El anhelado cambio desde cualquier extremo en las instituciones del Estado es necesario según la mayoría de los colombianos. Esto es tan evidente que el ciudadano común y corriente cansado de tanto esperar que mejore su calidad de vida, prefiere no seguir esperando, ni darle ñapa a la espera, y se arriesgan a dar un salto al vacío sin saber que les espera.
Otros prefieren actuar por el sistema de ensayo y error, sin importar qué pase después del error, pero prefieren arriesgarse y aventurarse. Así observa uno a la sociedad de este país en el concierto nacional y regional. Pero hay quienes son más sensatos y actúan con madurez pese a la desesperanza, porque son conscientes que con el futuro no se juega porque allí se compromete a las próximas generaciones. Sin embargo, los colombianos están con una encrucijada en el alma.
O cambian este sistema de cosas que cada día los agrede y los envilece, y los ha llevado a vivir la vida desde una perspectiva pesimista y sin oportunidades. O más bien, lo que está quieto lo dejan quieto con la convicción o la firme esperanza de que se dé el cambio tan anhelado por todos por substracción de materia porque este es muy necesario. Lo cierto es, que los cuarenta y ocho millones de colombianos, le apuestan a un cambio y a un nuevo modelo económico y social, y de país, venga del extremo que venga.
Los pronósticos anuncian que se requiere más inversión social por parte del Estado en la gente, en el desarrollo humano y en oportunidades de un trabajo digno y decente que les permita a nuestras comunidades sentirse incluida y que con orgullo muestren su cédula como colombianos. El país está polarizado, la población se ha ido a los extremos, esto está como para alquilar balcones con serenidad y paciencia y sin afanes por conocer el escenario futuro. Lo cierto es que la cibernética, las Tics y las redes sociales han servido para entablar una guerra sin cuartel de la información y la desinformación como en un cuadrilátero y en un pugilato.
El constituyente primario tiene el balón en su cancha. Especulaciones van y especulaciones vienen, pero lo cierto es que no hay nada cierto. Lo único que en prospectiva se avizora como cierto es que el país tendrá un nuevo modelo de desarrollo porque el pueblo así lo demanda. No sabemos que extremo desarrollará el nuevo modelo de país, pero de que están llamadas a cambiarse las estructuras del estado colombiano, es inminente. Indudablemente, que el pueblo colombiano está a las puertas de apuntarse un hit parade, porque el tan anhelado cambio se visiona por parte de los que estaban y de los que vienen llegando. Parece que estamos llegando a la meta de una verdadera oportunidad para vivir mejor y en mejores condiciones de bienestar.
Ojalá y el país recuerde que no se trata de personas, sean quienes sean los protagonistas del próximo modelo de desarrollo los cambios requieren tiempo, no se debe asumir una posición inmediatista, sino de mediano y largo plazo para ver resultados. Todos los sectores sociales le apuestan a un cambio y a un nuevo modelo colombiano de desarrollo, los ciudadanos, sus dirigentes, sus gobernantes y los grupos de interés. Eso evidencia que el cambio está timbrando en las puertas de todos.
Ojalá y entre todos podamos pasar la página y queden atrás, esos calificativos que nos estigmatizan y nos avergüenzan como colombianos. No más rotulo de narco paramilitarismo ni guerrilleros, tampoco de corruptos, hampones y tramposos. Todos soñamos con un país en paz donde podamos vivir con libertad y orden.
Un país con menos violencia y más oportunidades y justicia social. Un país con focalización de la inversión en la gente y su calidad de vida hasta reducir los indicadores de necesidades básicas y las trampas de pobreza. El pueblo demanda cambios sustanciales desde todas las dimensiones del desarrollo, desde las políticas públicas en lo político-institucional, lo social, lo económico, lo ambiental, lo tecnológico y lo poblacional. La voz del pueblo es la voz de Dios. Solo quien camina detrás del ciudadano, conocerá como aprietan sus problemas para conocer las innovaciones que demandan. Solo así se podrá en el futuro, resolver sus problemas y necesidades y garantizar sus derechos con políticas públicas, desde la institucionalidad del estado.