Los títulos académico son acreditaciones profesionales y técnicas de las distintas profesiones aprobadas y autorizada por el Ministerio de Educación, a solicitud de claustros universitarios, para formación y preparación en asignaturas catedráticas programadas a diferentes carreras y periodos de estudios, durante términos no inferiores a cinco años, para reconocer el derecho a título académico básico y otros, superiores como especializaciones, maestrías, magíster, doctorados, etc. los cuales sirven para clasificar y posesionar, preferencias, beneficios y altas remuneraciones labores y servicios burocráticos y contractuales en concurso de mérito.
El título universitario es un principio de habilitación para iniciar el ejercicio de la carrera profesional. Cuando terminamos estudios académicos, apenas, tenemos nociones e ideas superficiales del aprendizaje literal teórico que deben ser complementados con prácticas, no solo de pasantías, sino de exploración e investigaciones presenciales de contenidos, mediante observaciones, análisis y reflexión; para ser racional, críticos y sistemático, sobre lo normativo, histórico y universal; fundamentado en objetividad, imparcialidad, moralidad, ética y lógicas, del saber palpable.
Las acumulaciones de títulos profesionales, en cabeza de determinadas personas, utilizado en competencias o aspiraciones, de cargos públicos, no siempre acredita calidad, aun cuando estén condicionados a exigencia de requisitos (títulos), desplazando o subutilizando las experiencias de otros, en favor propios, desconociendo personas aspirantes, con tradición de antecedentes, positivos y efectivos, pero no ostentar título universitario de especialización, que tiene un aprendiz, que se ha dedicado a estudiar, durante más de 10 años en forma continuada y de manera teórica, ignorando el terreno, que debe pisar, arar y producir conjuntamente con las prácticas de acciones y operaciones eficientes, que no se logran fácilmente por sumar cantidad de títulos.
Exhibir y hacer mención de títulos de alta gama, que aún no germinan, pero mortifican, generando comportamientos indecentes, groseros y gestoso; negando muchas cosas, sin alusión a fundamentaciones de soportes técnicos y sustanciales, ocultando la incapacidad que los afectan en direcciones, coordinaciones y manejo de trabajos; restringiendo dinámicas de servicios, acosando o persiguiendo subalternos de manera caprichosa y temeraria. Viven negando muchas cosas por ignorancia y facilismo de incapaces, generando traumatismos y perjuicios.
El saber no es motivo para abusar e irrespetar, con comportamientos anormales, que rayan con las buenas costumbres, armonía, cordialidad y respeto; por alteraciones explosivas, emotivas y repudiables, degenerando el ambiente servicial, originadas por falta de relaciones humanas y educaciones sobre administración, manejo direccional, en prestación de servicios.
Menospreciar y minimizar las experiencias, por cartones que certifican especializaciones y demás categorías de títulos, sin ni siquiera asimilarla en prácticas laborales, ni tener para demostrar, antecedentes de resultados positivos, que superen efectividad comparativa, es injusto, tedioso e improductivo.
Es craso y fatal error, que a diario, cometen en concursos de méritos, donde muchas veces se demerita a los que saben, despreciando la experiencia, inteligencia empírica y valores de calidad por ostentaciones aparentes, que no dan la talla esperada, por inconsistencia selectiva y carencia informativa, que impulsen mejoras en la continuidad operativa, por cambios superiores en servicios. Es de mal gusto, que profesionales con más de 20 años de servicios y experiencias, los califiquen, como profesional universitario, limitando y desmejorando, salarios u honorarios, superados por quienes, no acreditan experiencias, sino cartones académicos.
Los títulos académicos se han convertido en todo un gran negocio de financiación universitaria, prolifera una cantidad de ofertas, de programas, en distintas especializaciones, para percibir ingresos especiales, a precios no muy baratos, pero quienes lo pagan y asisten, a cátedras programadas, tiene el reconocimiento del título, sin debida evaluación. Muchos incurren en vanidad, de matricularse en diferentes especializaciones, para adquirir una colección de títulos, utilizados para concursar en cargos burocráticos.
Las especializaciones deben ser más técnicas, que teóricas, por transformaciones y novedades, en innovaciones y emprendimientos. Lo teórico se aprende, con informaciones, análisis e interpretaciones, perceptivas y objetivas, conforme a dialecto o lenguaje de cada profesión, para efecto de compresión y entendimiento, que caracteriza a las carreras profesionales. No es lo mismo una especialización en derecho, que en medicina, agronomía, biología o de variadas ingenierías, para profundizar conocimientos particularizados en manejos técnicos.
Ha faltado en las entidades académicas, conceder título profesional de especialización, convalidado por experiencia, formalizada de manera probatoria, con certificaciones y resultados positivos, en ejercicio profesional, de determinada área específica, durante un término no inferior a cinco años en adelante; complementados, con entrevistas y prácticas de pruebas, relacionadas con el conocimiento, teórico y práctico, para de esa forma, calificar a profesionales con experiencias no especializados y puedan participar en equidad e igualdad de derecho, frente a profesionales que acreditan múltiples títulos, sin certificaciones de historia laboral y servicio profesional, pero superan a los profesionales, con experiencia, sin especialización titulada.
Vinculaciones laborales, escala de clasificación, remuneraciones y ascenso, están supeditados y beneficiados, con la acreditación de títulos de especialización, por estar establecidos, como requisito en normas legales, ignorando valoración de experiencia, lo que implica no tener los mejores servidores públicos en poderes, autoridades e instituciones. Es necesario a través de congresistas, que se impulse la presentación de proyecto de Ley, para que valoren y validen especialización, a la experiencia, reconociéndole título académico especial, a efecto de equilibrar los desajustes, que se generan, entre profesionales, con títulos básicos y de especialización, sin experiencia.
El saber es el contacto con la realidad, para distinguirla y entenderla, en su aprendizaje y conocimiento lógico, adquiridos mediante información asimilada, analizada y amparada en experiencia, para comprender, manejar, discernir, percibir, descifrar e instruir; acciones indispensables, para el desarrollo y emprendimiento, de cualquier actividad: económica, política, comercial, periodística, deportiva, cultural, social etc.