sentencia de ‘Emilianito’ no castiga a ‘Juancho’ ni lo encuadra en ese marco que ‘Mile’ puntualizó. ¿Por qué no? Acéptenme por favor este parafraseo. Una cosa es intentar hacer agua de panela sin dulce y otra cosa es hacer agua de panela con todo el sabor dulce de la panela. Lo hago para reforzar lo siguiente: tocar el acordeón rápido sin producir ninguna agradabilidad a quienes lo escuchan y sin satisfacer las funciones mentales superiores del ser humano, o sin causar emoción positiva, y sin gratificar la audición del oyente, eso se llama: Ruido de notas. Asumo que esto fue lo que nos quiso decir ‘Emilianito’.
Pero tocar el acordeón rápido con precisión, musicalidad, destreza, despertando sensaciones agradables y dulces en nuestros sentidos, que nos permitan diferenciar la musicalidad y ejecución de cada pase; eso va dejando en el hipotálamo de nuestro cerebro y en nuestro rostro una estela de emociones básicas como son alegría, sorpresa agradable, sentido de admiración, etcétera, y es porque construye en el que escucha y entiende, sentido de pertenencia por nuestra música …y todo eso se llama: Sonido y explosión de emociones.
Cuarta razón: La inteligencia y el talento. Tuvo inteligencia y talento no solo para ser un magnifico acordeonero; tuvo inteligencia y talento para ser grande en el arte musical y le dio Dios la oportunidad de demostrárnoslo con su deslumbrante ejecución del acordeón, como compositor haciendo honor a su tierra sanjuanera y además, fue creador de un ritmo teniendo como base el acordeón. Esto que he referido en este aparte, son pinceladas de ese despliegue de talento, entusiasmo y creatividad que llevaba ‘Juancho’ por dentro que parecía un motor de mil caballos, aun cuando sus gestos y comportamiento cotidiano eran de una persona pausada, calmada, pero le bullía por dentro la creatividad, el talento e inteligencia que no lo dejaban estar quieto, lo que le permitió en su corta existencia poner todo sobre el firmamento musical de la tierra.
Por lo tanto, ahí radica la sutil o gruesa diferencia entre lo que han hecho líderes artísticos y musicales como Héctor Zuleta, Israel Romero, Omar Geles, Víctor Rey Reyes y ‘Juancho’ Rois, con otros acordeoneros que tienen una velocidad en la digitación que casi no la puede ni medir la consola, pero no les permite rematar una acción o ejecución limpiamente y se hacen ininteligible.
‘Juancho’ armaba un triángulo de actividades y emociones entre su cerebro, sus dedos y su acordeón para impactar ‘desde el caracol del oído’ hasta la última célula de nuestra economía humana, de manera que no quedaba espacio sino para… ¡el disfrute integral con las notas de ‘Juancho’ Rois Zúñiga!
Entonces, el legado de Juan Humberto Rois Zúñiga, más que digitación musical rápida es la forma precisa, certera y de gran valor melódico que dejó y que marca diferencia entre “tocar ligero para impresionar, y tocar creativamente para arrullar el alma y los sentidos”.
Concluyo diciendo: ¡sin dudas, la sentencia de ‘Emilianito’ fue el aval que faltaba para decir que el estilo y maestría de ‘Juancho’ Rois lo hacen pilar de quilates de una escuela de interpretación musical, por lo tanto, perdurará su magia, su musa y su estilo por siempre!