Dialogando el fin de semana con el profesor Martín Castrillo Pedrozo, licenciado en Ciencias Sociales, Especialista en Planeación Integral del desarrollo de la Universidad Javeriana, magister en Evaluación Integral del Desarrollo Educativo Regional de la Universidad Pedagógica Nacional, rector y docente de varias Instituciones Educativas de La Guajira y coordinador del programa de Formación Complementaria de la Escuela Normal Superior de San Juan del Cesar, el profesor Castrillo me comentaba que había sido invitado el año pasado por el alcalde Juan Pablo Vega y Fabián Díaz, secretario de Educación municipal, al ‘Foro Municipal’ sobre las experiencias significativas de El Molino.
Este foro municipal es un evento donde se socializan las experiencias significativas lideradas por los docentes, que sin lugar a dudas, han tenido impactos en los aprendizajes de los estudiantes de este municipio; el profe participó en este foro haciendo algunas reflexiones pedagógicas desde su particular experiencia como maestro. Su intención era presentar una mirada desde la posibilidad de recuperar el “Sentido Común en la Escuela” para afrontar los retos pedagógicos y académicos en esta época de pandemia. Aseveró Castrillo que la escuela hoy está frente a los nuevos desafíos propios de una sociedad, en estos difíciles y angustiosos momentos que vivimos, la escuela está llamada a recuperar el “Sentido Común”, a convertirse en un espacio verdaderamente amigable, cooperativo, diferente al resto del mundo, donde las personas que forman parte de ella, aprendan a ser tranquilas, sosegadas, confiables y libres, con el propósito de construir un liderazgo moral y el desafío de ser feliz.
Así irá la escuela construyendo una libertad emocional, social y cognitiva por los vínculos afectivos permanentes que se van desarrollando en las zonas luminosas que cada uno tiene, afirmó el profe Martín que ahora nos corresponde tener una actitud pedagógica menos conservadora, para que haya más libertad; para que en su afán, los jóvenes en su búsqueda de sentido, le encuentren sentido a la vida y aprendan que no hay que vivir a lo platónico, sino a lo socrático; sacar cuentas y no vivir de la nostalgia, tampoco de las admiraciones de los personajes de reality; sino de lo que yo puedo construir con mi esfuerzo personal; menos, hacer de la miseria una empresa, no quejarse, sino aprender a enfrentar los problemas para seguir adelante y tener la convicción plena de que es posible alcanzar nuestras metas y propósitos.
Según el profe Martín, si la escuela recupera el “Sentido Común” se convertirá en un espacio de resistencia para alejarse de aquellas modas y discursos “políticamente correctos” que se distancian y se separan de las teorías oficiales manejadas por los políticos en el poder, de lo que realmente se vive y se palpa en la cotidianidad de la escuela y en las aulas de clase; donde sus creencias, construidas desde una posición reflexiva, crítica y desde su amplia experiencia, tenga como premisa la reconstrucción de una escuela políticamente comprometida con nuestra sociedad; una escuela que proteja al niño y que se resista a esas modas pasajeras, una escuela, donde su actitud con que enfrente los problemas forme parte de la solución del problema, que comprenda que el primer deber del maestros es ser optimista, que el pesimismo es una enfermedad de la imaginación, la escuela de este siglo, ahora y después de la pandemia, requiere vivir una nueva vida y construir un nuevo paradigma de vida, no puede seguir siendo igual que la escuela de nuestros abuelos y la que tuvimos nosotros, pero el cambio hay que hacerlo ahora, desde la esperanza y el optimismo y no desde el miedo ni lo catastrófico.
Esa paradoja es la que queda bien reflejada en la frase de (Monereo y Pozo, 2001), que dice que “a menudo la escuela enseña contenidos del Siglo XIX, con profesores del siglo XX, a alumnos del siglo XXI”. Esto explica, en parte, la escasa reacción para combatir el fracaso escolar; el principal lastre de la educación en Colombia y La Guajira.