La canción ‘La candela viva’ una joya del folclor colombiano, nació a raíz de un incendio ocurrido en Chimichagua el martes 14 de febrero de 1923, en la casa de Luis Roberto León Amarís, ‘El tigre de Torrecilla’, que estaba ubicada donde actualmente es la calle sexta con carrera cuarta, esquina.
Este acontecimiento del incendio provocó que el compositor, cantador y tocador de tambora Heriberto Pretel Medina, dejara constancia en un canto que inicialmente grabó en el año 1955 como de su autoría Gilberto Alejandro Durán Díaz.
De generación en generación se ha conocido que la canción es del juglar chimichaguero y no podía ser de ‘Alejo’ Durán, porque cuando sucedieron los hechos del incendio, él contaba con cuatro años, pero se le abona haberla grabado. El propio Heriberto Pretel siempre le agradeció a su compadre ‘Alejo’, haberla dado a conocer.
“La candela viva. Ay la candela viva viene, ay fuego, ay viene la candela viene, caminando por el suelo. Fuego que me quemo, la candela viva. Que se quema Chimichagua, la candela viva”.
‘Alejo’ Durán Díaz, conocía esa y otras obras del mismo autor como ‘La perra’, ‘Mi compadre se cayó’, ‘Dime por quién lloras’, ‘Vuela pajarito’, ‘Los pozos brillantes’, ‘Estaban alegres’, ‘La consoladora’ y ‘El hombre divertido’, entre otras, debido a que su señora madre Juana Francisca Díaz Villarreal, era una reconocida cantadora de tambora en toda la región.
La verdadera historia
Todo comenzó cuando aquella tarde Ana María Flórez asaba panochas, galletas y almojábanas en un horno de barro. De repente, la brisa provocó que salieran chispas que llegaron hasta el techo de palma y comenzó el incendio que acabó con algunas casas del pequeño pueblo.
El viejo Heriberto Pretel, negro bonachón y alegre, era un compositor innato que vivió gran parte de su vida en Plata Perdía, actual corregimiento de Chimichagua. Él, fue un gran devoto de la Virgen de la Pastorita, a la cual le celebraba su fiesta el 15 de agosto de cada año.
De otra parte, el cantante Jorge Celedón y la cantadora ‘Totó la momposina’ en el año 2013 grabaron una bella versión de ‘La candela viva’, que recorrió el mundo, guardando la autenticidad folclórica de una canción que se convirtió en ícono de la música colombiana.
Cabe anotar que ‘Totó la momposina’ la había grabado años atrás, incluso, se entrevistó en Chimichagua con su autor el 26 de junio de 1979, fecha que coincidió con la realización del Primer Festival de Danzas y Tamboras, evento declarado años después como Patrimonio Cultural del Cesar.
Después él supo que Sonia María Bazanta Vides, ‘Totó la momposina’, había cantado su tema en varios lugares del mundo como Estados Unidos, Argentina, Canadá, Alemania, España, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Japón, Unión Soviética y hasta en Estocolmo, cuando el escritor Gabriel García Márquez, recibió el premio Nobel de Literatura. El legendario compositor solamente sonrió y acertó a decir. ‘Mamita mía tan lejos’.
El célebre compositor murió el domingo 14 de agosto de 1988, a la edad de 89 años, y paradójicamente en su sepelio el sacerdote Guillermo Ramírez Gómez, no dejó que sonaran las tamboras y menos se cantara, argumentando de manera firme. “El difunto debe descansar en paz”. Esas son las paradojas de la vida cuando no pudieron despedirlo con las canciones que dejó el juglar.
Acto de recordación
En Chimichagua al cumplirse 102 años de este acontecimiento se realizó un acto a orillas de la ciénaga de Zapatosa, cuya organización estuvo a cargo de la Fundación Chimichagua tiene historia, la Fundación Cantores de la Ciénaga y el grupo Folclórico Heriberto Pretel, donde se encendió una fogata escenificando la candela viva y de igual manera se interpretó esa inolvidable obra. Todo terminó con una rueda de tambora, teniendo como cantadores a Luis Cadena Morales y Héctor “Chichi” Rapalino.
“Conmemoramos este acontecimiento histórico del incendio resaltando la importancia del juglar Heriberto Pretel, porque a través de su creación musical ‘La candela viva’, traspasó fronteras y de paso se convirtió en ícono de nuestra identidad folclórica y cultural. Esta obra la han grabado insignes cantantes de Colombia y el exterior”, indicó Rafael Soto Estrada, presidente de la Fundación Chimichagua tiene historia.
No se pudo evitar el recorrido lleno de recuerdos cercanos de esa canción que hace regresar al epicentro de esa historia, llena de tristezas por las pérdidas materiales, pero también aplaudir porque en medio de las dificultades se ha sostenido este bello folclor. El momento se convirtió en un fuego musical que pasados más de 100 años sigue vigente.
Todo sucedió en Chimichagua, pueblo de las playas de amor, al que llegaba una piragua que se volvió canto. Exactamente, donde los dioses regalan los primeros versos que tocan el corazón para que los poetas engalanen sus letras.
El mismo donde el compositor Camilo Namén Rapalino, sigue cantando. “Son sentimientos que me salen del alma, en una forma humana que demuestra querer. Vengo a cantarla a mi tierra Chimichagua, esa tierra sagrada que a mí me vió nacer”.