Quizás sea el menos indicado –entre tantos amigos que tuvo– para rendir este homenaje póstumo a la memoria de quien fuera una gran mujer, insignia de la cultura guajira, poseedora de unas excelsas calidades humanas que la destacaron con brillo dentro de la sociedad como ciudadana ejemplar, gran mujer, abnegada madre, amiga incondicional y líder política, entre tantas facetas de su vida. Deja tras de sí una estela de amor a su paso por la vida, porque todo lo que hizo y todo lo que dio fue inspirado en el amor y vocación de servicio por el prójimo. Era de su naturaleza y esencia dar y servir, como hija de Dios.
Expresan mis palabras la gratitud que siento al honrar la amistad que nos unió durante el tiempo que la conocí y pude interactuar con ella, compartiendo momentos, disfrutando su amena conversación, sintiendo su aprecio, su sonrisa afable y sincera, su trato comedido y respetuoso para conmigo y su mano tendida encontrar cuando necesité de ella.
Su calidez humana y vocación solidaria eran rasgos de su personalidad que engalanaban a un ser de luz como Ruth. A pesar de los pergaminos logrados en su vida, de los cargos públicos desempeñados y del éxito logrado por su gestión cultural, nunca perdió esa humildad que la caracterizaba como persona.
Riohacha la acogió como hija y le concedió el honor de regir sus destinos como alcaldesa, cargo que desempeñó con gran sentido de pertenencia y cariño por la ciudad, desde donde trabajó por el desarrollo y el bienestar de su gente, para después convertirse en la voz defensora de sus intereses. Merece destacarse como ejemplo de su gestión cultural el Festival Nacional del Dividivi que bajo su liderazgo realizó Riohacha por muchos años; su desempeño como directora de la Oficina de Turismo; y cofundadora y presidente del Festival Francisco el Hombre, el cual ha dado la oportunidad a nuevos talentos de la música vallenata contemporánea.
Gracias a la amistad con el doctor Álvaro Cuello conocí a Ruth y cada vez que visitaba la Corporación Francisco el Hombre recibía de ella su mejor trato amable. Ruth era una persona de espíritu sereno y equilibrada, que sabía escuchar, muy prudente y analítica, no recuerdo haberle escuchado una voz disonante ni visto en ella mal genio en su carácter, tuvo gestos de cortesía conmigo como detener su vehículo para ofrecerme llevarme, alguna vez como abogado atendí un problema de un familiar suyo, con el tiempo la amistad se fue consolidando hasta coincidir en el mismo partido político donde tuvimos como causa común la aspiración de Miller Soto para la Gobernación de La Guajira.
En política era muy reservada, respetuosa y tolerante, tenía la virtud de acertar sus pronósticos, alguna vez me comentó que había escuchado hablar a Uribe sin que fuera a un candidato y desde entonces lo vislumbró como presidente, y a la postre lo fue, y como militábamos en el mismo partido llegue a considerarla mi “madrina política”.
El pasado sábado desperté con la infausta noticia de su muerte divulgada en redes sociales, me impactó y sentí tristeza e impotencia porque la muerte de un amigo nos deja un vacío. Ruth tenía mucho que dar todavía y por eso me agobia su inesperada partida; me consuela haber compartido parte de su vida con ocasión de nuestra amistad, con la cual pude conocer una mujer virtuosa y llena de excelsas calidades personales. Que el Dios de la vida la reciba en sus brazos y la tenga como parte del coro de ángeles celestiales de su guardia de honor.