“La muerte de Abel Antonio, por mi tierra la sintieron los muchachos, fueron cinco noches que me hicieron de velorio, para las nueve noches todavía me faltan cuatro”.
No encontré una canción más apropiada para la parte introductoria de nuestra crónica, ‘La muerte de Abel Antonio’, de la inspiración de Abel Antonio Villa, grabada con su acordeón y su voz por Alfredo Gutiérrez es el Corte número 1 del LP ‘Mi acordeón bohemio’, salió en el año 1971.
Hemos observado con sumo interés el cubrimiento de los medios de todo el mundo con ocasión de la partida de la reina Isabel II, testigo presencial de muchísimos acontecimientos que han marcado la historia de la humanidad, y al confrontar la manera como por allá manejan esos asuntos con la primacía de nuestra realidad criolla, uno no sabe si lo que vemos produce perplejidad o desconcierto, si somos y hemos sido demasiado corronchos o a esa gente que tiene sangre distinta a la nuestra se les va la mano, exageran la nota o se han destapado en locos.
Aquí cuando muere alguien los ramos y coronas se colocan con reverente cuidado alrededor del cajón, y en la sala donde están velando a quien se va, allá no, ellos jondean los matojos de flores de variados colores en los alares de la tapia enrejada que impide a los parroquianos verle la cara a su reina, y ningún familiar se entera quien los llevó, de que floristería viene, ni cuánto costó, eso por aquí sería muy criticado.
Tampoco se escucha el requiebro de ningún familiar, nadie se desmaya, la botellita de Menticol para resucitar a quien pierde el conocimiento está ausente, no se abrazan el que va a dar el pésame con quien lo recibe, y qué decir de la repartición de mecatos, tampoco, no he visto que a nadie le hayan brindado un traguito de café, una galletica o un té helado para la sofocación en tiempos de calentamiento global y crisis económica cuando lo que mueve la economía es la venta de cubetas, abaniquitos de palma y raspaos.
Nosotros colocamos carpas variopintas en frente para atender a los visitantes, por allá la vaina es limpio a limpio, no he visto ni una, ni alquilan sillas plásticas, n i ha entrado la “Trecincuenta” con el animal que van a matar para que quienes vayan a dar el pésame no se vallan sin comer, el que quiera comer tiene que llevar la hamburguesa en el perol, porque nadie pasara vendiendo peto, mazamorra o arepitas de Maíz Fresco.
En los velorios de pueblo la cosa es “ Dios Manda” el tema de la cocina es gerenciado por veteranas cocineras, que tienen unas manos prodigiosas para achotar, el vinagre criollo al punto y para hacer rendir la comida, dirigen ordenan y deciden el menú, que incluye Carne molida con bollo o yuca treintera para el desayuno, Chivo guisado con arroz de frijol y Sopa de espinazo de res o de Chivito biche al medio día con su tolete de yuca encima o sino con filo cocido, ese guineo robusto y barato que en Monguí le llaman “Engorda coño””, y en la tarde friche o carne asada al carbón -nunca a la plancha- con bollo y para el ajuste café con leche o chicha de maíz jojote, es uno de los motivos además del cumplimiento por los cuales no hay velorio en mi región a donde yo no asista, claro si se trata de gente cumplida porque al que no se le debe no se le echa el brazo, así me enseñaron “Porque eso es prestao”, igual a quien da el pésame por WhatsAap cuando se le ofrezca hay que hacerle lo mismo porque en La Guajira no hay muertos de primera ni de segunda, y los amigos lo son de invierno y de verano, yo por eso todo lo apunto en mi libretica.
Otra vaina, Abel Antonio, cuando lo dieron por muerto en 1943, le hicieron cinco días de velorio, en la costa norte de Colombia se hacen nueve días, y los ingleses le van a hacer a la Reina le van a hacer diez, está visto y comprobado que la gente de plata siempre hacen todo distinto; no puedo olvidar cuando estaba más muchacho que ahora lo que para los familiares de quien fallecía era motivo de tristeza, para la muchachada era un motivo de diversión, el motivo que veríamos focos prendidos durante nueve noches, algo trascendental porque en no había servicio de energía, alquilaban entonces el motor del pico, todos íbamos al velorio a recochar, a echar adivinanzas y a comer galletas y tomar café, era sabroso.
Un video que se ha vuelto viral, me hizo caer en cuenta que para despedir a la soberana los guardias dispararon noventa y seis cañonazos, uno por cada año, en Machobayo en reciente sepelio despidieron al Interfecto Fallecido con ráfagas de fusil y pistolas sin que ningún policía hiciera presencia para ver que estaba pasando, cosas de Macondo.
Observé en un noticiero que el hijo que reemplazará a su madre en el trono salió sonriente y hasta se besó en el hocico con una muchacha a donde estaba la gente afuera, y fue evidente que estaban más afligidos los velones que el dueño de la olleta, en estos alares se lo hubiera comido el criterio.
La sucesión en el trono allá no tiene sobresalto, por estos lados la sucesión es traumática y hasta se matan entre herederos, el muerto al hoyo y el vivo al bobo, así se hayan portado mal en vida con el que trabajó, algunos mientras despilfarran la platica que no sudaron, como Carlos de Inglaterra, se siente el Rey.
Finalmente, todos hablan de la muerte de Isabel II, en las calles y caminos del sector rural de Riohacha todo el que se encuentra le dice al otro de buenas a primera “Se murió ‘Chave’, de repente”.