Antes de conocerlo ya leía sus primeros escritos. Fue en mi época en Bogotá, cuando comencé en El Espectador, ya Juan Rincón Vanegas tenía un espacio en el diario con sus notas desde Chimichagua, su pueblo, muy apreciadas por Don Guillermo Cano. Éramos jóvenes entonces, y decir jóvenes es decir sueños.
Después, cuando lo conocí, comprobé que su sueño más importante también era igual al mío: escribir. Contar historias, contar sucesos, resaltar lo bueno de la tierra que habitábamos. Después, sin dejar los sueños de lado, él se quedó escribiendo y descubriendo personajes del folclor vallenato, y yo me sumergí en el mundo literario, que si lo vemos bien, es lo mismo.
El accionar de Juan ha sido prolífico, desde comenzar en un periódico de su tierra, llamado Zigzag que dirigía su compadre Manuel Zambrano Amarís, pasar por El Espectador, El Tiempo, Vanguardia, Diario del Caribe, El Pilón, Revista Rumbera y por el amor de todos: El Diario Vallenato. ¿Cómo Olvidar su columna El Rincón del Flaco, y su concurso de Miss Flakis, que dio la oportunidad a muchas jovencitas de sentirse reinas y ser muy admiradas?
Esto que escribo es producto de mi admiración por la tenacidad de Juan Rincón Vanegas, por el manejo del idioma, por sus metáforas silogísticas; y no se trata, en este pequeño espacio, de escribir su biografía, no cabe, si se tiene en cuenta que hay en su haber siete trofeos Sirena Vallenata, Premio de Periodismo Mario Ceballos Araújo de la Universidad Autónoma del Caribe, decenas de reconocimientos y un honroso lugar dentro de los escritores del folclor, aunque ya demostró que escribe de cualquier tema, hasta del Carnaval de Barranquilla y sus célebres personajes.
Hoy es el alma de la oficina de prensa del Festival de la Leyenda Vallenata, donde comenzó a trabajar desde el seis de abril de 2006, para volver a soñar escuchando acordeones, cajas, guacharacas y esas canciones que llenan su corazón, especialmente las costumbristas de su paisano Camilo Namén. También las de Octavio Daza, como ‘Nido de amor’, cantada por Jorge Oñate.
Trabajaba en El Diario Vallenato cuando Lolita Acosta Maestre, se lo llevó para que la ayudara en la oficina de prensa del Festival de la Leyenda Vallenata, donde ella era directora de comunicaciones; allí aprendió a admirar a la grandiosa mujer, Consuelo Araujonoguera, teniendo el privilegio de charlar horas y horas con ella, y de hacerle unas excelentes entrevistas y crónicas, incluso donde le contó sobre su epitafio, es mismo que hoy reza sobre su tumba. “Aquí yace Consuelo Araujonoguera, de pie como vivió su vida”.
¡Cuánto se me queda por contar sobre mi colega! La limitación del espacio nos deja con mucho material en la mente y en el corazón. Juan, el cronista de Chimichagua y del folclor vallenato, lamenta que su mamá Evelia María Vanegas Palomino, no haya disfrutado de sus logros, me lo dice con nostalgia, que conjuramos con la noticia que me dio sobre la ilusión de la publicación de su libro sobre tanto y tanto que ha escrito, ¿cuándo? Está en eso, proceso que bien conozco: organizar, reescribir, corregir, pulir, buscar algo de perfección.
Juan Rincón Vanegas merece que se escriba su historia, que en un libro sobre su vida se detalle la superación, la resiliencia de un hombre humilde que ha contribuido con alegría, a que desde su óptica periodística se conozca esa parte importante de nuestra cultura como es el folclor vallenato. No quiero terminar sin contar cuál es el epitafio que ha escogido: “Mi vida fue una crónica escrita en el alma de mi tierra Chimichagua”. Eso lo resume todo.
Agradecimiento del periodista
A mi colega y más amiga Mary Daza Orozco, muchas gracias por pintarme en frases y ubicarme en la raíz de mi corazón, Chimichagua. Ella no sabe la emoción sublime al leerla y al hacerlo pude ver cómo el sentimiento se daba un paseo de la cabeza a los pies, al recordar que desde el año 1980 comencé a darle rienda suelta a mis escritos que llevan el nombre de crónicas.
Escribir no es nada fácil, y más si se trata de esculcar diversas historias y personajes que han hecho algo útil en diversos campos, especialmente en el folclor vallenato. Los personajes siempre se confiesan recordando diversos hechos que los llevaron a ser reconocidos y dejar constancia de su amor por el folclor.
Hoy prometo seguir en la misma línea, siendo fiel al llamado de esos personajes que me atraen con sus historias. También, gracias a la familia de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y su presidente Rodolfo Molina Araújo, por acogerme por espacio de 19 años. Gracias, a Dios por darme el privilegio de servir desde mis letras que nunca se han agotado. Gracias a mis familiares, colegas y paisanos por abrazarme con su cariño. En fin, la palabra Gracias se queda corta.