Frente a los cuestionables y parsimoniosos avances en las obras de ampliación y modernización del Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla, los atlanticenses hemos pasado de la incomodidad a la molestia, de la indignación a la desilusión, y de la vergüenza a la preocupación.
No solo tenemos unas obras chambonas y a medias, sino también un concesionario que se ha esforzado en buscar todas las maneras para evadir sus responsabilidades.
La jugadita del Grupo Aeroportuario del Caribe S.A.S., con la creación de la empresa Nuevo Aeropuerto S.A.S., para manejar el consorcio, evidencia la desfachatez y las deshonrosas estrategias utilizadas por sus socios en esta megaobra. A más de 25 empresas contratistas, se les quedaron debiendo un aproximado de 20 mil millones de pesos, luego de que Nuevo Aeropuerto se liquidara voluntariamente sin responder. Hoy los accionistas que son los mismos del consorcio se siguen lavando las manos y no pasa nada.
Los prolongados retrasos han sido la constante en este proyecto. Desde hace más de dos años nos están diciendo que las obras están casi listas, que ya se encuentran en la etapa final de adecuación del aeropuerto, sin embargo, al día de hoy todo sigue siendo incierto. Hay muchos proyectos inconclusos y otros que se deben reparar, pero no se avanza, mientras tanto la infraestructura presenta nuevos deterioros. Tras más de siete años de espera, nos encontramos igual o peor, con un aeropuerto que no responde a las necesidades de la región.
Ahora que la Superintendencia de Sociedades admitió el proceso de reorganización de la Sociedad Grupo Aeroportuario del Caribe S.A.S. (GAC), concesionario del Aeropuerto Ernesto Cortissoz, podríamos estar viendo una pequeña luz en el camino. Sin embargo, surgen nuevos interrogantes sobre la operación de la terminal aérea y la verdadera voluntad del consorcio, que este año presentó una descarada demanda contra la Nación por 700.000 millones de pesos, aduciendo “imposibilidad de ejecución por causa de la pandemia”, cuando todos somos testigos que sus problemas e incumplimientos se vienen presentando desde mucho antes.
Después de tantos incumplimientos, falsas promesas y una ministra barranquillera que tristemente no hizo nada por el Cortissoz, es apenas natural el escepticismo y la decepción que ronda entre los atlanticenses. A pesar de ello, estamos a la expectativa de los próximos resultados de la mesa de diálogos que inició el gobierno de Gustavo Petro para solucionar la situación de la terminal aérea y evitar que los procesos legales entre los privados y el Estado sigan avanzando. El liderazgo del ministro de Transporte, Guillermo Reyes, será clave para lograr una adecuada reestructuración del contrato de concesión del Ernesto Cortissoz, y la pronta activación de las obras.
En medio de este nuevo proceso, los barranquilleros exigimos mayor claridad sobre los avances, y certidumbre acerca de la entrega total de las obras. Que los entes de control le coloquen la lupa al proyecto de ampliación y modernización, y que el ministro Reyes haga lo que no se hizo antes, colocarse del lado de los atlanticenses y sacar adelante un aeropuerto eficiente, que preste una operación integral de calidad.