Por Miller Soto
Tal vez cada uno de nosotros tiene algo de periodista en su interior, pues a menudo, nos toca el gusanillo de la curiosidad; de saber el origen de las circunstancias, la esencia de las situaciones. De conocer la verdad. Pero eso no basta para ser considerado un periodista. Se requiere, entre otras cosas, disciplina, constancia, estudio, trabajo y actitud. Valores que, si bien deberían requerirse para cualquier otra actividad, en el periodismo cobran vital importancia dada la enorme responsabilidad de quienes ejercen tan noble labor. Personalmente, lo único que tengo de periodista es la obsesión propia del niño que está en la etapa del “por qué”. Una etapa que definitivamente muchos no logramos superar porque extrañamente permanecemos en ella afanados por entender todo cuanto nos rodea. Pero de allí a ser periodista hay un océano. Y quizá por ello les admiro tanto. Porque han sabido canalizar su curiosidad de un modo útil y constructivo. Porque se dan la pela cueste lo que cueste para darle al público la respuesta, la historia, la crónica o la noticia que busca. Porque son capaces de arriesgarlo todo por mantenernos informados. Porque son valientes.
En los últimos años, mi relación con los medios de comunicación se reduce al entrañable lazo que he tenido con el Diario del Norte, un diario que generosamente me abrió las puertas para expresar, semana a semana, mi humilde opinión. ¡Cuánta generosidad! No conforme con abrirme un espacio, me dan la libertad de opinar abierta y libremente sobre aquello que me plazca. Lo que, a decir verdad, puede resultar anómalo a la luz de una realidad en la que los intereses y el mercantilismo limitan –en muchos contextos– la línea editorial. Aquí no.
Diario del Norte ha demostrado, como lo demuestra su director y su equipo de trabajo, que nuestro periodismo, más que rescatable, es admirable. No solo porque son capaces –valiente y generosamente– de abrirse a un mundo de opiniones variopintas, sino porque han demostrado que en medio de una crisis eterna como la que ha padecido La Guajira, es posible edificar.
Por ello y por todo lo que Diario del Norte representa en esperanzas, en ejemplo y en berraquera, felicito a Ismael Fernández, quien en 8 de sus 35 años de carrera periodística, le ha aportado –con este diario– a La Guajira y al Caribe con esfuerzo, trabajo, entusiasmo y tesón, un cipote de grano de arena que ha de servirle a las generaciones presentes y futuras, como referente inspirador de materialización de sueños en medio de un cúmulo de dificultades hechas única y exclusivamente para ser superadas. Ismael, es el prototipo del periodista valiente que merece ser abrazado y valorado.
Desde este rincón al que orgullosamente le llamo “mi columna”, quiero invitar a mis paisanos guajiros a que le den a Diario del Norte la importancia que merece. En él confluyen la pasión por La Guajira y la del periodista en el marco del respeto por las opiniones y la libertad de pensamiento. Eso, tenemos que apreciarlo. Ojalá haya Diario del Norte para rato. La Guajira merece ser contada cotidianamente, así, como desde hace ocho años viene haciendo este diario, que, a punta de noticias nos muestra lo que somos.