Como cada año este dos de febrero se celebra la fiesta de la Virgen de Los Remedios, patrona de Riohacha, llamada cariñosamente ‘La Vieja Mello’.
El pueblo Riohachero se alista con entusiasmo para participar en los actos religiosos y sociales que se realizan antes, durante y después del evento central que es ir a recibir la vela ese día, luego la procesión alrededor del parque Padilla y la misa.
Para la ocasión los nativos desempolvan el viejo traje entero almidonado, o la guayabera de lino, para concurrir elegantes y olorosos a María Farina a recibir la vela en la catedral, y las damas lucen sus mejores galas, porque la etiqueta exige que hay que estar bien presentado ante la patrona.
La celebración del 2 de febrero nos recuerda el milagro de la Virgen cuando salvo a Riohacha del embravecido mar que amenazaba con destruirla, como lo canta el doctor Álvaro Cuello en su bello poema de fe y amor hecho vallenato titulado ‘La vieja Mello’: “Cuentan que el Mar Caribe enfurecido se metió en la Riohacha primitiva y tu por las plegarias conmovida… apareciste y retorno la calma”.
Participar de esta fiesta es toda una experiencia religiosa, pues uno se contagia como un nativo más del fervor y devoción que siente el pueblo Riohachero por su virgen. En la procesión se mezclan los visitantes y nativos, todo mundo sin distingo de clases, marchando tras la Virgen unidos en sentimiento de cariño y admiración hacia la santa patrona.
Desde que llegué a esta tierra que me acogió como hijo suyo hace 22 años, no he faltado a mi cita con la Vieja Mello, siempre venerándola con respeto y cariño, y puedo decir que tengo un corazón Riohachero gracias a mi viejita querida, a mi ‘vieja Mello’.
Por suerte este año no es electoral para que no vengan los pescadores de votos a mezclar lo religioso con actos de proselitismo de apoyo a candidaturas o aspiraciones políticas, aprovechándose del pueblo, con lo cual nos dedicaremos a lo realmente importante de esta festividad que tiene un significado profundamente espiritual y religioso, y es venerar a la Virgen.
No por ello dejarán los Riohacheros, como es su costumbre y buenos anfitriones, de atender como se merece a los ilustres visitantes que llegan anualmente de todas partes del país y del exterior a honrar con su presencia a la Virgen, por lo que los desayunos y almuerzos sociales estarán a la orden del día en casas familiares donde se llevaran a cabo amenas reuniones de integración familiar y de amigos, acompañadas de buena música vallenata, comida típica y el infaltable señor Parr.
La fiesta de la ‘Vieja Mello’ es patrimonio de los riohacheros, parte de su historia, su cultura e idiosincrasia; es una fiesta para vivirla sanamente y pedirle a nuestra madre santa que nos cubra con su manto protector, para seguir disfrutando de su presencia y de esta sagrada tradición todos los dos de febrero.