La guerra tecnológica desatada por las potencias imperialista no se detiene, arrecia, y con mucha agresividad, como extensión de la guerra geopolítica; no muy bien apoltronado Trump, sus contendientes más enconados – los chinos – antes de los diez días de posesionado le reciben asestándole un contundente golpe, como dicen en el argot boxístico: al hígado. La irrupción sorpresiva y con mucha determinación de la estartup China, DeepSeek, lanzando al estrellato tecnológico su chat del mismo nombre, rompiendo todos los esquemas y parámetros establecidos por Silicon Valley, los todopoderosos del adelanto y negocios tecnológico de los Estados Unidos, quienes avasallaban al mundo entero con su secretismo oscurantista de sus ChatGPT: OpenAI y Geminis.
Contrario al sistemas OpenAI totalmente cerrado para su acceso, para establecer a su antojo precios, dominación de todo el espectro tecnológico de última generación, imponiendo la dependencia alrededor de la IA; DeepSeek hace exactamente lo contrario: abriendo y facilitando el acceso con menos complicación, con código abierto, sin tanta complejidad en su estructura, accequibilidad, precios irrisorios; así que, donde llegue una señal en lo más recóndito del mundo y se cuente con un computador llegará el conocimiento, factor manejado con exclusividad por los yanquis; además DeepSeek abre un poco más la libertad de la utilización de los llamados Grandes Modelos de Lenguaje, que insinúan – que es donde está el veneno – que con el machine learning o aprendizaje automático de las máquinas, se desarrollan patrones sin la intervención humana, de lo cual discrepo.
Pero no estamos lejos de las prohibiciones al resto del mundo en la utilización de la IA.
Lo humano es el factor fundamental del desarrollo de la sociedad, formada por el tipo de relaciones establecidas entre los hombres, es la que determina el desarrollo del conocimiento y la aparición de las máquinas cada vez más modernas, a la medida de las necesidades impuestas por la productividad y la distribución de la riqueza. Quienes en esta sociedad -capitalista- van centralizando la producción y concentrando el capital, a través de la plusvalía arrancada del trabajo del proletariado mundial, diseña, o paga, para que le diseñen nuevas tecnologías, y así, pueda desplazar a su competidor. No en vano los más grandes accionistas de Silicon Valley son: los fondos de inversión y almas gemelas Vanguard y BlackRock, Elon Musk, Google, etc; pero se les ha atravesado el inversionista más grande del mundo: el Estado chino.
Asistimos a la competencia imperialista más feroz, que se disputa hasta un grano de arroz; y, no es la economía como dicen los economistas gringos, que nos quieren estúpidos, es la ganancia y, la tecnología irrumpe abruptamente, alucinando al mundo con la IA para concentrar la ganancia, dominar y acentuar la dependencia las nuevas formas de colonización. En los actuales momentos la tecnología es lanzada para escalar la guerra por todos los medios y, especialmente la armada, la tecnología dirigida por el interés financiero propicia la más grande y mayor sofisticación de la violación de los derechos humanos.
Y así, como los chinos se vieron impelidos a sobreponerse a los bloqueos comerciales impuesto por los EE.UU. para no venderle microchips y semiconductores, les abundó capital humano y capital financiero, ya con los avances previos una empresa pequeña para la magnitud de los conglomerados gringos, les patea el tablero con DeepSeek, la historia no se detiene, es la guerra imperialista por otros medios, en esta guerra contra los pueblos, la disputada manipulación de la conciencia humana; para fomentar, precisamente, lo que se ha negado insistentemente la orientación ideológica promoviendo el punto de vista deseado.
Entran en juego, en esta guerra, los bots, por sus ilimitadas y repetitivas operaciones, utilizados para torcer la conducta electoral, en favor, esencialmente, de quienes disponen del capital; los bots actúan como enormes guarniciones militares para torpedear software de las máquinas automatizadas y viciar resultados; la exclusividad de la tecnología por la altísima inversión, transgrede los procesos democráticos en favor del aliado del capitalista.
Lo que la IA no para, ni tiene fórmulas, es: para detener el creciente desempleo, evitar los masivos despidos en los grandes conglomerados tecnológicos. “A principios de este año, (2024) un informe de Goldman Sachs decía que posiblemente la IA podría reemplazar al equivalente a 300 millones de puestos de trabajo a tiempo completo”. “El sector tecnológico eliminó 168.032 puestos de trabajo en 2023 y representó el mayor número de despidos en todas las industrias, según un informe de la consultora Challenger, Gray & Christmas, Inc.”, ver https://www.bbc.com/mundo/articles/c87ny12x530o pues, no todo es color de rosa en la IA.