En un éxito rotundo podría calificarse la edición número 44 del Festival Nacional de Compositores, desarrollada en San Juan del Cesar en el año 2021. Este festival es una competencia de canciones en diferentes modalidades donde en tarima desfilan los más connotados compositores de la región y el país, para exponer sus canciones a consideración de un jurado previamente seleccionado, y de su majestad, el país vallenato, presente.
La competencia en las diferentes categorías, tales como, canciones de aficionados y profesionales, lo mismo que, la piquería vallenata, dan cuenta del realismo mágico, la lírica, la crónica y el repentismo de nuestros autores y compositores para inspirarse y cantarle a la vida o a la musa de su lira.
Pero, indudablemente, que un festival es una fiesta, y en este caso, la fiesta de los compositores. Tres días para exhibir la grandeza del talento de aquellos autores que sin pincel y sin paleta dibujan los mejores lienzos de su alma con letras y melodías.
Una fiesta para ponerle colorido a la vida y obra de nuestros autores y mostrárselos al país en su verdadera dimensión, como lo que son: los que producen la materia prima de la música vallenata, que luego transporta a muchos hasta el éxtasis de la ensoñación.
Por eso, pienso que en adelante, el Festival de Compositores debe ser para los compositores. Un festival para promover e impulsar sus obras musicales, el motivo de inspiración, la realidad o ficción que las motivó, hasta contárselas al mundo. Considero, además, que es hora de meter el festival por los caminitos reales de inspiración del compositor.
Transportar a los amantes de este género musical por la estructura ecológica principal de nuestro municipio, San Juan del Cesar, quien se yergue entre la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta, bañada por los hermosos valles del río Cesar y del Ranchería.
Allí se encierra el sustrato literario de nuestros más caros compositores, como ‘Tijito’ Carrillo, considerado el precursor de la composición vallenata en San Juan, destacado por su canción ‘La guayabalera’.
Igualmente, la vida y obra de Roberto Calderón, quien encarna el romanticismo y los sueños del sanjuanero raizal, manifestado en su canción costumbrista ‘Luna sanjuanera’, considerado el himno folclórico del municipio.
Del mismo modo, Hernando Marín, el campesino parrandero, ese compositor de espíritu noble y prosa rebelde y protestante, que se inspiró para cantarle a ‘La sanjuanerita’, describiendo el realismo mágico con lujo de detalles en su lírica tan singular.
También se destaca, el ‘Indio de Oro’, Máximo Movil, quien le compuso a las fiestas patronales del Bautista, una canción costumbrista que se metió en las mentes y los corazones populares cada vez que está de fiesta mi pueblo.
Así, se da San Juan el lujo de ser la cuna incomparable que sirvió de natalicio a más de un centenar de compositores, que con su trayectoria de éxitos le han dado mucha gloria a este pueblo y a la música vallenata.
Por eso, en mi humilde opinión, pienso que la edición número 45 del Festival de Compositores, debe arroparse en la idea motivadora de cambio que actualmente impulsa el alcalde municipal. La cual consiste en recuperar el rol protagónico del compositor como eje central del festival.
Es decir, darle más valor al compositor como epicentro del certamen. Mostrar una galería de nuestros mejores y más reconocidos compositores en stand y en quioscos.
Establecer unas novedosas reglas de juego para los concursantes para hacer turismo cultural con ellos y sus obras y presentarlos en tarima en medio del espectáculo musical con la importancia que merecen.
Es decir, lo que estamos proponiendo es, dignificar el arte de componer y hacer versos de cuatro, ocho y diez palabras. El compositor debe ser mejor remunerado, los premios deben ser atractivos y tan bien pagos, como los jugosos contratos de las agrupaciones de moda, quienes desplazan al compositor por el formato utilizado.
No sigamos convirtiendo el Festival de Compositores en el Festival de Orquesta o de los conjuntos vallenatos de moda, para enriquecer a unos artistas, sino para mejorar la calidad de vida de nuestros compositores, hasta dignificar el arte de componer.
Finalmente, en el festival no debe faltar un evento académico del más alto nivel, donde se dé a conocer la vida y obra de nuestros compositores, con el lanzamiento de un libro y un CD que contenga sus obras musicales para promocionarlos y hacerle marketing, ese debe ser nuestro gran desafío en 2022.