Tenía todo para ser, preparación académica, formación política, experiencia administrativa, compromiso, carisma, liderazgo y vocación de servicio, pero la vida no le alcanzó para culminar su carrera política como presidente de Colombia, después de una larga trayectoria de servicio público de más de 40 años, cumplida con honor en las más altas dignidades que la vida le ofreció para servir, desde alcalde de Cali, constituyente, alto consejero de Paz, diplomático y ministro en varias carteras. Era Carlos Holmes Trujillo García, fallecido el 26 de enero siendo ministro de la Defensa nacional, un curtido político por vocación que siempre entendió la política en su dimensión de servicio para trabajar por el bien común.
Con su muerte el país pierde a un gran ciudadano y su partido Centro Democrático uno de sus cofundadores y militantes más destacados, fiel defensor de sus principios ideológicos y de sus valores democráticos, por los que siempre luchó y defendió con sentido patriótico, escudero del gran líder y presidente Álvaro Uribe, y quienes lo conocimos y tratamos, perdemos a un amigo y copartidario, al líder visionario que le cabía el país en su cabeza, un guía y orientador sabio, un patriota íntegro, perdemos a un gran colombiano.
Carlos Holmes era, además, un hombre de familia, sencillo, amable en su trato, buen conversador, quería a Colombia como el que más y se preocupaba tanto por su destino que tenía claro que había que defender la democracia para salvar la patria de ese nefasto socialismo que engendra la tiranía y niega las libertades y derechos de las personas.
Lo conocí en una de sus tantas visitas a La Guajira, tierra grata a sus afectos, en plena campaña Duque-Presidente cuando yo era el veedor del partido, y lo recuerdo feliz degustando un delicioso desayuno de tortuga frita. En él vi a un hombre inteligente, sencillo, cordial, con un brillo particular para la política, y al comentarle que era oriundo de Córdoba se entusiasmó y recordó con alegría a amigos suyos de mi tierra que conoció en el Senado como Amaury García y Miguel Escobar, ambos jefes políticos del conservatismo en Córdoba. Ese día leyó mi columna publicada en el Diario del Norte, me felicitó y me dijo que él también ejercía el periodismo de opinión.
Después del suculento desayuno y recargado de energías lo acompañé a una visita al mercado público de Riohacha, donde hicimos un recorrido invitando a los ciudadanos a apoyar a Duque, pegamos afiches y repartimos volantes, me impresionó su forma directa de hacer política dialogando uno a uno con la gente de a pie, con el mismísimo pueblo.
A pesar de tener fuerte ascendencia dentro del partido y aspiraciones personales de ser Presidente, su disciplina de partido lo hizo comprometerse y respaldar la causa de DuquePresidente, demostrando su grandeza humana y sin egoísmo trabajó incansablemente para lograr el triunfo del hoy Presidente de los colombianos. Sobre su aspiración, le manifesté mi preferencia por él y me dio las gracias y dijo que él sabía esperar su momento.
El momento no fue en el 2018 y todo parecía indicar que lo sería en 2022 pero la muerte se lo llevó en el momento en que se perfilaba como uno de los aspirantes más fuertes para suceder a Duque, pues tenía trabajo político como militante y gran aceptación dentro del partido, pero la voluntad de Dios que lo llamó a su presencia no lo quiso así.
Un hombre del talante democrático de Carlos Holmes Trujillo deja un legado de servicio al país, compromiso con la patria, tolerancia y respeto por el disenso político, todo un caballero en lo público y en su vida privada. Se fue un defensor acérrimo de la Democracia, un patriota. Descanse en paz señor ministro.