No tengo duda alguna sobre el importante aporte que hacen los múltiples festivales vallenatos que se realizan en buena parte de los municipios y corregimientos de Colombia a la preservación y difusión de las bases de la música vernácula del Caribe colombiano, sin embargo, debemos hacer un mayor esfuerzo por corregir una serie de errores que tenemos en la organización de la gran mayoría de estos.
Recientemente estuve en el Festival Francisco El Hombre de Riohacha y conversé agradablemente con el gran músico y amigo Roger David Bermúdez Villamizar, estudioso del vallenato y en general de nuestra cultura, y me contaba con entusiasmo que uno de los puntos más fuertes que tiene ese festival es el cuidado y preponderancia que le otorgan a la selección y al trato a los miembros del jurado calificador de los concursos.
Un error común que advierto en buena parte de los festivales vallenatos que he visitado es precisamente que no se le da la más mínima importancia al jurado. En muchos festivales el presidente o coordinador de jurados minutos antes de iniciar un concurso observa qué persona mas o menos conocedora del tema se encuentra por ahí merodeando y la invita a subir a la tarima como jurado, ello implica que improvisa totalmente, con el agravante de que no sabe si esa persona tiene un familiar participando, si tiene una íntima amistad con un concursante que le impida calificar con objetividad, en fin, para escoger un jurado se requiere un estudio serio y juicioso de su hoja de vida y de sus antecedentes.
He estado en festivales que los mismos miembros de la junta organizadora terminan de jurados porque no encontraron a nadie más. En muchos festivales se les ocurre poner de jurado a participantes de otras categorías, ejemplo, en acordeón aficionado ponen a un verseador y en piqueria ponen a un acordeonero. Resulta que entre los músicos festivaleros existen bandos, enemistades y contubernios que hacen que no se califiquen objetivamente entre ellos.
Otro error común que he observado en algunos festivales es permitir que miembros o familiares muy cercanos de los organizadores participen en los concursos, se hace necesario crear una inhabilidad para los organizadores y los familiares hasta el segundo grado de consanguinidad, por lo menos. No podemos permitir que queden dudas de la ecuanimidad y de los principios éticos de los organizadores de un concurso.
No me cansaré de recomendar que busquen fórmulas para que los distintos concursos de los festivales no se sigan haciendo en lugares y horas en que el inclemente sol hace de las suyas. Los participantes en un festival vallenato no solo buscan un premio material en trofeo y dinero, sino también que el público escuche su obra. ¿Quién va a pararse a las 12 del día en una plazoleta de puro cemento, sin arborización, como lo son, en buena parte, estos parques donde se realizan los festivales?
En general, insisto en que se requiere urgente un organismo que le haga control y veeduría a todos y cada uno de los festivales vallenatos que se realizan en Colombia, para que se pueda cumplir con los objetivos del PES y de la declaratoria de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por proteger. Mientras tanto, un poco de sentido común.
Colofón: Me agrada mucho que un artista como ‘Rafa’ Pérez tenga la valentía y las agallas de hacer el lanzamiento de su nuevo trabajo musical en el Parque la Leyenda, lo cual implica que se tiene confianza, es de los nuevos valores que debemos apoyar, este chiriguanero llegará muy lejos.