Varias cortes están por estos días decidiendo sobre unos temas tan sensibles para La Guajira, como lo sucedido con el gobernador, las Alcaldías de Manaure y Fonseca, sumado a la revocatoria que se va a dar en Villanueva. Uno tras otro fallo, no ha dejado de recibir críticas de sectores inconformes, ni de mantener a la opinión en ascuas por la ingobernabilidad que hace rato ronda en la península. Sin duda alguna, la manera de hacer política en la península viene cambiando y peor aún, de una manera perjudicial.
La Guajira por décadas y más en las últimas, ha tenido momentos difíciles y aún los seguimos teniendo y el común denominador es el mismo, el centralismo inclemente, las bonanzas que permeó todos los principios morales que hacían del perfil de un guajiro de bien un elemento digno de admirar. Tenemos que admitir que las bonanzas iniciaron nuestra gran tragedia y la ahondó más cuando se hizo parte del ejercicio político con sus capitales, mutando ADN de algunos políticos.
La Guajira puede atravesar por las peores circunstancias, incluso tenerse la sensación que se encuentra patas arriba, percepción personal o grupal que pueden tener algunos en su manera respetable de ver las cosas, pero en cualquier momento de la historia quienes tendrían a La Guajira así son personas pasajeras en el tiempo de la institucionalidad, los guajiros somos todos, La Guajira sigue siendo la misma y es de todos, quienes la dirigen son transitorios y lo que hagan en cada periodo o dejen de hacer, no puede llevar a ningún guajiro a dejar de quererla, ni los que la representan entre nosotros, o quienes se eligieron para dirigirla, en cualquiera de los campos del poder.
“Un mal gen es un mal gen”, le dijo alguien defendiendo un acusado. Pero el panorama completo quizás es más complicado, es el ADN que llevamos por dentro, la llave maestra de la evolución humana. En la mayoría de los hogares guajiros, por idiosincrasia, tradición o cultura, nos educaron bajo valores éticos, como la personalidad, la rectitud, la honradez, la gallardía, la responsabilidad, sellado con el pacto de una amistad, pero parece que la política le está cambiando el ADN a muchos, para mal del Departamento.
El cáncer es un buen ejemplo para ilustrar las complejas armonías internas de la cuestión “nace o se hace” que centra nuestro debate, pero es solo un ejemplo. No todos los cánceres son hereditarios, pero todos son genéticos, porque se deben a una acumulación de mutaciones en el texto del ADN de nuestras células. El ADN no es solo el vehículo de la herencia de padres a hijos, sino también el manual de funcionamiento de cada una de nuestras células durante toda nuestra vida.
Los guajiros no pueden almacenar en su ADN más odio contra su gente y sus instituciones por culpa de la corrupción, de la avaricia, del beneficio personal, las injusticias, los abusos o por culpa de las personas que eligieron para dirigirlo; existen mecanismos para corregirlo, entre ellos en medio de nuestra imperfecta democracia está el voto popular, que ojalá se mantenga creíble en el conteo que cada vez es menos confiable; afortunadamente, cada vez más los votantes se dan cuenta que dejarse pagar por el voto, lo que les pagaron se le acaba en una botella de “churro”, el que les pagó sigue en el gobierno, quitándole mucho más de lo que les pagaron; es que quien paga por el voto, es porque va a llegar a cobrarse lo que pagó.
Cada persona piensa en ella misma, como si fuera la única a la que le pagan el voto, pero, así como le pagaron les han pagado a muchos, así lo que tienen que recoger es mucho, por eso es tan necesaria la lucha contra la corrupción, hacer valer nuestra autonomía, nuestra responsabilidad individual y otras acciones, pero nada de eso nos puede hacer sentir menos guajiros, solo menos confiados en quienes llegan mal a hacer todo mal.
Es hora de enderezar nuestro destino, nuestro camino y se acerca la gran oportunidad para hacerlo en las próximas elecciones, (atípicas y no atípicas) pero siempre con nuestra bandera, verde y blanca (esperanza, pureza y paz) erguida y ondeante con nuestros vientos Caribe, sureño, desértico y serrano, nuestra bella bandera que representa nuestra riqueza; nuestros mares, ríos y serranías y los sufrimientos pasados como pueblo abnegado y por nuestros ancestros, simbolizando nuestra tenacidad como guajiros de verdad, un pueblo orgulloso de poder mostrar nuestro carácter y tenacidad para sobrevivir y llegar a destacarnos como alternativa de desarrollo de un país.
Llegó la hora de pensar en el valor y la importancia de nuestros orígenes, de dónde venimos y hacia dónde vamos. No más valores superficiales y desgastados, hay que sumergirse en las raíces y honrar la memoria de nuestros ancestros, que es un camino de fortalecimiento y pertenencia; que todo sea por una guajira próspera, desarrollada, incluyente y en paz, ese es nuestro verdadero ADN.