de una relación democrática seria y responsable entre quienes aspiran a convertirse en gobernantes de La Guajira durante el periodo 2019-2023 y las comunidades del Departamento.
Mediante este documento técnico y político, la ciudadanía podrá analizar la visión que sobre el desarrollo de la entidad territorial tiene cada uno de los aspirantes, hasta volverlas comparables, y con base en ese análisis, tendrá otro elemento más para elegir la opción de su preferencia. En mi criterio, este es el primer discurso de todo ciudadano que aspira hacerse elegir. Aunque no existe una metodología que indique cómo debe formularse en tres capítulos bien definidos que son: diagnóstico, direccionamiento político y estratégico, y el plan financiero, el aspirante debe demostrar que conoce el estado actual y las proyecciones de las finanzas públicas de la entidad territorial que aspira gobernar, para plantear sus propuestas y programas banderas.
Este además, es el primer ejercicio de planificación estratégica de los candidatos, el cual servirá de base para la posterior formulación de los planes de desarrollo. Es decir, es el ABC del gobierno que inicia, el cual permite a cada candidato exponer sus ideas y las inquietudes recogidas de la comunidad, teniendo en cuenta todos los intereses ciudadanos representados en los 14 municipios, el distrito de Riohacha o el Departamento, según sea el caso. La importancia de los programas de Gobierno, es que contiene las tesis programáticas y los planteamientos ideológicos, que permiten al ciudadano conocer los principios doctrinarios y valores de cada candidato y la forma como gobernara en el cuatrienio. En líneas gruesas y delgadas allí se dejará entrever el peso específico de cada candidato, y aunque sea otra persona, quien lo elabore, estas serán las ideas que tendrá que defender a capa y espada en los debates en plaza pública y medios de comunicación.
Muchos dirán que soy un romántico, que aquí en La Guajira no se habla de programas de Gobierno, porque esto aquí no es importante, aquí lo más importante es la persona y no sus tesis ni discursos, ni su proyecto político, ya que eso nadie lo lee ni lo escudriña.
Precisamente, por eso es que estamos como estamos, catalogados como los reyes de la improvisación y la corrupción electoral. Porque los aspirantes para hacerse elegir solo inscriben sus programas de gobierno ante la Registraduría como un requisito habilitante y de trámite. Pero la ciudadanía no se interesa por las propuestas y la visión de futuro de cada aspirante, sino que se van detrás del dinero, las multitudes, el clientelismo y las apariencias. Porque nadie quiere perder, convirtiendo la elección en una falacia y los gobiernos en un fracaso, porque la alegría solo dura un día y la triste realidad, cuatro años. Olvidando que un programa de Gobierno es un pacto colectivo que debe asumir el aspirante con su pueblo, a través de la elección.
Por lo tanto, debe ser conocido por la sociedad y de obligatorio cumplimiento por el gobernante. So pena de que sea revocado su mandato por incumplimiento, a la luz del artículo 2, de la Ley 131 de 1994, que en su tenor señala, que la revocatoria del mandato, puede darse por incumplimiento de los compromisos del programa de Gobierno. Por lo anterior, pienso que, en esta oportunidad de crisis político-administrativa, tenemos el imperativo deber de reconstruir el camino de la democracia participativa en nuestro Departamento. Por tanto, no debemos limitar los programas de gobierno a un simple ejercicio técnico, sino que también debemos constituirlos en un espacio político, institucional y de participación con debates abiertos, para construir consensos y corresponsabilidad frente a un proyecto de futuro de interés colectivo con La Guajira.
En adelante, necesitamos mandatarios territoriales con el mínimo de conocimientos básicos sobre la cosa pública para atenuar esta imparable carrera de escándalos motivados por el desconocimiento e improvisación, y el programa de Gobierno puede ser el principio de los criterios de evaluación. Desde allí se podrá establecer si el aspirante conoce bien o no a su municipio, al Distrito o Departamento. Si conoce la estructura del Estado y los demás niveles del gobierno y si tiene claro su rol como gobernante. Igualmente, si conoce sus competencias y los recursos disponibles.