Vivimos una crisis social sin precedente que a todos nos atañe y debemos ser parte de la solución, con alternativas y propuestas factibles y viables en negociaciones, graduales que promuevan, gobierno, organizaciones del paro nacional y observadores alternos. Es necesario desarmar los espíritus alterados y perturbadores del orden público, que participan en marchas y manifestaciones masivas populares.
Es necesario evitar en las protestas, infiltraciones de individuos y elementos que las aprovechan para darle rueda suelta al vandalismo. De ahí que sea pertinente determinar reglas de juegos en operaciones y negociaciones para apaciguar los ánimos caldeados. De igual forma, rechazar y denunciar sin titubeos y con precisiones, acciones vandálicas de donde provengan, antes que asumirla y que les atribuyan culpabilidad y autoría de hechos vandálicos.
Las obstrucciones de vías y espacios públicos no deben ser permanentes, continuas, ni mucho menos llegar a extremos antihumanitarios. El gobierno debe desmilitarizar y acordar con los directivos del paro una mesa permanente de concertaciones y diálogos para que inicien negociación de pretensiones, preestableciendo un orden de discusión para efecto de soluciones mediatas y a términos futuros, sin intransigencia, compartiendo sacrificios en intereses. ¿De qué sirve incendiar la nación? No asumamos responsabilidades que no nos asisten pero compromete por omisión y miedo.
Más que justificar acciones y ejecuciones, la necesidad apremiante es la solución de problemas. El gobierno debe prevenir desgracias generadas de violencias, causadas por enfrentamientos con el Esmad.
Caso curioso en manifestaciones en las que no interviene la Policía antidisturbios, concluyen de manera pacífica. Paralizar el país para tumbar el presidente o causar graves daños y perjuicios generales, no conlleva a nada saludable sino a la anarquía y caos, imperando odios, rencores, inquinas, rencillas y exacerbación; que incide en agravar el asunto y peligrar el Estado Social de Derechos con enfrentamientos que pueden terminar en una guerra civil, si oportunamente no se reflexiona, previene y el terrorismo se impone con crímenes y amenazas, generadoras de miedo y sumisión. Es importante que no todos nos coloquemos en favor de uno y en contra del otro, en el conflicto que vivimos.
Es necesario observar de manera imparcial cada una de las partes, para comprenderla e interpretarla, aconsejando actuar de buena fe, formulando propuestas que se aprecien, valoren y utilicen para materializar la solución.