En algunos países del mundo, en total 157, anualmente se publicaban encuestas dedicadas a medir el grado de felicidad de sus residentes. En muchas de esas publicaciones, Colombia siempre estuvo a la vanguardia, ocupando el primer lugar. Un gran despliegue publicitario cruzó por los medios televisivos colombianos, mostrando gentes sonrientes, coloridos paisajes y grandiosos titulares: “Colombia es el país más feliz del mundo”.
Es cómico encontrar personas, en nuestros días, que aún se lo creen. Pero hoy, las Naciones Unidas, por intermedio del Índice Global de Felicidad (World Happiness Report), en su edición del 2013, nos quitaron la medalla de oro de la felicidad; dentro de los 157 países participantes, Colombia ocupó el puesto 35.
Esta medición se efectúa anualmente de conformidad con varios factores, siendo el principal el PIB per cápita. Con este simple ejemplo, de distracción, se deja claro lo fácil que es manipular personas, manteniéndolas a su disposición y quizás, por esta razón, es difícil entender su comportamiento y hasta cuáles son las justificaciones que puedan explicar porque actúan de esa manera. Muchas investigaciones que se han hecho, para encontrar el origen de estas ridículas prácticas de manipulación, han determinado que, las redes sociales y los medios audiovisuales inciden en gran medida.
Es innegable que los avances logrados, en las técnicas de informática y comunicación, han sido de gran importancia para la sociedad, mundialmente. Pero la capacidad de poner en práctica lo relacionado a las estrategias, instrumentos y métodos utilizados para la difusión de falsas noticias (desinformación), son innumerables. Al respecto, una investigación de la Universidad de Oxford, Reino Unido, señala que el 87% de los países manipuladores de información usan redes sociales. Igualmente advierte de otras habilidades aún no reconocidas y señala que en Colombia ocurren con mayor frecuencia; la distorsión de noticias, charlas y opiniones que se alejan de lo que, en verdad, son asuntos importantes.
Los protagonistas, excediendo las prácticas manipuladoras, principalmente, son populistas: tanto los de derecha, como los de izquierda. Ante todo, llegan al gobierno sin una ideología política que los identifique. Es fácil establecer una secuencia de principios que caracteriza, en buena parte, el actuar de esos gobiernos. En los últimos años, Latinoamérica ha sufrido cambios importantes, relacionados con estos gobiernos populistas, son extremistas; derecha e izquierda. Los primeros gobiernan con el espejo retrovisor, culpando al gobernante anterior y los segundos, llamados socialistas, culpan a Estados Unidos de sus desaciertos y de los males que agobian a la población. Es la forma más infame de mantenerse en el poder.
El lingüista norteamericano, Noam Chomsky, experto en estrategias de manipulación, a través de los medios tecnológicos, redes sociales y televisión, escribió en 10 magistrales puntos las claves fundamentales que se utilizan para la manipulación estratégicas de personas.
Esta relación señala, de forma concluyente, los objetivos que se trazan para la consecución del control a la población. Desde el primer punto, estrategia de distracción, se busca desviar la atención de las personas de los problemas importantes. Al estar la población sumida en su ignorancia supina, no le permite informarse, mucho menos, interesarse en las dificultades básicas y esenciales, como la educación, salud, medio ambiente y vivienda, entre otros.
Parodiando a un político manipulador, siempre se mantienen ocupados, ocupados, ocupados sin tiempo para reflexionar. Estimular al público a ser complaciente, es otro punto de mucha importancia, dentro del contexto y la verdad rotunda de los colombianos: creyendo que ser complacientes con la mediocridad es moda, promoviendo al público a ser estúpido y vulgar. Pero es claro que, manteniendo ese control, con un pueblo polarizado y su escaso nivel de entendimiento, evidentemente es un pueblo conflictivo, fácil presa para quedarse atrapado en las redes sociales y los medios televisivos, utilizados eficientemente por los políticos. Muchos gobiernos se equivocan, dando palos de ciego, trayendo problemas ajenos como estrategia de distracción, manteniendo los propios alejados de la realidad.
Calan tanto estas estrategias, y si los receptores de la información son los mismos escasos de entendimiento, que si alguien denuncia un acto de corrupción o ineptitud de quien ostenta el poder, aseguran que el denunciante es un espía de la oposición para desestabilizar el gobierno, no importa la cantidad de evidencias en contra de esas mentiras; para los que no están documentados, son el enemigo.