«Allá en la zona me encontré un villanuevero, yo me acerqué a preguntarle para ver si me daba cuenta, le pregunté por la vida de Julio Suárez, de Escolástico Romero y de ‘Emilianito’ Zuleta y si te fueres le llevas este recuerdo que se los manda Armando Zabaleta”.
El tema que ocupa nuestra atención nos trajo a la mente el aparte que hemos transcrito de la canción ‘El villanuevero’ de Armando Zabaleta, grabada por ‘Poncho’ Zuleta con ‘Colacho’, está en el LP ‘Una voz y un acordeón’, lanzado el 31 de marzo de 1975 en el que narra su encuentro con un villanuevero en ‘La zona’.
Con emociones encontradas he recibido y estoy disfrutando a plenitud la lectura de la más reciente obra de mi amigo, el investigador y folclorista villanuevero Juan Celedón Gutiérrez titulada ‘Villanueva Grande’, 300 páginas ilustradas con fotografías inéditas para los ojos de miles de villanueveros y una edición de lujo que en cada una de sus líneas nos deja extendida la relación testimonial del ayer que ya no está y de cada piedra que en Villanueva fue testigo silenciosa de los días maravillosos cuando la música y la fraternidad cultivaban inteligencia y consideraciones en ese pueblo Cuna de Acordeones, músicos, compositores, del algodón, de empresarios y de mucha inteligencia.
Soy testigo de las peripecias, portazos, desilusiones, desatenciones y el poco apoyo que Juan tuvo que afrontar para hacer realidad su anhelo de visibilizar para las actuales y futuras generaciones de villanueveros, villanueveras y La Guajira en general, la vida y obra de aquellos hombres y mujeres grandes, de gran talante y reconocido talento que hicieron de su tierra un emporio socioeconómico de reconocimiento e impacto nacional.
La publicación del libro fue un parto tan doloroso como el anterior ‘Héctor Zuleta, El difunto trovador’, inexplicablemente fue aquí en su tierra donde menos apoyo encontró para dar a conocer estas dos obras que deberían estar en todos los colegios, escuelas y universidades, casas de la cultura, academias de música y promotoras de turismo de La Guajira pero no, no se le dio, ni se le ha dado la importancia que merecen, seguramente si él no fuera guajiro, ya en su pueblo le hubieran construido una gruta al lado de Santo Tomás, porque definitivamente la envidia, baja autoestima y la falta de sentido de pertenencia se tragaron a La Guajira.
Prueba inequívoca de lo que estamos diciendo es que el libro finalmente fue publicado gracias a la generosidad de una filántropa que no nació ni en Villanueva, ni en La Guajira ni en Colombia, una venezolana nacionalizada colombiana en 2005, Gabriela Febres Cordero, fue quien si lo escuchó, y gestionó el asunto con un villanuevero altruista, Álvaro de Jesús Saieh Bendek, sobrino de Jorge Bendek Olivella, que vive en Santiago de Chile desde cuando tenía cinco años, quien trabaja con la banca chilena. Él sacó la cara por su tierra, otro guajiro que es profeta pero en tierra ajena porque si su prosperidad la hubiera logrado aquí, estarían diciendo que es ladrón, o ya lo hubieran invisibilizado porque en La Guajira se destroza la moral de la gente inteligente y se exalta como ídolos a los bandidos, gracias a Dios dice el Santo Evangelio que “Los humillados serán enaltecidos”.
Lo que Juan tuvo que vivir ya hace parte del paisaje, muchos guajiros que han necesitado apoyo para publicar sus obras han tenido que emigrar a otros lugares porque parece que hay una conspiración calculada para invisibilizar a algunos autores que han plasmado en su obras investigaciones socioeconómicas y de connotaciones históricas y por el contrario se invierten recursos públicos significativos en publicaciones de mucho menor trascendencia como si lo importante no fuera la información a sus conciudadanos y a las nuevas generaciones sino sacar recursos que nos pertenecen a todos los que pagamos los impuestos, esa vaina sin duda va a terminar mal ya que la lupa está encima de la situación porque a todo el que come arepas de queso su miguita se les cae.
La ley 1874 de 2017 ordenó restablecer la enseñanza de la historia en la Educación Básica y Media con el propósito de desarrollar el pensamiento crítico a través de la comprensión de los procesos históricos y sociales y promover la formación de una memoria histórica de las épocas y acontecimientos pretéritos y del inmediato pasado pero no se le ha dado cumplimiento, no se han ajustado los pensum académicos para reincorporar la asignatura, que fue marchitada de manera absurda por el decreto 1002 de 1984 diseminándola entre las ciencias sociales y borrada del mapa con la ley General de Educación en 1994.
Es el motivo por el cual, obras como la de Juan Celedón, que a nadie le importó en su propia tierra, son una gran contribución en el propósito de evitar que nuestros muchachos se vayan a la educación superior ciegos e ignorantes de su propia historia. No hay duda es una obra trascendental y prueba indeleble del amor de un guajiro por la tierra donde enterraron su ombligo; pero en medio de su alegría por ver su sueño cristalizado, la satisfacción por los comentarios positivos recibidos de los sectores históricos, culturales y periodísticos de todo el país lo marchitó una indiferencia inexcusable, nos contó que para el lanzamiento del libro en Bogotá invitó a todos los parlamentarios, ex parlamentarios guajiros y a los ex gobernadores y la única que asistió fue Imelda Daza.
Lo acompañaron los excongresistas Amylkar Acosta y Antenor Durán tres senadores y seis representantes a la Cámara de otros departamentos, y el exgobernador Luis Felipe Ovalle, son estas las consideraciones por las cuales pensamos que en aquel tiempo cuando Jesús llegó a la Sinagoga en su pueblo en peregrinaje en Nazaret, la ciudad donde se crió junto a sus padres, mientras hablaba los presentes se emocionaban con sus palabras y por lo que de él se decía en otras ciudades, y cuando Jesús se proclamó como el Mesías, los judíos no pudieron soportar la envidia y comenzaron a murmurar; uno de ellos, incrédulo pregunto a quienes tenía a su lado ¿Pero éste no es el hijo de José, el carpintero? Fue cuando Jesús dijo: “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra”. Digo yo que indudablemente ese judío era guajiro.
Amigo Juan, felicitaciones, y no te aflijas, que también nosotros hemos bebido pócimas del mismo maranguango pero antes que silenciarnos, han ayudado para que cada vez nuestra audiencia sea más grande, nos leen, nos escuchan y nos respetan, algún día la inteligencia en La Guajira será más importante que la plata, y las obras más valoradas y eficaces que la lambonería.