Con la noticia del asesinato de Lisney Juliana Gómez (‘Yaya’) en Santa Marta, Magdalena, se reabren heridas históricas al pensar en cada mujer asesinada por el hecho de ser mujer. Con cada niña o mujer violentada física, sexual, patrimonial o psicológicamente, el dolor de la violencia atraviesa a la humanidad, las prácticas machistas y opresoras son la pandemia sin vacuna ni antídoto.
He escrito muchas columnas sobre violencias basadas en género, feminicidios o vulneraciones a cualquier escala de los derechos humanos femeninos, cada una duele, porque en lugar de caminar hacia una vida en equidad e igualdad parece que empeoramos y seguimos hundidos en un mundo desigual, donde el delito se ‘argumenta’ – Ella me provocó por eso la maté- y la culpa se adjudica a las víctimas ‘¿Para qué lo provocó o para que dio papaya?’ – “la violaron por mostrona”, cualquier absurda justificación se saca, en este caso no es la excepción, he leído en algunas notas periodísticas que las amigas de (‘Yaya’) reciben comentarios de que ella andaba en malos pasos, también en comentarios de las publicaciones en redes sociales comentan “Pa que se metió con ese chirrete de novio” como si ella hubiera planeado su propio asesinato con todo y padecimiento.
Es momento de reaccionar como humanidad y en general todos los sectores (públicos, privados, organizaciones sociales, academia, etc) respetar y apoyar a las víctimas y no seguir amparando el machismo desde bajarle el tono a las violencias y verlas como actos de provocación, pues quien asesina es porque es asesino, quien violenta es porque es violento y no tiene control de sus emociones y acciones, no es por provocación, dejemos de proteger a los victimarios y de ser cómplices de los delitos,siendo indiferentes o justificándolos, nada léase bien nada, justifica las violencias y menos los asesinatos.
En esto insisto porque la justicia no puede seguir fallando a las mujeres, el sistema social y cultural tampoco, dado que la impunidad es la mejor amiga de los victimarios y lápida segura para todas las víctimas, la violencia no decrece, ella se arraiga hasta volverse incontrolable.
Confesión con rostro de descaro
Tuve oportunidad de observar el video del confeso feminicida Mario Bastidas, quien también era su expareja, en el cual, no se ve percibe en absoluto responsabilidad alguna y/o dimensión del delito, el solo pide disculpas como si hubiera quebrado el vidrio de una ventana y se arreglara en cuestión de minutos, afirma que no es violento, que jamás había hecho algo así y al final se le ve un poco sonreído y muy tranquilo. Esto informa de lo mal que estamos, parece que el machismo con la afectación de la salud mental son una bomba de tiempo que va por ahí asesinando y violentando porque lo consideran un derecho adquirido.
Se comenta en algunas publicaciones que Mario Bastidas afirmó en audiencia que “Él estaba fastidiado de ella porque supo que vendía contenido en redes sociales y que ella lo buscaba, entonces que se desesperó por eso la ahorcó, la mató”. En todo momento su narrativa es de víctima en lugar de aceptar su delito (porque no fue un error, fue un delito con dolo, con absoluta premeditación).
Por eso no dudo en afirmar que, Mario en libertad es un peligro porque todo con lo que no esté de acuerdo tendrá riesgo de recibir su represalia, Mario es un peligro para la sociedad porque no hace consciencia de su delito, el solo argumenta que tenía razones para matarla, es que debemos dimensionar el peligro que es este perfil de personalidad, cometen delitos, reinciden en conductas violentas y no pasa nada, porque se perciben como víctimas y siempre argumentan sus actos dañinos.
Es grave todo lo que está ocurriendo, pareciera que confesar en un video y pedir disculpas por matar a alguien, tomara un tinte conciliable cuando no lo es, la vida es sagrada no le pertenece a nadie, por lo cual, es descabellado considerar que por confesión del delito y colaboración con la justicia, el abogado defensor de Mario solicite detención domiciliaria y cualquier otro beneficio, no se puede sabotear la dignidad de las víctimas y sus familias, no se puede minimizar el delito, no se puede ser indiferente frente a un problema social que nos afecta a todos y todas. Basta de indiferencia! Si asesinan a una mujer nos afectan a todas, que ser mujer no represente un peligro en sí mism