El 8 de noviembre era esperado por muchas personas, ante el anuncio de la lectura de fallo por el asesinato de Eduardo Pinto (Exdirector de Medicina Legal regional Caribe) quien hace 8 años fue brutalmente asesinado en su propia vivienda en Barranquilla.
Es claro que el dolor de la familia, de los amigos y amigas sigue vivo, se esperaba que luego de un proceso de “Justicia” lento y revictimizante el fallo hubiese sido la condena de quien por pruebas aportadas por la Fiscalía era la autora intelectual en alianza con otros autores materiales, contrario a todo y para reabrir heridas que no dejan de doler, la declararon absuelta como si todas las pruebas que la vinculaban hubiesen sido un invento de alguien.
Cuando veo en redes sociales la lectura de dicho fallo no puedo evitar sentir profunda tristeza, toda vez que la jueza recalca que no hay suficientes pruebas para condenar a nadie, como si la víctima hubiera sido un mosquito que no tenía ningún queriente, no un ser humano con una proyección profesional admirable, buen hijo, hermano, primo, sobrino y excelente amigo, siempre dispuesto a sumar en los procesos, un apasionado por su trabajo y un guajiro enamorado de su tierra.
Amigo Eduardo, perdona este mundo injusto que le falla a las víctimas y pareciera premiar a quienes matan y violentan, perdona a la justicia colombiana, donde lo que dice la Fiscalía y el Ministerio Público no es lo mismo que lo que lee una jueza, donde un caso en el que se apaga una vida se le dan todos los alargues, como en un acto de negligencia que se convierte en un tipo de delito que profundiza el dolor de una familia.
Eduardo, la impunidad de tus asesinos te sepulta doblemente, no merecías esto de un Estado para el cual trabajaste con tanta entrega; si bien una condena no recupera la vida, si nos hubiese dejado una leve sensación de justicia a tu memoria, a tu nombre, a lo que fuiste en vida.
Hoy lloramos, lamentamos y rechazamos el fallo que deja en libertad y como una “víctima” más a una persona que pensó y planeó tu asesinato. Esto no lo afirmo yo, lo han afirmado sus mismos cómplices en las diferentes audiencias; ella contrató a los autores materiales, estuvo en la escena de tu homicidio y no hizo nada por impedirlo, si ella, la misma que daba gritos en la audiencia diciendo que “Entiende el dolor de la familia, pero que es inocente” solo falta que haya que hacer algún acto de reparación a su favor por hacerla vivir un proceso tan traumático como el de estar acusada de un asesinato.
Eduardo, abrazo a tu familia, en especial a tu madre, que tiene el dolor de tu pérdida tan encendido como hace 8 años, es fácil ver esa tristeza tan desgarradora que padece, la misma que solo una mamá de un excelente hijo como tú puede llegar a sentir.
Amigo Eduardo, muchas veces me he preguntado ¿Cuántas cosas nos faltaron por hacer juntos en ese interés que nos unía de lograr la equidad e igualdad? Duele no tenerte en las actividades que lidero, duele no recibir tu llamada con tertulias tan especiales como tú; duele no escuchar tu motivación y tu afirmación de que podía contar contigo; si a mí me duele no tenerte, no imagino cuánto le duele tu ausencia a tu madre, hija, hermanos y demás familiares; si tu amor por ellos era inmenso, se notaba, se respiraba cuando te referías a tu Maicao y a tu gente del alma.
No merecías ni ser asesinado, ni que tu mayor enemiga y de quien no sospechabas que te odiara tanto, fuera absuelta. Eduardo perdónanos como humanidad injusta que somos, quienes te respetamos, amamos y pudimos disfrutar como familiar o amigo leal, solo te decimos, que nos aferramos a la esperanza de la justicia divina y que no muera más gente buena como tú, por dejar libre y sin control alguno a personas sin ética y responsabilidad de sus actos.
Paz en tu tumba, abrazo tu memoria y expreso mi genuina solidaridad hacia tu familia. Repito, no merecías que el sistema por el que muchas veces trabajaste te fallara y dejara impune tu asesinato.