Hoy mi homenaje es para una señora espectacular en su accionar y en su devenir histórico: Doña Eloísa María Amaya Ovalle, viuda de Daza, mujer ejemplar en la historia villanuevera, recta y moral en todo el sentido de la palabra, proba e inmaculada en todos sus actos.
Recogió el mejor fruto de sus padres, don Rafael Antonio Amaya Núñez, icono y apóstol de la educación villanuevera y doña Eloísa Ovalle Núñez de Amaya, de lo más granado de las familias villanueveras.
Una de las mujeres más hermosa que tuvo Villanueva en su juventud; mujer de principios y valores, casada con el siempre recordado ganadero Juan Félix Daza Martínez, de las familias tradicionales de Villanueva y padres de unos hijos brillantes y exitosos como ellos en principios y valores y en rectitud moral: Gregorio Félix, ingeniero civil y dedicado a la ganadería; Alfredo, quien murió muy joven y sus padres viajaron hasta Londres, buscando la cura en esas calendas, pero nada pudo hacer la ciencia.

Con esa santidad que la carateriza, Doña Eloísa aceptó los designios de Dios y antes por el contrario, su fe se acrecentó más en el Señor; Rafael Augusto, con una hoja de vida intachable en su vida pública, donde ha sido concejal de Villanueva, director de la ESE Hospital Santo Tomás, de su pueblo, diputado en el departamento del Cesar, médico especialista en Radiología, en Brasil, un ser humano excepcional; José Ramiro, administrador de empresas y empresario del sistema de refrigeración, con sede en Montería; Rubén Alberto, administrador de empresas, con especializaciones en el ramo y en el área financiera, ha brillado con éxito en el sistema bancario, ético hasta la médula, actualmente es el gerente Caribe de Bancoomeva en el área regional con sede en Barranquilla, cargo que ha desempeñado con lujo de competencia; Juan Félix, odontólogo, empresario en el Cesar en el área de implementos de salubridad, en especial para la multinacional Drummond; Óscar Francisco, odontólogo especializado en su área, quien labora con la EPS Salud Total y en su consultorio particular ejerce su profesión de manera exitosa y Leonardo Fabio Daza Amaya, odontólogo, dedicado a su microempresa, en Valledupar, en la que le ha ido muy bien, también es el coordinador general de la Fundación Cuna de Acordeones, en Villanueva. La mejor herencia que le han dado a sus hijos, han sido su rectitud moral, su catolicismo, que como su madre, lo profesan con hechos y con su condición espiritual.
Doña Eloísa, el próximo 27 de diciembre llega a sus 90 años, con plenas facultades mentales, es una señora que siempre ha mostrado nobleza y señorío, amor al prójimo y mientras estuvo en Villanueva se caracterizó por servir a los más necesitados en todo lo que de ella estuviera a disposición y que no olvida a su pueblo por nada en el mundo. Santa en todos sus procederes y de personalidad definida y con carácter cuando la ocasión lo amerita. Para sus hijos es su reina consentida y también para sus nietos. Hay que observar el amor inconmensurable que ellos le profesan. Doña Eloísa es como mi segunda madre, no olvido cuando mi hermano y compadre, Rafael Augusto, me llevó al seno de su hogar y la señora Eloísa me recibió con esa nobleza, cuando cursaba el tercero de primaria con su hijo Rafael Augusto, con quien me unen lazos de amistad, hermandad y fraternidad por siempre, en el mítico Colegio Santo Tomás.

Luego, con mi comportamiento me gané el cariño de ella, de don ‘Felle’ y el de todos sus hijos, que son mis hermanos. Años más tarde, también recibió con el mismo cariño a Fabián Urbina, a Alberto Cruz, quienes también la consideran su segunda madre y a sus hijos sus hermanos y qué decir de Nelle Scaff Jaraba, quien también la quería con cariño de madre, quien ya no está en el mundo terrenal, pero siempre ella lo recuerda con nostalgia. La señora Eloísa es un ser humano excepcional en toda su impronta personal.
Dos cuartillas quedan cortas para describir lo que es y representa ella en su vida terrenal. Esposa ejemplar, madre irrepetible, hermana espectacular, abuela amorosa, suegra singular, tía universal, amiga incondicional, villanuevera para mostrar y con una dedicación a Dios, de manera ejemplarizante. Ese mismo Dios me la bendiga siempre y me la cuide y me le dé mucha vida y mucha salud, para que siga prodigando tanto amor a los suyos y al prójimo, como ha sido su impronta personal por toda una vida.
Mis aplausos para la señora Eloísa, por todo lo que representa con dignidad y decoro. Ella es una señora que cuando intercambias palabras con ella, es gente y sabe a gente. ¡Qué hermoso! Mi cariño eterno para la señora Eloísa. Gracias por su cariño, gracias por sus consejos y por tantas cosas buenas que guardo en mi corazón por siempre. La gratitud genera refrigerios en el alma y en el corazón.