La oposición es un estamento político institucional del orden legal que da derecho a quienes no logran ganar elección popular de mandatarios territoriales para ejercer acciones de observación, prevención, vigilancia y control,
También para presentar alternativas procedentes y coadyuvantes relativas a: proyectos, programas y contrataciones; entre otros. Sin embargo, la oposición se malinterpreta como enemiga, rival y revanchista de las administraciones, desconociendo derechos y negando garantías.
La oposición debe ser inteligente, decente, respetuosa y civilizada, lo cortez, no quita lo valiente, contrario a la oposición que estamos acostumbrados a observar, de manera: agreste, insultante, beligerante, difamadora, infame, obstructiva y destructivas; generando estallidos sociales que conllevan a alteración del orden público, generando violencia.
En Colombia rige un Estatuto de Oposición, consagrado en la Ley 1909, como soporte democrático, que tiene por objeto, el reconocimiento a partidos y organizaciones políticas, con derechos de disentir, transigir, fiscalizar, objetar, responder, controvertir, criticar y aclarar tergiversaciones. Los opositores deben gozar de protecciones en alcaldías, gobernaciones y Presidencia de la República.
La oposición tiene derecho a recibir de las autoridades territoriales, gubernamentales, alcaldes, gobernadores y del Gobierno nacional recursos económicos del presupuesto para financiar el funcionamiento, obtener información administrativa, peticionadas y acceso a medios de comunicaciones.
Igualmente, derechos a réplicas, participaciones en mesas directivas, corporaciones públicas, planes de desarrollo y otros asuntos.
Oposición sin organización e incumplimientos de disposiciones legales terminan sin dirección, en ruedas sueltas, bochinches, difamaciones, desinformaciones, especulaciones, injurias, calumnias, infamias, odios, rencillas, estigmatizaciones, epítetos, series de ofensas y críticas contradictorias, manipuladas para generar opinión, dudas e incertidumbres utilizadas para desacreditar.
El objeto de la oposición es lograr que se formalicen en debida forma proyecciones y programas con la finalidad de que resulte positivo para todos. Si el mandatario o gobernante incumplen deberes, funciones y disposiciones legales, previas advertencias, se deben formular quejas ante la autoridad disciplinaria y control: Procuraduría, Contraloría y Fiscalía, cundo incurran en conductas delictivas.
Aferrarse a denigrar, insultar, ultrajar, descalificar, promover protestas callejeras y paros vial, de transporte, no conlleva a nada, un error. La oposición debe ser activa y respetuosa para constituirse en opción y alternativa, de próximo gobierno, evaluando desfaces y fallas administrativas, ofreciendo un buen producto que se necesite postulando personas con capacidad y carisma para administrar con ética y moralidad, congraciar con las distintas corrientes políticas en forma armoniosa, cordial e incluyente en participaciones.
En polos opuestos, por primera vez, la centro derecha pierde el poder de gobierno, ejercido desde la constitución de República. De igual forma, por primera vez, gobierna en Colombia la tendencia de centro izquierda, que luchó por muchos años en busca de gobernar, liderado a finales del siglo XIX, por el general Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera, liberales de pura sangre.
En igual línea siguieron Luis Antonio “El Negro” Robles Suárez y más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial, Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán Sarmiento; inmolados, para frenar el camino, a la Presidencia de Colombia, asesinándolos con complacencia de liberales de centro derecha.
Algunos directores del liberalismo de centro derecha, hoy día están habituados a la corrupción, materializada en ‘mermelada’ contractual y burocracia, inmoralizando y prostituyendo el ideal y principios liberales, condensado en equidad, pulcritud, honestidad y progreso.
La oposición al Gobierno de Gustavo Petro, todavía no asimila la derrota, a excepción ejemplar del expresidente Álvaro Uribe Vélez, de admirable compostura personal. Está fuera del gobierno, a diferencia de los demás que han perdido los estribos, exaltando inconformismos extremos, que los tienen en el limbo, como cometa sin rabo, cargados de amarguras, soberbias y enojos.
Poderes públicos no son propiedad privada de nadie, para apego de amor propio, cuyas reacciones afectan la salud humana y provoca violencia.
La izquierda, amante de marchas y protestas, por diversos motivos nacionales y locales, generando, parálisis y acontecimientos violentos como los ocurridos últimamente con ‘primeras líneas’, tienen la oportunidad de gobernar con el presidente Gustavo Petro para demostrar resultados positivos de beneficios colectivos, que permitan seguir y continuar gobernando con ejecuciones de proyectos y programas de utilidad general.
Si pierden el próximo mandato, en oposición, no deberán repetir antecedentes atroces y violentos que los caracterizan.
Gobernar no es un juego de niño, implica grades responsabilidades y acciones precisas, enfrentan acechos de virus, bacterias, demonios y revueltas populares. En gobierno popular no deben operar exclusiones ni limitaciones en participación. Mucho menos privilegiar, discriminar y favorecer distinguidos patrones por relaciones relativas a ideales e intereses particulares.
Oposición constituye diferencias en equilibrio político, no irreverentes, sino necesarias para buen entendimiento de beneficios globales en ambiente cordial y de buena fe, no atados a irritaciones, radicalismo, groserías, temeridades ni obstinaciones; porque de nada sirve, ni para un lado, ni para otro, desaprovechando el tiempo del periodo popular de gobierno, del mandatario de turno, por enfrascarse en controversias y confrontaciones agudas, infértiles, improductivas, amarillistas y brolleras; compaginadas con actitudes innobles y sentimientos negativos.