La delincuencia se ha apoderado de nuestra sociedad para hacer y deshacer de las suyas a sus antojos, con mínimos temor a controles de autoridades competentes. La delincuencia, como las ratas (roedores), se posesionan en determinado territorios o cuadrantes como llama la Policía y desde ahí, ejercen una serie de actividades delictivas tales como robos, atracos armados o fleteos, secuestros, extorsiones y asesinatos, a quienes se nieguen a pagar recursos económicos exigidos con amenazas rutinarias, incrementándose cada día en las capitales de los departamentos y muchos municipios, donde los habitantes deben guardar silencio o emigrar si no tienen o pueden enfrentarse a los criminales que acosan y acechan.
Vivimos en zozobra y pánico por no tener ni cómo defendernos de los delincuentes ante la inoperancia y complicidad de autoridades policivas, comprometidos algunos con participación delincuencial en conciertos con actores, coautores y ejecutores de acciones delictivas. El Gobierno prohíbe el uso de armas a personas amenazadas y acosadas, por no corresponder a las pretensiones, relacionadas con vacunas y cualquier medio extorsivo, para obtener dineros a como dé lugar, por las buenas o por las malas. No podemos entender que la prohibición de usar o portar armas defensivas, beneficie a delincuentes en sus fechorías, perjudicando a las personas de bien, que sufren martirios y presiones en mensajes de texto y voz, sin que pueda ejercer legítima defensa.
Cada día crece el número de bandas dedicadas a robos y atracos armados que merodean, monitorean y se informan de manejos y tenencia de dineros para proceder atracarlos en vías, espacios públicos y residencias privadas, donde nadie se escapa de ser víctimas. El índice de atracos es altísimo, aún cuando muchas víctimas no denuncian por temor a represalias. Otras que se presentan a denunciar, pero las autoridades no le reciben la denuncias, por no mencionar la identidad de agresores (nombre y apellidos). ¿Cómo le parece? Ahora con la pandemia del coronavirus, las denuncias ya no se reciben de manera verbal, sino virtual, desconocido para muchas víctimas, lo que genera desconciertos y frustraciones por no encontrar atención, orientación y solución particularizadas de autoridades competentes.
Los ladrones cuando son capturados tienen la gran suerte de recibir el beneficio en detenciones domiciliarias, concedidas por jueces, desconociendo el grave peligro que representan esos individuos criminales para la sociedad. El sábado 21 noviembre, mi residencia fue atentada por tres delincuentes armados, que ingresaron encañonando a la persona, que cuidaba la casa y preguntando por el suscrito, que estaba ausente, por encontrarme en el homenaje del canta-autor Romualdo Brito López. Se llevaron unos elementos y dinero. Igual forma está ocurriendo con comerciantes, contratistas, ganaderos, profesionales, artistas agricultores y hasta servidores públicos que se han visto perjudicados por operaciones delincuenciales, sin tener a quien quejarse porque reina y predomina la impunidad e indiferencia de las autoridades colombianas.
Mientras no se declare servicio público esencial, el uso de cámaras de videos aéreas, disponiendo los alcaldes, obligatoriedad y cumplimientos en las vías y espacios públicos, establecimientos públicos, de comercios, industrias y servicios, conjuntos residenciales y urbanístico, no es posible, a simple vista, erradicar la delincuencia con autoridades ineficientes y muecas. Exhorto a alcaldes, gobernadores y a la solidaridad cívica ciudadana, para que se implemente el servicio, mediante contrataciones similares a los alumbrados públicos, sufragados por pagos de usuarios en estratos de dos mil a cinco mil pesos mensuales, por vivienda en los recibos y facturas, de servicio de energía o agua.