La crisis inédita
rodrigo.daza55@gmail.com
Esculcando la historia universal, muchos países o estados del mundo han tenido después de crisis (guerras por territorios, religiosas, económicas puras, por desigualdades sociales) y desastres ambientales (terremotos, inundaciones, erupciones, tsunamis, etc.), entre otros fenómenos antrópicos y naturales, sus mejores resurgimientos.
Situando la anterior aseveración en América Latina, no se consolida plenamente este fenómeno social del resurgimiento. Generalmente no nos recuperamos para avanzar, para crecer o mejorar condiciones anteriores.
Vale puntualizar aquí que otros muy distintos son los efectos de las crisis políticas o de poder, como las que hemos vivido y estamos viviendo en Colombia; las heridas y cicatrices se causen en el ego, en el subconsciente, en el imaginario colectivo y alojan malquerencias y maledicencias en el alma de la gente, y siembran odio en el corazón.
Paradójicamente las relaciones sociales y personales de políticos y ostentadores del poder involucrados en estas crisis, hipócritamente, parecieran mantenerse intactas entre ellos; las devastaciones de esas crisis no son en lo material, de manera que el renacer post – crisis de este tipo es muy diferente.
Al analizar la situación actual del diario vivir y diario acontecer de Colombia, opinó que no es crisis política, ni crisis ética ni de moral la que tiene al país, en estos momentos, en estado de incertidumbre e inestabilidad institucional y soportando remecidas de las bases estructurales del estado social de derechos que somos y de nuestra forma de gobierno: la democracia. Esta, con sus defectos, y virtudes como la que hemos mantenido incólume en los últimos 67 años por respeto a sus principios y por nuestra admirada vocación democrática. Para ratificar mi comentario, hoy, por decisión del pueblo en las urnas, está de presidente de la República un ex militante y activista de una ex guerrillera; un hombre formado ideológicamente en la izquierda, y políticamente dentro de las normas y costumbres de la insurgencia.
Entonces, producto de mi análisis, conceptúo que, de muchas decisiones tomadas y situaciones de tipo sociales, políticas, partidistas, legales y jurídicas vividas en los últimos meses en el país, los efectos sobrevenidos por esos acontecimientos han sido superados por los efectos que hoy nos están minando la seguridad y estabilidad del estado y ya han mutado a crisis. Y no a una crisis común, es a una crisis inédita: de incoherencia política.
¿Por qué de incoherencia política? Basta mencionar sucesos como:
1. El doctor Leyva Durán califica a Armando Benedetti de consumidor de droga e incompetente para el ejercicio de funciones como embajador y los hechos le dieron la razón al Canciller Leyva Durán por el desempeño fatal del Sr. Benedetti en Venezuela, pero el 6 de febrero 2024 el mismo Canciller Leyva Durán lo designa embajador ante la FAO en Italia. Este es un mensaje de incoherencia porque ese ‘nuevo diplomático’ por sus negros antecedentes fustiga el nombre y la imagen del país y de los colombianos ante el fórum internacional, y ‘confirma’ ese acto o ese nombre ¿país de narcos y de consumidores?
2. Siendo el Poder Ejecutivo (el Sr. presidente) una de las tres ramas del Poder Público del Estado, el presidente convoca a marchas o movilizaciones para presionar la designación del Fiscal; estas marchas provocan zozobra entre los magistrados de la Corte Suprema de Justicia encargados de elegir; miedo y pánico entre los demás funcionarios de la rama judicial que tienen sus oficinas en el Palacio de Justicia. Luego sale el Sr. presidente y en un trino pide respetar a los magistrados, a esos que mediante pronunciamientos anteriores ponía en riesgo por los contenidos de sus trinos. Esa incoherencia, además de ser peligrosa, tipifica la pérdida de independencia plena de poderes.
3. El organismo multilateral OEA, a través de su secretario general hace un primer comunicado dando respaldo a las acciones que están ocurriendo y de paso apoya al presidente por lo que está liderando, y, luego más tarde en un segundo comunicado ‘intenta recoger’ el espíritu de su primer comunicado pidiendo ‘que se dejen funcionar las instituciones, en este caso a la Corte Suprema de Justicia, en un ambiente adecuado de debido respeto, paz y calma’. Ante esto, ¿Es sesgado o tira la piedra y esconde la mano el Sr. secretario general de la OEA?’¿Está al servicio del primer postor o es un acto de extorsión velada para seguir siendo elegido? Estas actuaciones, además de desconcertar al pueblo, son una clara incoherencia política internacional con repercusiones en el ambiente político y ánimo nacional.
4. Al Canciller lo suspende la Procuraduría General de la Nación por un escándalo en una licitación para la expedición de los pasaportes; 15 días después en franco desacato está todavía actuando como Canciller, firmando nombramientos con la argucia ‘que si el presidente no le nombra reemplazo, no sale’. Es políticamente una incoherencia, primero, por ser el presidente la figura que es y por no acoger la decisión de la Procuraduría General; él juró, el presidente, al posesionarse, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, no hacerlo, es un muy mal mensaje de perversión de la sanidad política del país. Y segundo, por las actuaciones arrogantes del Canciller, presunto violador de nuestro orden legal.
5. No haber hecho la Corte Suprema de Justicia (CSJ) la elección de fiscal antes de que se venciera el periodo constitucional del funcionario, es una incoherencia con el principio constitucional de la celeridad cuyo marco constitucional, legal y jurídico está en los artículos 228 de la Constitución Nacional, 3 del Código Contencioso Administrativo, 2 del Código de Procedimiento Civil, 48 del Código Procesal del trabajo y 177 del Código de Procedimiento Penal. Pero ese aparente incumplimiento no faculta a nadie para indisponer, estigmatizar y poner en riesgo instituciones y la institucionalidad como la de la CSJ, y es una incoherencia creer que se defiende esa institucionalidad y la independencia de poderes con amenazas, presiones indebidas de todo tipo y de varias partes. Estas son otras incoherencias dentro de esta crisis que estamos viviendo.
Bueno, yo he señalado algunas incoherencias o lo que yo considero son incoherencias con efectos negativos en la vida institucional y jurídica del país, siga, amigo lector, enumerando las que usted considere son incoherencias políticas también.
Lo que yo veo grave son el antecedente, el precedente y las consecuencias de estas actuaciones incoherentes; pienso que estas incoherencias por ejemplo no consistentes con el marco legal de la celeridad, deslegitiman el orden constitucional, legal y jurídico del país, y todas, por sus efectos políticos generan desestabilización del orden público; minan la credibilidad y confianza del ciudadano en sus instituciones y en el actuar de los políticos, y finalmente lesionan los valores democráticos.
Ojalá, por la paz política, constitucional, legal, jurídica y lo esencial, por la tranquilidad de la ciudadanía, no se siga incrementando la Crisis Inédita en nuestro país. Que aprendamos, y lo que lamentablemente ha ocurrido, nos deje en la conciencia entereza para que podamos reflexionar y retomar la seriedad de nuestras posiciones políticas ya sean de gobierno o de oposición, pero que seamos honestos, verticales y podamos darles seriedad a las diversas actuaciones, y asumamos con valentía el mandato de las leyes y de la expresión popular, ¡cueste lo que nos cueste!
Corolario: que no se pierda la capacidad de debatir, de controvertir, pero sin actuaciones inconstitucionales, ilegales y ‘jugaditas’, y ojalá que desaparezca el principio maquiavélico ‘que cuando yo lo haga sea legal y correcto, pero cuando el contrario haga eso mismo, sea ilegal e incorrecto’.