En un año preelectoral y con la mirada puesta en las próximas elecciones presidenciales se empiezan a mover, en el tablero de la política, las piezas que jugarán la partida para ganar la Presidencia en el 2022, donde nadie podrá jugar y ganar solo y si no hace alianzas con otros jugadores. En este escenario por primera vez un costeño, Alex Char, entra a jugar duro en la contienda por la Presidencia con posibilidades muy serias de ganar.
Si el Centro Democrático por vía de alianza interpartidista lo respalda, se convertiría en el candidato más fuerte de la primera vuelta, el hombre a vencer; sin embargo hay un problema por resolver y es el papel que jugara Vargas Lleras que también tiene aspiraciones presidenciales, ¿las aplazará?, ¿Apoyará a Char que es de su partido, que movida hará Cambio Radical, o sea, Germán Vargas? Me atrevo a opinar que terminará alineado con la derecha.
El partido Conservador no tiene vocación de poder para ganar con candidato propio a la Presidencia, pues ha quedado reducido a ser el comodín que sirve para fortalecer otras aspiraciones, seguramente participará en la primera vuelta con candidato pero terminará apoyando a otro aspirante de diferente partido con opción real de ganar.
En todo caso, el bloque de Cambio Radical, el CD y el Conservatismo representan lo más puro de la derecha colombiana, y a ellos pueden sumarse sectores independientes y otros partidos o movimientos políticos afines ideológicamente. Los tres hacen parte de la coalición que apoya al gobierno de Duque y nada indica que quieran dejar el poder, por todo eso juegan en la primera fila del ajedrez político presidencial.
En la segunda fila está el grueso de la izquierda que seguramente se la jugará otra vez con Petro, avalado por los más de 8 millones de votos obtenidos en 2018, votación nada despreciable como para ceder el espacio político ganado. A Gustavo Petro lo conocemos como simpatizante del modelo comunista Cubano replicado en Venezuela con el nombre de socialismo del siglo veintiuno (castrochavismo), régimen de la tiranía, la represión y la miseria del pueblo.
En la tercera fila figura el otrora glorioso y multitudinario partido Liberal, al que le bastaba mostrar el trapo rojo para levantar a las masas, hoy menguado políticamente por la salida de muchos de sus miembros a otras toldas políticas, pero con representación política en el Congreso y que también puede jugar de comodín como el Conservador.
Luego viene la Centro izquierda donde parece ubicarse Fajardo, un enigma que representa dizque una línea política más moderada que la izquierda extrema de Petro, pero con más cosas en común que las identifica y une, que separarlas.
El expresidente Santos querrá jugar esta partida política tratando de resurgir de sus cenizas, utilizando el poder político que aún le queda al partido de la U en algunas gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos, defendiendo su obra el “acuerdo de paz” firmado con las Farc, que no ha servido para que sus exjefes y militantes paguen por sus delitos; ni pedir perdón al pueblo colombiano por sus actos terroristas; ni prometer no repetirlos, ni reparar a sus víctimas. A cambio recibieron curules directas en el Congreso, una justicia – la Jep – sesgada políticamente, creada a la medida de sus intereses, con jueces escogidos por ellos y para ellos, que le garantiza impunidad a sus delitos atroces y de lesa humanidad.
No creo que ese acuerdo como fue pactado le sirva a Santos para revivir políticamente y menos como bandera electoral recoger votos pues el pueblo colombiano le dijo NO a ese acuerdo, decisión que él mismo prometió respetar y no lo hizo, por eso recibió como castigo la derrota electoral que el pueblo le propinó a su candidato de entonces, el de la paz de Santos.
Pero Santos es un hábil jugador de póker que lo aplica en la estrategia del ajedrez político, y de pronto al verse derrotado nuevamente puede inclinarse a fortalecer a la izquierda y a su candidato más radical, y aquí es donde la democracia colombiana se ve amenazada por el peligro que representa una izquierda unida que reciba el apoyo de otras fuerzas políticas y de amplios sectores populares que le permita ganar el poder.
Que Dios nos libre de semejante tragedia, peligro ante el cual Colombia debe aprovechar lo buen candidato que es Char para respaldarlo todos, no por ser costeño – es ante todo colombiano – sino por su preparación, experiencia y carisma. Tiene una gestión de eficiencia y progreso que mostrar al frente de la Alcaldía de Barranquilla; conoce los problemas y necesidades del pueblo colombiano y cómo solucionarlos con inversión social y desarrollo para el país. Ese sería el gran jaque mate de los colombianos para ganar la partida por la Presidencia de la República.