El acordeonero y compositor Adaulfo Enrique Herrera Castrillo nunca pensó que un amor esquivo lo pondría a andar con la mayor alegría por el camino del folclor vallenato. Además, que al escuchar las notas lentas y tristes de su acordeón lo pudieran conectar con su corazón, ese corazón atormentado por una incomprensión hasta llevarlo al calvario del sufrimiento donde el dolor se lo recordaba a diario.
Al pasar el tiempo no encontró otra salida a su dilema y optó por dejar constancia en la notaria del adiós, donde las luces se apagaron por completo debido a un cortocircuito producto del desamor. De esta manera, nació la canción en aire de son titulada, ‘Mujer incomprensiva’.
Adaulfo, al hacer el ejercicio de meditar de manera constante pudo buscar en el crucigrama del pensamiento la raíz de esa historia que le cambió por completo la vida, siendo protagonista del mundo vallenato.
De un momento a otro se decidió y expresó: “La canción fue dedicada a una amiga a quien quería mucho, pero lastimosamente las brisas del amor no soplaron a mi favor. Nunca pensé que esa inspiración fuese a llegar tan lejos y menos con rasgos de tristeza, pero desde ese momento comenzó a despertarse mi triunfo musical”.
Sonrió, pero de inmediato su voz se desplazó al hecho real y anotó: “El nombre de la amiga se quedó dentro de la canción donde el sufrimiento fue mayor y pensaba no tener derecho a recuperarme, pero llegaron cosas mejores”.
“No sé por qué quiero tanto a esa mujer incomprensiva, que siempre me va llevando a la tristeza y el dolor, ya yo estoy cansado del engaño y las mentiras, que lleva a mi pobre vida al desespero de amor”.
Canciones del corazón
Antes de contar sobre su incursión en la música vallenata y todos sus triunfos, donde ha grabado 31 producciones musicales, el hijo de San Ángel, Magdalena, se refirió a otra de sus canciones, en esta ocasión el desquite al primer suceso de la incomprensión, donde apareció el sol del amor calentando más fuerte que en su tierra. Se trata del son ‘Qué bonita que es la vida’.
Ahora sí, Adaulfo, con la felicidad al máximo galope contó: “La hice montado en un caballo saliendo del pueblo para la finca, en un trayecto aproximado de cuatro kilómetros. Comencé a cantar “Qué bonita que es la vida”… Y cuando llegué lo primero que hice fue salir corriendo a buscar un lápiz antes de que se me fuera a olvidar la letra”.
Entonces, comenzó a señalar con sus manos el recorrido buscando el lápiz que en aquel momento no encontró. “Me tocó coger un pedazo de carbón del fogón, y en la pared escribí el primer verso de la canción. Más tarde, cuando conseguí el lápiz debajo de la cama lo pasé a la hoja. Así terminé la canción donde cuento un momento lindo de mi vida”.
“Qué bonita que es la vida, con el pasar de los años, ella nos llena de dicha, de tristeza y desengaño, por eso es que me los pego, y eso nadie me lo quita, si mañana yo me muero, no lamenten mi partida”.
Estas canciones ‘Mujer incomprensiva y ‘Qué bonita que es la vida’, fueron grabadas con el acordeón de Adaulfo Herrera y el canto de Miguel Herrera en el año 1978 para Discos Tropical.
De estas dos obras tiene cualquier cantidad de anécdotas, pero la sucedida en Fundación, Magdalena, es única. “Llegué a un estanco y había una gran cantidad de personas tomando, pero nadie me conocía. Estaba sonando ‘Mujer incomprensiva’ y casi al terminarse alguien gritó que la repitieran. Además, ordenó servir ron y si el disco se rayaba, mandaran a buscar dos más que él respondía por todo”.
Calló un instante, se emocionó y continuó su relato. “Quedé sorprendido. Se me puso la piel de gallina porque nunca había escuchado tantas veces seguidas mi canción. Incluso, se rayaron tres discos”.
Seguidamente, Adaulfo Herrera contó que había aprendido a tocar acordeón desde los siete años y enseguida se enamoró de ese instrumento. “Mi primo, ‘El Negro’ Herrera, hermano de Miguel, tenía un acordeón, pero como era un niño me lo escondían. Cuando él salía, yo lo tomaba y ensayaba. Al ver que mi primo veía montado en su burro, guardaba de una el acordeón”.
El interés de Adaulfo por la música vallenata, llevó a su padre José de los Santos Herrera Díaz, de común acuerdo con su esposa Adelaida Esther Castrillo Tovar, a comprarle el primer acordeón. De esta manera tuvo la mayor confianza y se convirtió en acordeonero y compositor. Hoy en total tiene 130 obras, 62 de ellas están grabadas.
Adaulfo, el papá de Linda Luz, José David, Carlos Mario, Luis Fernando y Adaulfo Enrique, además de ser acordeonero y compositor, trabajó por mucho tiempo como piloto profesional. De igual manera, en distintas universidades cursó semestres de economía, filosofía y letras, no llegando a graduarse porque el acordeón lo atrapó con sus notas.
Alegría folclórica
Adaulfo Herrera asiste con frecuencia al Festival de la Leyenda Vallenata, llenándose de emoción cuando escucha a los acordeoneros infantiles, juveniles, aficionados, profesionales, acordeoneras mayores y menores interpretar sus canciones.
“Que interpreten esos dos sones es algo que me llena el alma, me fortalece mucho. Es grandioso y me hace seguir adelante con la música vallenata donde se expresa todo lo que se siente sin necesidad de inventar”, manifestó.
Después de pasearse por los diversos capítulos de su vida, que se inició exactamente el domingo 28 de agosto de 1949, llegó al punto de llorar por un recuerdo de hace casi 15 años. Todo sucedió el lunes 30 de abril del año 2007 cuando Hugo Carlos Granados se coronó como Rey de Reyes del Festival de la Leyenda Vallenata.
“No pude ir al Festival Vallenato porque estaba enfermo, pero seguí la final por el Canal Telecaribe. Esa noche Hugo Carlos interpretó el son ‘Mujer incomprensiva’, y cuando entregaron el fallo dándolo como ganador, me paré de la cama, fui a la nevera, saqué una botella que nunca falta y sin medir las consecuencias me tomé unos tragos de licor”, dijo emocionado.
Volvió a vivir ese momento, pero esa vez tomó su acordeón trazando en notas esa canción que en su momento le apretó el corazón, pero ahora es otra la historia. “Le di gracias a Dios por el triunfo del gran acordeonero Hugo Carlos Granados, y por la felicidad de aportar al folclor vallenato esa canción dedicada a una paisana. A ella, no me canso de darle las gracias por no tenerme en cuenta y ser incomprensiva”.
Primero sonrió, después se quedó meditando los sinsabores del amor, esos que volvió canción en medio de los avatares de las tristezas pegadas a su noble corazón, según señaló.
Los sones ‘Mujer incomprensiva’ y ‘Qué bonita que es la vida’, hacen parte del inventario del folclor vallenato, y las historias de aquellas mujeres aparecen en el listado de amores fugaces que por arte de la inspiración se volvieron canciones.