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“Te la dejo Ahí.” solía ser la frase con la que Diomedes terminaba sus apuntes jocosos y nos ponía a reflexionar sobre lo dicho. El 22 de diciembre pasado – en medio de las fiestas de fin de año- se cumplieron diez años de la muerte del ‘Cacique’ Diomedes Díaz, ocurrida el 22 de diciembre de 2013.
El muchacho campesino oriundo de La Junta- La Guajira fue un genio de la música. Vino a este mundo con el talento natural para cantar y componer con que nacen los grandes artistas, inspirándose en cosas sencillas para narrar sus vivencias; cantarle al amor, la mujer, la amistad o al paisaje de un amanecer o atardecer de su tierra. En fin, le componía y cantaba a todo lo que le tocaba al alma y la fibra de sus sentimientos.
Dueño de un carisma arrollador que se sentía a dónde llegaba, era idolatrado por su fanaticada. A pesar de la fama y del dinero alcanzado nunca perdió su humildad y como hombre de pueblo le gustaba comer el friche con la mano. Pudiendo comer lo que quisiera en los restaurantes más exclusivos, prefería hacerlo en la cocina de la casa de sus padres.
La música lo encumbró en lo más alto del éxito hasta convertirlo en el artista vallenato que más discos vendía. Siempre cercano a su gente, no le importaba dar plata para ayudar a quien acudía a pedirle,regalar una fórmula médica a un enfermo, o repartir propinas a los maleteros y taxistas en el aeropuerto de Valledupar. Ferviente devoto de la virgen del Carmen, un tipo sencillo y muy generoso, fue el gran Diomedes Díaz.
Más allá de su simpática personalidad tenía un don que lo hacía especial, sus letras eran filosóficas y narraban con sencillez su manera de percibir la vida; gustaban a todo mundo y su fanaticada se identificaba con él y lo convirtió en un ídolo de multitudes. Diomedes era un filósofo que con sus letras lo ponía a pensar a uno sobre lo que decía. En la canción ‘Mi muchacho’ dedicada a su hijo Rafael Santos, cuando le dice que si a él lo que le inspira es ser zapatero, solo le pide que sea el mejor. Aquí el ‘Cacique’ reflexiona sobre lo que un padre quiere para su hijo, que sea una buena persona y triunfe en lo que le gusta hacer para ser un buen ejemplo, porque “de nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo”.
En ‘Mi primera cana’ Diomedes canta: “una hebra de cabello adorna mi cuerpo” verso que nos pone a pensar sobre el cambio de vida que nos llega con las primeras canas que tiñen de blanco nuestro pelo, y como el hijo joven percibe a su papá en la vejez.
Diomedes fue un enamorado de la vida y de las mujeres, a ellas les cantó con respeto: “un montón de mujeres se me llevaron lo mejor de mi vida sentimental” expresando su amor y gratitud con las que se portaron bien con él. Todo un cavalier.
En el tema musical ‘A un cariño del alma’ canta: “Cuando uno siente que la vida pasa es tarde para muchas cosas ya”, éste es un lamento por el tiempo perdido donde no hicimos lo que debíamos, y que la vida nos cobra al final viejos, cuando ¿ya para qué?
Diomedes era noble y se ponía triste ante la muerte, tenía un alto sentido del valor de la amistad. La canción ‘Mi ahijado’ es un homenaje a la amistad y una oda de amor de los hijos hacia sus padres que murieron jóvenes, algo que dijo lo afectaba mucho en entrevista al periodista Ernesto McCausland, donde habló de la muerte y expresó que: “Si yo supiera que yo muerto serviría más, yo me muriera hoy mismo, pero yo no sé, Ernesto, no sé “, así como de su temor a morir y ser enterrado bajo tierra “con estos calores”. Tuvo la visión de imaginar su muerte y pintó su entierro “erdaa, bonito, el cajón allá en el medio, la gente, los pelaos, los gamines vendiendo chicle, los otro vendiendo gaseosa, pastelito, la viuda con pastilla pa´que no llore porque ya tiene plata”. Jaja y así fue realmente.
Pasó una década desde tu ausencia ‘Cacique’, pero sigues vivo en tus canciones que suenan cada vez más. El 26 de mayo y 22 de diciembre – fecha de cumpleaños y muerte – tu fanaticada te revive escuchando tu música y apuesta el chance con las combinaciones numéricas que tienen relación con tu vida. La tumba por esos días en ‘Jardines de Ecce Homo’ de Valledupar es visitada por una romería de gente que no te olvida.
Otros dichos suyos famosos fueron: “Con mucho gusto”; “a sembrar arroz, porque esto está malo”; “Ahora es que va a ver cuál es el chivo que más mea”; “que vivan las mujeres, las dueñas de los hombres” y “Viva mi fanaticada”. Y muchos otros jocosos y picantes que el artista improvisaba en tarima y cuyo histrionismo el público celebraba a rabiar.