Cada cuatro años el tiempo litúrgico de preparación de la Navidad coincide con la posproclamación de los nuevos mandatarios regionales y locales (gobernadores y alcaldes). Se puede denominar a este periodo de gracia como una luna de miel prenupcial pletórica de expectativas y de júbilo popular por la llegada del gestor o gestora del futuro mediato (cuatro años) de los municipios y departamentos.
El adviento del empalme más que un desfile de visitas, presentaciones y besamanos debe convertirse en el tiempo de preparación del nuevo Gobierno. No deben caer los mandatarios electos en el jolgorio del relax y el disfrute de su designación, por el contrario, están llamados a aprovechar los dos meses previos a su entrada en escena para conocer los bemoles de la administración de la empresa que van a dirigir y a empaparse de los grandes retos que enfrentarán a partir de enero.
La selección del equipo de futuros colaboradores, la primera escenificación de lo plausible por parte de los ungidos. Un gabinete provisto de la confianza, el conocimiento de lo público y sobre todo de la capacidad y la disposición de enriquecer el ejercicio de empalme y preparar un informe nutrido en el diagnóstico de las realidades financieras y los resultados de las inversiones y la gestión de la entidad. No basta llegar al empalme a tomar café y disfrutar de una charla sonriente con el mandatario y funcionarios salientes; no, el café debe estar saborizado con la sapiencia y una labor meticulosa para facilitar la consigna empresarial del “negocio en marcha”, cuyo único propósito funcional es evitar traumatismos y retrocesos.
En el adviento político son claves varios aspectos: (1) valorar con buenos ojos los logros y las recomendaciones expuestas por la administración saliente, para desmontar así la moda de la ‘tala rasa’ en la administración pública y no practicar el recurrente reseteo del “empezar de cero”; (2) Construir las bases del nuevo plan de desarrollo con fundamento en los postulados de planificación [programa de Gobierno, plan de desarrollo nacional, informe de gestión de la administración saliente y reportes de las entidades de control].
(3) Establecer un sistema de priorización de las actuaciones de Gobierno durante el primer semestre de 2024, para no llegar a improvisar y mucho menos a demostrar incompetencia y desconocimiento de la cosa pública; (4) Generar mecanismos de comunicación y difusión en los medios y redes sociales, para sembrar una relación efectiva de simpatía con los gobernados más allá de los abrazos, promesas clientelistas y los saludos folclóricos que alumbran los diciembres de poselección.
(5) Activación de redes de contacto y de gestión en Bogotá para aprovechar las mieles del centralismo y conocer los intríngulis del actuar del Gobierno nacional y su marco de actuación en el territorio; (5) Establecer relacionamiento y conocimiento de los programas y proyectos de las entidades, institutos con presencia en la región; así como una cooperación con gremios, líderes de opinión, influencers de la política, candidatos derrotados en la pasada contienda, congresistas y exmandatarios, a quienes se deben involucrar en un proceso de ”gabinete ampliado y consejería especial” en favor de los propósitos de desarrollo y progreso.
Los nuevos mesías deben tener presente que con un empalme plegado de convergencia y unidad se puede configurar una navidad políticamente amable y sana para que la estrella luminosa llegue al Belén de las nuevas administraciones cargada de aguinaldos y bendiciones para el pueblo.