«Dicen que fue nacido en El Abra, criado en Los Altos y en Cotoprix, en Machobayo, y allá en Monguí siempre gozó de buenas parrandas”.
Para referirnos al tema que ocupa nuestra atención era ineludible recordar el aparte transcrito de la canción ‘Cerro Peralta’ de la autoría de Carlos Huertas incluida por Silvio Brito y Los Hermanos Meriño en el LP titulado ‘Amor eterno’ que salió en el año 1976, es de esas canciones emblemáticas y de complacencias que cuando las escuchamos nos arrugan el corazón a los nacidos en los pueblos del sur de Riohacha.
Evidentemente, el almanaque pintoresco de Bristol de la presente anualidad nos ha recordado que se cumplirán los primeros cincuenta años desde aquella vez casi pretérita cuando un grupo de quijotes hicieron realidad la idea de Ángel, mi hermano, de realizar un Festival del Dulce de Leche en el pueblo donde enterraron mi ombligo, consecuente con la precitada circunstancia y después de algunas reuniones preliminares el 8 de octubre de 2022 visibilizamos en nuestra cuenta de Instagram la iniciativa para realizar en diciembre de 2023 una versión del afamado festival que ha permanecido silenciado durante los últimos veinte años porque definitivamente el legado recibido nos estaba quedando grande a todos, por ese motivo escribimos entonces lo siguiente:
“Unos monguieros que amamos nuestro terruño, en silencio, con toda discreción y con un propósito claro y contundente, estamos trabajando con un grupo inicial muy pequeño y que irá creciendo en cada etapa para el relanzamiento del mejor Dulce de Leche del mundo y de nuestro pueblo como ‘Tierra de paz, cultura y trabajo’ y para que con un gran festival en diciembre de 2023 hagamos prevalecer el poder de la alegría hoy marchita sobre el dolor, el luto y la muerte. Nuestro pueblo merece recuperar sus usos y costumbres y su festival volverá a ser el más sabroso de la región y lo haremos realidad, con el esfuerzo de todos, con transparencia y con auténtico sabor popular. Ahora toca orar para que no surja un comité opositor que pretenda echarle jabón a la sopa porque amargados hay en todo el mundo”.
Nuestras palabras fueron premonitorias porque no obstante que se decidió no realizar el festival en 2023 para que no se contamina de política el tema está bastante avanzado, después de catorce mini cumbres, ya se realizó el primer gran encuentro con la asistencia de treinta personas en el rastrojo que tenemos junto al pueblo, y después de las intervenciones de todos, y de hacerles conocer todas las gestiones en las que se ha avanzado y degustar el caldo espeso de siete gallinas se llegó al acuerdo de voluntades de remar todos para el mismo lado, de hacer un festival incluyente, sabroso y con sabor a pueblo, de reafirmación de nuestra condición de gente hospitalaria, solidaria y de buenas costumbres enseñadas en nuestros humildes hogares, no he sabido que haya surgido aún ningún comité opositor aunque de cualquier matojo sale un conejo porque a quien no tiene oficio el diablo se los pone.
Para el logro del propósito buscado es indiscutible que se requiere un gran esfuerzo en lo logístico y en lo financiero, pero ese reto no va a superar nuestro deseo de reivindicar el buen nombre de nuestra patria chica, hay que aprender de los que saben, muchos de ellos todavía están entre nosotros, si en aquel tiempo pudieron hacer la fiesta con las uñas, con precarias ayudas, sin servicio de energía, cuando las calles de Monguí eran iluminados por la luna grande y majestuosa que salía detrás de los Tanques de Grimanesa, y cuando ella estaba ausente por los cocuyos que en medio de la oscuridad volaban por todas partes, cuando no habían redes sociales, ¿por qué no lo vamos a lograr ahora cuando la ignorancia supina colectiva ha sido sustituida por la inteligencia de los muchachos que se han preparado en colegios y universidades para librar dignamente la batalla por la vida?.
Aquella vez fue su presidente Miguel Campo Brito un autodidacta que llegó desde ‘La Sierra de Los Brito’ a Monguí a donde Etelvina Deluque nuestra abuela paterna recomendado por su tía Genoveva Brito y se terminó de criar con mi padre y sus hermanos, este señor con la muchachada de entonces como coequiperos realizaron una bonita fiesta de tres días 21,22 y 23 de diciembre de 1974, fue coronada reina Clarita Gómez (q. e. p. d.) Representante de Cuestecita, Rita Rois Deluque Campeona del Dulce de leche también fallecida y la candidata anfitriona la prima Sony Medina Romero, la corona fue exhibida durante los tres días en la vitrina donde se colocaban los cosméticos para la venta en la tienda de mi vieja, los bailes durante la noche se hicieron en una caseta cubierta de guaduas amarradas con alambre dulce, fue una ampliación del salón de Adriana Romero ‘Su construcción’ la hicieron a varias manos con la dirección de los primos Julio Mendoza Acosta ‘Cijo’ y Cesar Acosta Pino ‘Conde’.
Con gran protagonismo del picó ‘El inquieto’ de mi compadre Joaquín Muñiz (q. e. p. d.) aquello fue un espectáculo bellísimo amenizado por las agrupaciones musicales ‘Los Caciques de La Guajira’ de Fonseca, y ‘Los alegres punteros’ con el Acordeón de Énder Alvarado uno de los cantantes fue Romualdo Brito, las madres cuidaban a sus hijas mientras bailaban metiendo el ojo toda la noche entre los palos que cubrían el acceso al espectáculo que comenzaba a las nueve de la noche y concluía a las tres de la mañana, sin soldados ni policías porque no se necesitaban y las parrandas se prolongaba interminablemente, lastima que las nuevas generaciones poco saben de aquellos tiempos hermosos cuando todos los monguieros éramos una sola familia.
Mi intima convicción me indica que mi pueblo esta comenzando a vivir su segunda juventud, esta bajo la sombra tutelar de una segunda oportunidad ante los ojos del altísimo, no hay duda que el hecho de estar vivos después de haber enterrado a tantos y tantas monguieros y monguieras que pusieron su grano de arena para este certamen y que el Covid-19 se llevó es porque la divina Providencia ha sido particularmente generosa con nosotros y nuestro mejor homenaje es espantando la muerte de nuestros alares con una fiesta grande entre las grandes, así como se festejó en el siglo pasado en 1920 el fin de la Pandemia de ‘La Gripe Española’ con ‘La cumbiambona’ que duro cuatro días se realizó en El Tablazo organizada por Ana María Sierra y amenizada por los músicos Francisco ‘El Hombre’ y José Antonio Ibarra, cuenta Ángel mi hermano en su obra ‘Mi pueblo historial’ pagina 178 que durante ‘La mama de las cumbiambas’ se quemaron tantas velas, que la grasa de las mismas derramadas por el piso propiciaron un acontecimiento milagroso, con ella se formo en el suelo una gran imagen de San Antonio de Padua, allí se inició entonces la tradición de la celebración de su fiesta patronal cada 13 de junio.